Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

El profesor por Franck McCourt.

McCourt, Frank, El profesor, Editorial Norma, 2006, 312 p.

ISBN 958-04-95778-5

Frank McCourt fue un docente como miles, sin embargo su primer libro Las cenizas de Ángela lo convirtió en una celebridad. El éxito de su texto nunca lo pudo explicar, ya que trataba sobre la extrema pobreza que vivió en Irlanda en el pueblo de Limerick, mucho se podrá decir y será insuficiente. A este texto siguió Aja si lo es y terminó con El Profesor.
En El Profesor sus primeras 20 páginas son briosas y no deben ser leídas por los docentes sino que han sido escritas para alumnos y para los padres que tienen a sus hijos en edad escolar. Sin embargo no les habla a ellos, se confiesa ante todos nosotros.
¿Qué hace un libro autobiográfico, de un docente norteamericano criado en Irlanda que terminó enseñando en Nueva York, en una página que pretende conectar la enseñanza media con la universitaria? Es la pregunta que usted se hará. Y la respuesta es sencilla: nosotros, los docentes, estamos ahí en esas páginas a pesar de la distancia y del tiempo. En su relato autobiográfico sobre su profesión nos incluyó. Todos los docentes somos ese testimonio.
Hizo varias advertencias, severas pera tan graciosamente planteadas que el lector logra ponerse en el lugar de nosotros y de nuestra profesión. La primera de tantas que señaló fue cuando relato que «En Estados Unidos los médicos, los abogados, los generales, los actores, la gente de la televisión y los políticos son admirados y recompensados. No así los profesores. La enseñanza es la servidumbre de las profesiones […]” .
Frank McCourt contaba historias en sus clases, si él supiera lo que dicen los pedagogos teóricos que casi no pisan las aulas del secundario o la primaria sobre esto, seguramente les daría la razón y les agradecería, y seguiría contando historias. Hizo universal a las aulas de los últimos 50 años de muchos estados, conectó el interés de nuestros alumnos por lo que enseñamos (cuando podemos) y nos dijo: «Ahh mirá. Te pasa lo mismo que a mí en 1958.»
Nada más.

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Carlos-2

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