de Regoyos, Jacobo, Belgistán, El laboratorio nacionalista, Ariel, España, 2011, pag.241
ISBN 978-84-344-6946-4
Comentario de contratapa:
Bélgica no es un país, que diría Magritte. Cuando la sensación de vivir en un país imaginado es tan fuerte, Bélgica se convierte en Belgistán, uno de los Estados más complejos y surrealistas del continente. Algunos lo han llamado el laboratorio de Europa. Hoy, es el laboratorio del nacionalismo europeo.
Bélgica lleva cuatro años sumida en una grave crisis institucional. La separación del país es evocada todos los días en los medios de comunicación mientras las dos comunidades, la francófona y la neerlandófona, buscan una última oportunidad de convivencia en unas negociaciones que se eternizan. Mientras hablan los políticos, la división del país ya es un hecho en la calle. Los flamencos sólo hablan neerlandés y los francófonos sólo francés. Los partidos políticos están divididos en familias lingüísticas, no se ven las mismas películas ni las mismas televisiones a ambos lados de la frontera lingüística, no se leen los mismos libros, no hay apenas matrimonios mixtos.
¿Cómo afectará lo que está sucediendo en Bélgica al futuro de la UE? ¿Tiene futuro la UE después del caso belga? Si bien Bélgica no es Kosovo, para nosotros, españoles y europeos, es mucho más. Si Bélgica se separa, cambiarán las fronteras internas de la Unión Europea y servirá de referencia para otros nacionalismos en otros Estados de la UE.
Belgistán nos acerca la desintegración de un país a cámara lenta. Un proceso fascinante, mucho más si es un Estado fundador de la Unión Europea y si su capital es la sede de las instituciones comunitarias. Lo que ocurra en Bélgica marcará la construcción europea.
Bruselas es el eslabón más frágil de la lógica flamenca. A pesar de ser una minoría, los flamencos exigen que los camareros de Bruselas les atiendan en neerlandés, pero se molestan con la misma vehemencia si camareros y hosteleros de la periferia sirven y atienden en francés a sus clientes mayoritariamente francófonos. Los mecanismos de protección que reclaman para su minoría en Bruselas se los discuten a la mayoría francófona en la periferia.
Si Flandes aceptó que Bruselas accediera al rango de región fue a cambio de ventajas sustanciosas para la minoría flamenca:
- Flandes instala en Bruselas sus instituciones regionales sin ser su región y hace de la ciudad su capital.
- Siendo sólo entre el 5 y el 10 % de la población, Bruselas es oficialmente bilingüe: tienen derecho a exigir el uso del neerlandés en todos los servicios de la ciudad: ayuntamientos, policía, autobuses, letreros, nombres de calles, señales de tráfico, Parlamento y hospitales.
- Para trabajar en el sector público es necesario tener cierto nivel de neerlandés, lo que se traduce en una aplastante mayoría de flamencos que ocupan estos empleos. La Bruselas bilingüe resulta muy rentable en la práctica para Flandes en términos de empleo público. De todas formas, se garantiza un 8 % como mínimo de estos empleos a los bruselenses (bomberos, policía, etc.).
- Los flamencos tienen derecho a disponer de sus propias escuelas en la región de Bruselas, dependientes directamente de la comunidad neerlandófona.
- Los neerlandófonos tienen también derecho a votar por partidos neerlandófonos en Bruselas.
- Además, para proteger a la minoría flamenca en la capital, se han dispuesto varias normas que les otorgan una sobrerrepresentación política:
— El gobierno regional debe contar con la mitad de los ministros flamencos, a pesar de que los francófonos hayan obtenido diez veces más votos y sea cual sea el resultado de las elecciones (los francófonos tienen también garantizada la paridad en el gobierno federal).
En las comunas, aunque no salgan elegidos, tienen asegurado al menos un concejal neerlandófono a cambio de una cierta contribución financiera. Y ello independientemente del resultado de las elecciones.
Siempre que hay negociaciones sobre la reforma del Estado o similares, los flamencos se niegan a reconocer como interlocutor válido a la región de Bruselas-Capital, porque de pronto se encontrarían en minoría a pesar de que constituyen el 60 % de la población belga: Flandes frente a Valonia y Bruselas. Dos regiones francófonas. Por eso insisten en negociar de comunidad (neerlandófona) a comunidad (francófona) y no de región a región. La negativa a reconocer Bruselas como una región integral es sólo el primer intento de restar importancia a la realidad de la ciudad. Como Pedro en el evangelio, Flandes niega a Bruselas hasta tres veces. (1)
Índice
Agradecimientos 9
Introducción 11
- Un poco de historia 19
- El pecado original 47
- Bruselas 83
- La periferia de Bruselas 107
- «La drole de guerre» 119
- El momento político 139
- La independencia confederal 161
- Declinando el final de Bélgica 185
- La Europa de las etnias 221
- La Unión Europea como motor de nacionalismos 241
- El laboratorio nacionalista 259
- Comparación con los nacionalismos en España . . . 277
Conclusión 287
Cita:
(1)de Regoyos, Jacobo, Belgistán, El laboratorio nacionalista, Ariel, España, 2011, p.p 100:101.
Edición: Maximiliano Van Hauvart, estudiante UNMdP.