Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Capítulo Nº7: Siluetas y voces del pasado: El análisis de fuentes iconográficas y literarias por Daniel Virgili. Fuente I.

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Siluetas y voces del pasado:

El análisis de fuentes iconográficas y literarias.

Lic. Daniel Virgili. Grupo Sociedad y Estado, FH. UNMdP.

 

El estudio y análisis de la imagen, otrora en manos exclusivas de los historiadores del arte, ya se ha ganado el merecido espacio como fuente para la ciencia histórica. En un principio ligada a modo de complemento de las fuentes escritas como mera ilustración, va logrando cada vez más su autonomía. Esto puede observarse especialmente en el análisis de usos y costumbres para sociedades de existencia previa al invento de la fotografía.

Resulta notoria su creciente presencia en los libros de texto escolares (ubicadas entre las actividades prácticas) donde se plantea a los estudiantes dar cuenta especialmente de vestimentas, actividades y paisajes rurales o urbanos epocales; y para tal fin, en muchos casos se encuentran acompañadas por algún breve fragmento literario. El impacto de este objetivo didáctico es muy importante ya que si tratamos de realizar una reconstrucción de los ámbitos y las gentes que han protagonizado alguna época histórica generalmente acuden a la mente imágenes que suelen proceder del mundo recreado por el cine y que no siempre se ajustan a la realidad histórica.

Al referirnos a fuentes iconográficas para el período comprendido en este estudio, estamos haciendo referencia específica a la producción realizada tanto por las imprentas o talleres (litografías – grabados), como a cargo del pincel de los escasos artistas plásticos (oleos) que por aquel entonces se encontraron en el Río de la Plata.

¿Qué podemos encontrar en ellas?. ¿Qué nos aportan?. Indudablemente como cualquier otra fuente, los límites estarán acordes a las preguntas con que el investigador las aborde; o del particular perfil disciplinar aplicado al análisis en cuestión. Las escenas representadas están compuestas por innumerables elementos que se transforman en indicios para realizar una lectura de su tiempo (el de su creación o factura). Pudiendo hacerse lecturas desde las diferentes miradas de la Historia (política, económica, social y de mentalidades).

Cuando nos referimos a fuentes literarias estamos haciendo alusión a trabajos escritos y  -por lo general- publicados, tales como novelas y diarios de viajes, entre los más importantes. En las mismas buscaremos todos los aportes que nos permitan reconstruir aquellos aspectos que se relacionen con nuestro particular abordaje para un período  específico (conductas y pautas sociales, dinámica de intercambios, tensiones socio-políticas, etc.).

Al analizar una fuente literaria (especialmente relatos de viajeros) se deberá tomar en cuenta quién es el que escribe, puesto que en las mismas estamos buscando descripciones que nos ilustren para un período determinado (tipos, usos y costumbres), las caracterizaciones que del mismo se puedan hacer estarán determinadas por los valores, nivel social y cultural de quien observe y comente. Por ejemplo, un extranjero será más detallista de las situaciones y elementos que se le presenten a su paso, ya que alguien del lugar (criollo/hijo de la tierra) no vería en muchos de ellos -propios de su cotidianeidad- nada llamativo ni exótico, digno de ser comentado, pero su particular mirada contará con un filtro sustentado en pautas culturales diferentes.

No entraremos aquí en el debate respecto del grado de autonomía respecto de una fuente sobre otra; sí destacar la importancia y la riqueza que toma la fundamentación de nuestros análisis el integrar fuentes de diversa naturaleza ya que cada una nos aporta elementos que se complementan para dar forma al contexto y/o entramado de la coyuntura histórica que nos ocupe.

También cabría hacerse otras preguntas. ¿Hasta qué punto resulta confiable una obra artística como fuente de análisis histórico? ¿Cuán representativa resultará ser de la realidad histórica de ese momento?; ¿Hasta qué punto podemos avanzar en un análisis cualitativo de los elementos que la integran para poder realizar luego generalizaciones aplicables al común denominador de ese período?

Indudablemente deberemos informarnos muy bien de los autores de las mismas y cómo se fue dando el proceso de su acabado (a veces estas obras sufren cambios o transformaciones (evoluciones) a través del tiempo por correcciones que pueden realizarse no siempre por sus propios creadores. Pero en cuanto a su misma naturaleza cabría recordar aquí lo ya expresado por Phillippe Ariés quien sostuvo que “…un tema artístico o literario, en suma todo aquello que parezca surgir de una inspiración individualista, sólo pueden cobrar forma y estilo si poseen a la vez gran afinidad y una cierta diferencia del sentimiento general de su época. Una menor afinidad no les permitiría incluirse en el pensamiento de los autores, ni siquiera en la comprensión, bien fuera de la élite como del vulgo. Asimismo, la ausencia de diferenciación les llevaría a pasar desapercibidos e impediría que cruzaran el umbral del Arte. Lo afín nos revela la vulgata, el denominador común de la época. La diferenciación,…, el augurio profético de los cambios futuros. El historiador ha de saber distinguir esta afinidad y esta diferenciación. Bajo esta condición, peligrosa es cierto, tiene derecho a apoderarse de su riqueza donde la encuentre…”

A continuación se presentarán algunos ejemplos de estas fuentes para ilustrar lo anteriormente indicado.

En primer lugar nos ocuparemos de cuatro fuentes (una literaria y tres iconográficas), tres de las cuales corresponden al mismo autor Emeric Essex Vidal y la cuarta a Alberico Isola

  1. E. Vidal en su carácter de miembro de la Marina británica estuvo en el Río de la Plata durante los años 1816 a 1818, en los cuales aprovechó, como pintor aficionado que era, para retratar diversas escenas de la vida cotidiana. A su regreso a Gran Bretaña, publicará en 1820 un álbum compuesto por una selección de sus acuarelas, acompañadas por un texto que ilustraba la situación que las mismas representaban, para ello volvió a pintar esas escenas basándose en las anteriormente realizadas. En este segundo paso, el autor complementó las imágenes recreando la ubicación y diseño de los elementos indicados en el relato puesto que dichas imágenes no se reproducirían en los colores de sus acuarelas sino que pasarían a modelarse en planchas de grabado para su impresión.

El texto e imágenes seleccionados en este caso corresponden con el ítem Indios Pampas en donde Vidal nos ubica en la Plaza de Lorea donde se encontraba el espacio (a modo de plaza–mercado) donde los indios realizaban sus intercambios con la población de Buenos Aires.

Como podrá observarse comparando las imágenes I y II la primera (acuarela realizada durante su estadía en  Buenos Aires) se encuentra más desprovista de elementos con respecto a la segunda (edición de imprenta), ya que la falta del soporte de los colores hace que el artista recree de otro modo el diseño de las prendas de los indios, entre otras cosas.

Otro extranjero que volcó sus impresiones en los talleres litográficos del Río de la Plata fue A. Isola. Este artista italiano publicará su producción en álbumes litográficos entre 1844 y 1845. Hemos seleccionado aquí una litografía que se denomina “Plaza  Monserrat” (imagen III). La misma nos resulta complementaria en nuestro análisis ya que nos da una idea aproximada del panorama general que presentaban aquellos sitios en el que se desarrolla la escena de Vidal. El Hueco de Monserrat, espacio abierto transformado con el tiempo en mercado, se asemeja a la situación de otros lugares similares en Buenos Aires como lo fue uno de los baldíos más conocidos de la ciudad: el Hueco o Plaza de Lorea ubicada en un espacio que a principios del s. XIX sería considerado aún como límite a extramuros de la ciudad (extremo sudeste de la actual Plaza de los dos Congresos-Ciudad Autónoma de Buenos Aires), siendo un área marginal hasta donde podían desplazarse -como medida de seguridad- aquellos contingentes de aborígenes a quienes se les permitía el ingreso a la ciudad con fines mercantiles.

El análisis de estas fuentes nos debe permitir encontrar indicios para abordar cuestiones referentes a: relaciones comerciales interétnicas / niveles-tipos-complejidad de tecnologías / relaciones de intercambio / espacios y funcionamiento de mercados urbanos / demanda de productos. / centros de sociabilidad / la mirada hacia el otro; entre otras cuestiones. Se invita al lector encontrar en la fuente iconográfica, elementos que completen el etcétera final de la fuente escrita, con que el autor cierra la referencia a los artículos de intercambio.

Fuente Literaria 1:

“La colonia más cercana de los indios se halla más o menos a unas veinticinco leguas al sudoeste de Buenos Aires, pero la ciudad es visitada por tribus que llegan de distancias mucho mayores, hasta de las regiones del sud de la Patagonia. Estas gentes tienen las características físicas de todos los indios americanos que hay desde el norte al sud, pero no están ni remotamente tan degenerados, por su comercio con los europeos, como sus hermanos del norte. No parecen ser en forma alguna adictos a las bebidas, y su laboriosidad sobrepasa en mucho a la de los descendientes de los españoles; porque, para vergüenza de los criollos de este país, éstos tienen que depender del indio salvaje para la provisión de muchas de sus necesidades y no pocos de sus lujos.

    Los dos indios del grabado adjunto se hallan en la puerta de una tienda en el “mercado indio”, como se le llama, y que se halla al extremo sudoeste de la calle de las Torres, que es la calle central de Buenos Aires, en la cual existe una plaza rodeada de negocios, donde se les compran al por mayor sus productos y se venden después al por menor a los habitantes de la ciudad.

    Algunas de sus industrias principales son:

  1. El “poncho”, o sea la prenda exterior usada por todos los campesinos en estas provincias. (…) Aunque el poncho es de uso tan difundido, se cree que en toda la extensión de la provincia de Buenos Aires no existe una sola fábrica criolla de este artículo. En Salta, Perú, que es famosa por la fabricación de ponchos, se los hace de algodón, muy hermosos y de altos precios; pero los hechos por los modestos indios de las pampas (llanuras) son de lana, tan fuertes y tupidos que resisten las lluvias más copiosas y son también de original y copioso dibujo; su color es, por regla general, sobrio y muy duradero, aunque los indios poseen tintes de brillantes tonos que aplican para otros artículos. Los indios, sin embargo, no usan mucho el poncho.
  2. Toda clase de trabajos de cuero, canastos, cestos, látigos, lazos, bolas, riendas y cinchas. Exceptuando los dos primeros artículos, éstos son hechos con considerable ingeniosidad y prolijidad, especialmente los látigos y riendas, que son de tiras de cuero trabajadas con plumas de avestruz, teñidas de varios brillantes colores. También trenzan la cerda de caballo, haciendo bridas de la mayor elegancia y dureza.
  3. Estribos, de clase ordinaria, hechos con un pedazo de madera torcida en forma de triángulo y sujeto a una tira de cuero; y otra clase, hechos de un pedazo de madera y tallados en relieve. Éstos se usan en el interior del país, en las regiones donde abunda la maleza en los bosques, para proteger los pies del jinete.       
  4. Plumeros, hechos de pluma de avestruz. De éstos hay uno en todas la habitaciones de Buenos Aires. Los comunes están hechos con las grandes plumas grises, pero los indios tiñen las blancas, que no son tan comunes, con los más hermosos y brillantes colores, y sujetando ocho o más, primorosamente a un mango, hacen del plumero un adorno hermoso y útil, a la vez, para la sala.
  5. Botas, de las que se usan generalmente entre las clases bajas en el campo, hechas con la piel de las patas traseras de potro, la cual se corta en tiras, desde la parte superior del anca hasta un poco más debajo de la rodila, raspándoseles la cerda. La curva de la rodilla se usa para el talón, y de la parte donde se corta bajo la rodilla sale el dedo gordo del pie, el cual se pone el estribo. Los indios traen las botas al mercado secas y endurecidas, pero antes de usarlas se las ablanda con grasa. Los indios también traen a la venta los cueros de todos los animales salvajes del país, especialmente los de las panteras y gatos monteses, los cuales tienen entre sí el mismo parentesco que el tigre y el gato cerval del este. Parece que estos indios no usan armas de fuego, como los indios norteamericanos, sino que dependen exclusivamente de las boleadoras y el lazo para el éxito de sus cacerías.      

En cambio de los artìculos que traen a vender a Buenos Aires, los indios se llevan aguardiente, té paraguayo o “mate”, azúcar, higos, pasas, espuelas, bocados, cuchillos, dulces, etcétera.”          

Imagen I:

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Imagen II:

XZL151516 Pampa Indians at a Store in the Indian Market of Buenos Aires, from 'Picturesque Illustrations of Buenos Aires and Montevideo', engraved by J. Bluck (fl.1791-1819) 1820 (coloured engraving) by Vidal, Emeric Essex (1791-1861) (after); Private Collection; Brazilian, out of copyright

Imagen III:   Muchos son los aspectos, propios de la dinámica mercantil, que resultan relevantes en el análisis de estos comercios minoristas: tipo de mercaderías, consumo y consumidores, el crédito (préstamos y fiado), etc. Un tópico interesante resulta el abordaje de los diversos actores sociales que pasan o se dan cita en la pulpería dándole el carácter de ámbito de sociabilidad de primer orden, especialmente en el ámbito rural, poniéndose en evidencia usos y costumbres de la época.

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A continuación se ofrecen algunas fuentes que dan cuenta de estos elementos, mostrándonos la pulpería rural de acuerdo a la particular mirada de sus autores (en este caso, tómese en cuenta el diferente estilo narrativo de las fuentes literarias).

En primer término presentamos unos fragmentos (fuente literaria nº 2) que corresponden a la autoría de Godofredo Daireaux, francés establecido en la Argentina hacia 1868, quien se destacó como estanciero, comerciante, colonizador y educador (en ese orden), editando varias obras, entre las cuales, se ha seleccionado aquí “Veladas de un tropero”, relato a modo de memoria de las actividades desarrolladas por la región pampeana, aportando diferentes semblanzas de lugares, personajes y actividades.

La siguiente (fuente literaria nº 3), se trata de un breve párrafo extraído de la obra “Viaje de un naturalista alrededor del mundo”, de Charles Darwin, publicada por primera vez en 1840 y que contiene el relato de su viaje de cinco años a bordo del Beagle. Resultan de especial interés las observaciones de este científico en su paso por nuestras tierras (1832-1834) recorriendo la patagonia y el sudeste bonaerense, dejando semblanzas, incluso, de su entrevista con Juan Manuel Rosas.

Acompañan a estos fragmentos, para su análisis, dos fuentes iconográficas. Una litografía correspondiente a Léon Palliére denominada “Interior de pulpería” de 1864; composición realizada por el artista inspirado en unas glosas criollistas de Estanislao del Campo. (Imagen IV).

IMAGEN IV

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Para observar el exterior de la pulpería rural y su particular clientela, se ha seleccionado un dibujo acuarelado de A. Durand “Pulpería de campo cerca de Lobos” de 1865. (Imagen V). ¿Podríamos descubrir el arquetipo descripto por Darwin?.

IMAGEN V

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Virgili, Daniel. «Siluetas y voces del pasado: El análisis de fuentes iconográficas y literarias.»  en: Mayo, Carlos. Director, Mostradores, clientes y fiados, fuentes para el estudio de las pulperías de Buenos Aires y La Pampa Siglo XIX. Ediciones Suarez. Grupo Sociedad y Estado “Prof. Ángela Fernandez”. 2007.  pp.:125:129.

Edición y corrección: Van Hauvart Duart, Maximiliano L. Estudiante de Letras. FH, UNMdP.

 

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