Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830. Agradecimientos e introducción a la obra por Carlos Mayo (editor).

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D.N.D.A. Registro de autor 5.274.226

Pulperos y Pulperias de Buenos Aires 1740-1830 (1)

Agradecimientos e introducción por Carlos Mayo

ISBN 937-9136-15-2

Introducción al lector:

El Grupo Sociedad y Estado “Profesora Ángela Fernández” pone a disposición de sus lectores la primera publicación colectiva del Grupo, Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830, editado en  1996, por la Universidad Nacional de Mar del Plata de la cual se hicieron dos tandas para completar los 600 ejemplares, hoy agotados. Esta  fue financiada gracias a los fondos que la Facultad de Humanidades otorgo como subsidio al Grupo, junto con nuestra Universidad son las tutoras de esta producción. Con ella se realizaron dos visitas al Archivo General de La Nación por parte de todos sus miembros, se presentaron innumerables comunicaciones en adelanto del tema entre muchas actividades del grupo. La publicación “on line” se realizará por capítulos todos los lunes, en total ocho semanas. Esperamos que para nuestros lectores este trabajo sea ante todo una lectura amena hecha por muchos Colegas que como tan bien lo explicara Carlos Mayo, eran recientes graduados o estudiantes de la carrera. Quienes participamos en este proyecto vamos a estar siempre agradecidos por la confianza y guía profesional de Carlos. A pesar de sus jóvenes 20 años entendemos que este trabajo, es aún crucial para entender la Pulpería. Hoy los agradecimientos y la introducción. Grupo Sociedad y Estado, 2016.

Agradecimientos
Este libro es producto de la investigación conjunta de un pequeño equipo de jóvenes investigadores que integra el grupo Sociedad y Estado de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata, que me honro en dirigir. Se trata en efecto, en su mayoría, de gente muy joven- cuatro de ellos son alumnos de la carrera de Historia que por consiguiente aún no se han graduado- y todos, desde el director para abajo, hemos trabajado con entusiasmo. Lo hicimos codo a codo en los archivos y en las reuniones de trabajo periódicas que mantenía con ellos. Compartíamos todo, desde los documentos y fuentes que cada uno revelaba hasta las fichas bibliográficas, y lo hacíamos generosamente en un clima de armonía y respeto mutuo. En esta época de caciques y clientelas universitarias, nuestra experiencia de genuina cooperación, armoniosa convivencia y fecundo trabajo en común, donde todos conservarnos intactos nuestros derechos da prueba que una empresa así es posible en la vida académica y universitaria. Por todo ello le quedo muy agradecido a Ángela Fernández, nuestra codirectora, y a los restantes miembros del equipo : Diana Duart , Carlos Van Hauvart, Laura Cabrejas , Daniel Virgili ,Vanesa Velich y Julieta Miranda , ésta última estudiante de la carrera de Historia de la Universidad Nacional de La Plata . También queremos expresar nuestro reconocimiento a la Universidad Nacional de Mar del Plata, por el subsidio que nos otorgó y que hizo posible esta investigación y este libro; a los empleados del Archivo General de la Nación, por su invariable amabilidad y diligencia; a Eduardo Antonio y Guillermo Clarke, que colaboraron muy eficazmente en la búsqueda documental, y a la autoridades de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata , por el apoyo recibido.
Pedro Héctor Garat no sólo nos ofreció su asesoramiento en temas de su competencia – es un eximio contador y licenciado en administración de empresas- sino también en algunas excelentes ideas que prueban que si se hubiera dedicado al estudio del pasado hubiera sido un excelente historiador . Vaya nuestro agradecimiento también a Ricardo Salvatore , con quien conversé sobre estos temas. Agradezco también la colaboración aportada por Pablo A. Silicz en el rastreo de testamentos y tipiado de parte del texto. Gracias también a otro importante colaborador, Gabriel Cabrejas, quien se encargó de la revisión del estilo literario. A agradecimiento a Sergio Mastrángelo, quien realizó el diseño de tapa. A los eficientes empleados de la Imprenta de la Universidad Nacional de Mar del Plata , y en particular al Sr. Hugo Tadini , muchísimas gracias. Parte de los temas y aspectos tratados en este trabajo fue motivo de ponencias presentados por distintos miembros del grupo, en particular en el Primer Encuentro Argentino – Chileno de Historiadores organizado en la Universidad Nacional de Cuyo en noviembre de 1995 y en la Conferencia de Estudiantes Universitarios sobre América Latina organizada por la Universidad de Texas , en Austin, en marzo de este año.
Carlos A. Mayo Director Grupo Sociedad y Estado.

Introducción
Sí, aquel virrey de Perú que aseguró que Buenos Aires era una ciudad de comerciantes -de «meros comerciantes» había dicho – tenía razón. El virrey ignoraba, sin embargo, hasta que punto había dado en el clavo. En la ciudad puerto de este oscuro rincón del Imperio Español, en efecto, el espíritu y la vida mercantil habían calado tan hondo que, según el testimonio de un observador contemporáneo, no había casa en que no se vendiera algo. Todos parecían vender algo, pero sobre todo las robustas clases mercantiles de Buenos Aires, que configuraban el sector más dinámico de la economía urbana. No todos los integrantes de ese sector han recibido la atención de los historiadores, sin embargo. El interés se ha centrado sobre todo en los grandes comerciantes y en el comercio de importación y exportación que dominaban el mundo mercantil de la ciudad y su hinterland .
El comercio minorista, en cambio, ha permanecido en la penumbra con una sola excepción: la pulpería. Rescatada por la tradición y la literatura costumbrista (especialmente la gauchesca) la pulpería que acabaron fraguando estas dos vertientes se caracterizaba por ser sospechosamente simple y siempre igual a sí misma. Antro de perdición y explotación de los desheredados, donde los gauchos eran empujados a la bebida y mataban su tiempo jugando y riñendo en heroicos duelos a cuchillo, la pulpería era una especie de taberna donde podían adquirirse además un puñado de comestibles, no muchos porque sus rústicos parroquianos tenían hábitos de consumo extremadamente restringidos; un poco de yerba, algo de azúcar y sal, un par de cigarros y el infaltable vaso de caña o ginebra. ¿Qué más podían necesitar?.
Esa pulpería era por otra parte descripta a coro y con rara unanimidad; así, siguiendo a algunos viajeros, nos la presentaban alojada en un rancho miserable, con su mostrador y su reja de hierro que protegía al pulpero de su arisca clientela. En realidad, y aunque no siempre lo decían, se referían a la pulpería rural y porque les interesaba sobre todo su parroquiano: el gaucho mismo.
La historiografía de la pulpería -me refiero a los ejercicios más rigurosos y profesionales de reconstrucción del pasado- vino a complicar esa imagen pero es sorprendente hasta qué punto sin quererlo o queriéndolo siguió prolongándola en sus páginas. En efecto el libro de Bossio -que hizo un esfuerzo muy serio por conocer y desmitificar el pasado de nuestra pulpería sin lograrlo del todo- y los trabajos pioneros de Rodríguez Molas y Richard Slatta no lograron escapar al hechizo que ejercía la imagen tradicional. También ellos acabaron ocupándose más de la pulpería rural que de la urbana (en el caso de Slatta y en parte en el de Rodríguez Molas deliberadamente, pues, como los tradicionalistas, llegaron a ella siguiendo el rastro del gaucho)’. En rigor, salvo las páginas que dedicó Bossio, algunas de Rodríguez Molas y las muy generales de Jay Kinsbruner la pulpería de la ciudad de Buenos Aires siguio semi oculta en las sombras.
Si la historiografía continuaba rescatando parte de la imagen legendaria que habían fraguado la memoria de la tradición y el ensayo costumbrista fue porque, en parte, se nutría de las mismas fuentes: relatos de viajeros, quejas capitulares y bandos gubernamentales, pero en parte también porque hacían suya la denuncia del poema hernandismo. Así la literatura gauchesca que no solo le dictaba sus simpatías sino también el nombre de los enemigos que había que seguir denostando y entre esos enemigos del gaucho estaba el pulpero .
Si de la pulpería sabemos algo, del pulpero porteño poco y nada. La verdad es que el pulpero del que nos hablaba la versión tradicional era una figura fantasmagórica; no tenía rostro, no tenía nombre, no venía de ninguna parte ni iba a ningún lugar, carecía de una historia personal, de una identidad étnica y social, no tenía vida privada ni otro lugar público que el que lo condenaba a vivir eternamente detrás del mostrador. Sus prácticas mercantiles no pasaban de ser más que un repertorio de pillerías, el arte de comerciar del pulpero se reducía así a un ejercicio cotidiano de la estafa y el fraude. En su sórdido local el pulpero mandaba sin réplica y, sus clientes, sistemáticamente engañados en su buena fe, se entregaban inermes a su insaciable codicia.
Sin duda la lectura de las actas de cabildo contribuyeron como pocas a apuntalar esa imagen negativa; para el cabildo, para el Estado colonial, el pulpero era, casi por la misma naturaleza de su negocio, un hombre sospechoso.
Una vez más la historiografía avanzó algo sobre la leyenda pero aun así y salvo algunos datos que aporta Bossio y la reconstrucción global que trazó Kinsbruner seguimos ignorando demasiadas cosas sobre los pulperos de la ciudad de Buenos Aires. ¿Cuál era su perfil demográfico? ¿Cómo comerciaba? ¿Cuál era su estilo de vida? ¿Cuál era su patrón de inversión? Ile aquí las preguntas que quiere contestar este libro.
Pero nuestra investigación también se propuso profundizar el conocimiento de la pulpería urbana misma. ¿Cómo eran en realidad las pulperías de la capital virreinal? ¿Qué productos vendían? ¿La pulpería era una empresa? ¿Cómo funcionaba? ¿Cuál era el capital invertido en aquellos negocios minoristas, de dónde provenía ese capital, cuál era su grado de rentabilidad?.
La lectura de numerosos testamentos e inventarios de pulperías, así como algunos libros de cuentas de pulperos -fuentes apenas tocadas en el estudio de nuestras pulperías- nos han permitido empezar a respondernos con precisión sobre el pasado estos interrogantes. Hemos podido reconstruir así las vidas y bienes de 105 pulperos y las existencias de cuarenta pulperías. Aun-que la pulpería rural no es materia de este libro, hemos incluido en el apéndice un trabajo conjunto del equipo sobre el tema, para invitar a una compa-ración entre una y otra y ofrecer un marco de referencia más amplio.
El período elegido (1740-1830) es crucial en la historia de la Argentina y de la ciudad de Buenos Aires. Período de crecimiento acentuado de la población y la estructura edilicia de la ciudad-puerto, fue también el que acabó por definir el rol protagónico de Buenos Aires en la vida política y económica del país. De capital virreinal y sede de un aparato mercantil que dominaba un vasto hinterland, la ciudad pasó a ser el centro del proceso emancipador. Mientras la ciudad se entregaba a liderar la experiencia revolucionaria, vio corno se desmoronaba ese aparato mercantil antes ligado al monopolio gaditano ante los embates de la penetración comercial británica y el peso de las exacciones fiscales que la guerra de la independencia acabó creando. Arruinada la revolución porteña y parte de su elite mercantil, abatido por las montoneras del litoral el estado directorial que había contribuido a crear, Buenos Aires resurge de sus cenizas como modelo de civilizada capital provincial y centro de nuevas aventuras políticas. Años de comercio libre y de transformación de su comunidad comercial han terminado por generar un dinámico sector empresario integrado por algunas firmas criollas y otras extranjeras dispuestas a la novedad ya lucrar de las finanzas del nuevo estado provincial.
Entretanto la ciudad ha seguido creciendo y el paisaje urbano se ha ido abigarrando. Ya en los últimos tramos del período virreinal se puede advertir ese crecimiento físico de la urbe; aumenta la construcción y la densidad de la edificación urbana, los huecos van desapareciendo, las calles céntricas se van empedrando. Después de la Revolución y ya en la década del 20 la construcción privada siguió expandiéndose, sus protagonistas no serán ya los hombres de la elite, sino sectores medios. Junto a la vieja casona de tres patios y a los «cuartos de alquiler» se difunden tipos de intermedios de vivienda, más reducidos que las primeras, al alcance de los medianos ingresos de quienes las hacen construir o las compran. Buenos Aires hacía los albores del rosismo es y no es la misma que la de Vertiz y Cisneros. Nuestra historia está por comenzar 2.

Carlos A. Mayo

CITAS Y NOTAS
1 Jorge Bossio, Historia de las pulperías , Buenos Aires , Plus Ultra, 1970, Ricardo Rodríguez Molas, «Las pulperías rioplatenses en el siglo XVII» en la Universidad del Litoral, 1961 y de el mismo autor Historia Sucia/ del Gaucho, Buenos Aires, Maru, 1968, «Las pulperías», Centro Editor de América Latina, 1982 (La historia de nuestro pueblo) Richard Slatta, «Pulperías and contraband capitalisni in Ninneteenth Century Buenos Aires Province en The Américas», vol january 1982, Num. 3 María Inés Soulés, Susana Martínez y Silvia Moreau, La conectividad en la Gobernación del Tucumán Pulperías, Postas y caminos Buenos Aires, Mupila, 1987, Jay Kinsbruner, Petty Capital/sin in Spanisb América, the pulperos of Puebla, México city, Caracas and Buenos Aires, London, Westview Press, 1987 y aunque referido a la Banda Oriental el trabajo de Jorge Gelman, «Los caminos del mercado: campesinos, estancieros y pulperos en una región del Río de la Plata Colonial» en Latín American Research Revieu4 28:2, 1993. Los trabajos de Kinsbruner y Celman son los más innovadores y han contribuido a replantear algunos aspectos de la imagen tradicional. Aunque no referido al tema de la pulpería aporta datos de interés el libro de N. R Porro, J. E. Astiz y M. M. Róspide, Aspectos de la vida cotidiana en el Buenos Aires Virreina!, Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1982, volumen 88 ,primera y segunda parte. Especialmente el capítulo II sobre la alimentación, con datos sacados de inventarios de pulperías.
2 Véase, Tulio H alperín Donghi, Revolución y Guerra, Buenos Aires, Siglo XI, 1972; Samuel Amaral, «Comercio y Crédito en Buenos Aires (1822-1826)» en Siglo XXI, mo y Nro. 9, enero junio 1990. Sobre la edificación en Buenos Aires, el artículo de Fernando Aliata, Edilicia privada y crecimiento urbano en el Buenos Aires posrevolucionario, 1824-1827, en Boletín del Instituto Ravignani, Nro.7., 3ra serie.

Cita de la obra:

(1) Mayo, Carlos A. (Director), Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Impreso en Departamento de Servicios Gráficos de la UNMdP, 1996, p.153.

Carlos-2

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