Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Nueva Holanda en el aula: Provincias Unidas de los Países Bajos, las Compañía de Indias Orientales y Compañía Holandesa de Antillas. Introducción.

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ISBN: 978-987-544-747-9

Provincias Unidas de los Países Bajos, las Compañía de Indias Orientales y Compañía Holandesa de Antillas. Introducción.

 por Daniel Alberto Virgili

 

El marco político en donde se desarrollaron las Compañías Comerciales de Oriente y Occidente, fue producto en gran medida del nacimiento de la experiencia denominada  Provincias Unidas de los Países Bajos (hoy gran parte corresponde al Reino de los Países Bajos).

Estas provincias nacieron bajo el conflicto que varias ciudades (en la actualidad Reino de los Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, entre otros), tuvieron con la Casa de los Hasburgos en la España de Carlos V y Felipe II.

Una serie de tratados como el de Arrás (1579), en donde se reunieron las ciudades que aceptaron estar bajo la órbita de los Hasburgos y la Unión Utrech (1579), que no reconocían el dominio de esa Corona, fueron delimitando su territorio. Felipe II aceptó la existencia territorial de las Provincias Unidas. Esta alianza se constituyó sobre la integración de provincias, ducados y obispados, como los de Frisia, Zelanda y Holanda dando nacimiento a la República de las Provincias Unidas de los Países Bajos. Así,  la ciudad de  Ámsterdam emergió y prosperó como una de los mayores centros comerciales entre los siglos XVII y XVIII.

Los historiadores han discutido y estudiado en extenso las prácticas políticas, sociales y económicas de las Provincias Unidas de los Países Bajos. En términos de experiencia política, un aspecto central era el reconocimiento al sentido federal como requisito de la autonomía que tenía cada ciudad para administrar sus propios asuntos. El segundo punto, fue la no aceptación de una Monarquía Absoluta bajo una casa nobiliaria que gobernara el territorio de las Provincias Unidas. Cada ciudad tenía su propia carta, instrumento que luego sería conocido como Constitución, en la cual se hacía hincapié en la administración de la ciudad, la tolerancia religiosa, el cobro de impuestos, entre otras cuestiones.

Otro elemento en los cuales se ha puesto énfasis es la libertad religiosa o tolerancia, especialmente con la población judía. Sin embargo, la mayoría de su población fue protestante; muchos eran inmigrantes hugonotes o calvinistas que encontraron en las Provincias un lugar para desarrollar libremente sus prácticas religiosas o intentar construir un proyecto religioso político protestante. Muchos historiadores han visto en el protestantismo y su tolerancia la base para el éxito de las prácticas económicas y vincularlo con uno de los motores que le dieron origen al capitalismo, tesis que aún es discutida.

En este marco, las ciudades de la Provincias Unidas de los Países Bajos vivieron un esplendor económico que sorprendió a los coetáneos europeos y cuyo resultado se vincula, en gran medida, a las Compañías de Indias Orientales y Occidentales.

El comercio, el transporte y la banca parecieran ser los impulsores de este ciclo de auge económico en estas ciudades (fines del XVI a mediados del XVII). Es cierto que durante la Edad Media fueron un enclave que permitió conectar a la región del Mar Báltico por vía marítima o terrestre. El resultado de ello fue el importante desarrollo de las producciones textiles de Brujas, las cuales eran colocadas en diversos mercados.

Sin embargo,  la búsqueda de nuevas rutas para llegar a comerciar con Asia y el descubrimiento de América fueron dos factores importantes que hicieron que muchas ciudades decayeran y otras como Ámsterdam crecieran durante casi todo el siglo XVII.

La producción textil y de artículos agrícolas, sufrió un giro ya que anteriormente se realizaba para el mercado interno y no para exportarlo fuera de las Provincias Unidas. Entonces, el crecimiento radicaría en transportar y comerciar lo que no producían. El Báltico, que había sido el escenario en el cual se había desarrollado la producción y venta de sus productos había cambiado definitivamente.

El nuevo escenario comercial, en el siglo XVI, eran los océanos Índico y Atlántico. Para ello, el objetivo primordial fue debilitar a la Corona portuguesa, que había logrado el monopolio del comercio con Asia, otorgado por una bula papal. Este instrumento fue desconocido por los comerciantes protestantes de Inglaterra y de las Provincias Unidas. Portugal tuvo que aceptar esa competencia a riesgo de ser desplazada definitivamente; así, su peso en el intercambio comercial con Asia fue desapareciendo lentamente a partir de la política agresiva de Inglaterra, las Provincias Unidas y España que había hecho pie en Manila. La Compañía de Indias Orientales de las Provincias Unidas de los Países Bajos tuvo un importante rol en ese proceso.

Portugal fue perdiendo varias de sus posiciones costeras en África y América que pasaron a manos de las Provincias Unidas. Éstas paulatinamente empezaron a controlar el tráfico de esclavos, cuya demanda crecía sin cesar en Brasil, Antillas y en las colonias británicas del Chesapeake. En este contexto, en 1621 nace la Compañía de Indias Occidentales.

Como ejemplo de esta expansión, la Compañía de Indias Occidentales y las Provincias Unidas invadieron la región nordeste de Brasil en manos de los portugueses. Este dominio empezó en 1598 y finalizó en 1654. Durante ese tiempo tuvo el monopolio de la trata de esclavos y del azúcar, en donde aprendieron a dominar todas las etapas del proceso de  cultivo, refinado y comercialización. Cuando los holandeses fueron expulsados del territorio por los portugueses, se llevaron esa experiencia a Curazao y se convirtieron en competidores del azúcar producido en el territorio de Brasil.

En 1624 la Compañía de Indias Occidentales decidió ocupar la desembocadura del Rio Hudson en América del Norte, fundando Nueva Ámsterdam. Esta posesión se extenderá hasta 1664 cuando la administración de la Compañía la entregó a la Corona británica y esta ciudad fue rebautizada como Nueva York.

La ocupación del Rio Hudson y de territorios en manos de la Corona portuguesa, y la posterior expulsión de la Compañía, marcó en rigor el ciclo de auge y declinación económica de las Provincias Unidas de los Países Bajos, basado en el comercio y el transporte.

Esta decadencia está relacionada para muchos historiadores con un instrumento: El Acta de Navegación  promulgada por la Corona inglesa en 1651. (1)

 

Cita:

(1) Virgili, Daniel Alberto, «Provincias Unidas de los Países Bajos, las Compañía de Indias Orientales y Compañía Holandesa de Antillas. Introducción.» en; Duart, Diana A. (Dir.), Holandeses, franceses e ingleses en América del Norte en el siglo XVII, Nueva Holanda en el Aula, Ediciones Aportes de la Historia, Mar del Plata, 2017, pp. 12:15

 

 

 

 

 

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