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Fotografía de portada del autor Maximiliano Van Hauvart
Brujas (Flandes) a través de C. Cipolla, el Street View de Google Map y la Guía Baedeker, (parte 2)
Selección e introducción:
por Diana A. Duart CEHis-FH-UNMdP y Carlos A. Van Hauvart CEHis-FH- CNAUI-UNMdP.
Hace más de 20 años se producía una de la rupturas más importantes en términos de manuales de historia escolar, los Historia 1,2 y 3 o más conocidos en su momento como los «Santillanas», que convocó a autores como A. Jáuregui, A. González, Raúl Fradkin y S. Jáuregui, hacían su aparición en el mercado de textos educativos.
El Historia 2 como los demás fue ordenado en torno a temas con núcleos problemáticos abordados desde la historia política, social, económica y de las ideas, con la central pretensión de abandonar la clásica historia escolar en torno al relato de los «acontecimientos “políticos.
La modernidad europea como proceso al estilo braudeliano estaba presente en el texto escolar, junto a los problemas/explicaciones que había ensayado Carlo M.Cipolla como editor (1) en su Historia Económica de Europa que Ariel Historia publicó en tres tomos. Los lectores encontraran entre paréntesis el autor correspondiente a la cita elegida, que para este trabajo son siete.
La propuesta de Aportes es recuperar, mediante fragmentos para trabajar en clase, el texto citado de Carlo Cipolla y que es la base del capítulo 1″En las puertas de la Modernidad» del Santillana 2.
Seguimos la misma mecánica como en el capítulo correspondiente a Fernand Braudel (VER), un breve comentario al fragmento elegido, como en el anterior tomamos como referencia la ciudad de Brujas en la región de Flandes (parte del actual territorio de Bélgica). Además, sumamos, una mirada por el Street view del ayuntamiento de Brugge o Brujas centro de la plaza en tiempos medievales. Además de un mapa de la guía Baedeker de Bélgica y Holanda de su edición de 1885
Recordamos que hay que tener siempre presente el marco regional en donde estas ciudades estaban ubicadas, como así mismo la competencia entre ciudades y regiones fueron las que determinaron su auge o decadencia, esos escenarios son centrales en las explicaciones de Braudel como las de Cipolla y es relevante ponerlas de relieve. Brujas fue parte de este proceso, la demografía, las pestes, la producción, los comerciantes de productos a gran escala y de enormes distancias como los cambistas van a tener lugar en esta primera parte.
A las puertas de la modernidad explicada por Jacques Bernard:
Hacia 1330-1340 esta tendencia sufrió un total trastrueque. La superpoblación resultante de la anterior prosperidad, las pérdidas en las cosechas, las pesadas medidas fiscales, las perturbaciones monetarias que la guerra, por aquel entonces endémica, imponía a los gobernantes, y finalmente la Peste Negra de 1348 a 1350, contribuyeron a una larga contracción de la economía, la cual se prolongó hasta finales del siglo xv. La ofensiva de los turcos y los descalabros de las Cruzadas marcaron el final de las grandes empresas cristianas, que a partir de entonces retrocedieron o se limitaron a los puntos de avanzada de las islas del Mediterráneo oriental y del Egeo. Pero, como compensación, los progresos realizados en el siglo precedente en las técnicas comerciales y financieras, y en la concentración de capital, se difundieron ampliamente. Esta organización más complicada debilitó las ferias de Champaña, que, además, sufrían ya entonces la competencia de la apertura de un enlace marítimo directo entre Italia y Brujas. Brujas se convirtió a partir de aquel momento en un centro comercial y financiero de primera importancia. La Hansa germánica, surgida de una necesidad de protección y seguridad ajena al verdadero espíritu de empresa, alcanzaba su cima entonces, mientras que en Inglaterra se comenzaba a tejer la lana que se producía, ini-ciando así su primera revolución industrial.
Cipolla, Carlo, ob.cit., (Jacques Bernard) p. 296
Los efectos adversos que generaban la lluvia y otros problemas climáticos, han sido poco observados en los manuales escolares pero tan presentes en la actualidad, parecieran que no existieron en el pasado como preocupación, sin embargo la historia académica puso hace mucho tiempo en evidencia esta problemática tal cual lo planteaba Emmanuel Le Roy Ladurie, en su artículo, “El clima, la historia de la lluvia y el buen tiempo”.
El tiempo climático siempre ha estado vigente en la vida del campesino, las lluvias, las secas, las inundaciones, un invierno largo o un calor excesivo fueron siempre las preocupaciones de quienes vivían de la producción agrícola.
“…Tiempos difíciles y el hambre podían forzar la migración: miles de personas murieron en las calles de Brujas e Ypres en 1316: esto fue excepcional. Acostumbrados a hacer usos de sus ojos, los campesinos podían ver fácilmente cuando sus pastos estaban demasiados ralos o sus tierras excesivamente agotadas. El mal uso de la tierra era prevenido por común entendimiento y control de los campesinos y de los Señores; limitando los arrendamientos y restringiendo los matrimonios de aquellos que la poseían y o tenían otros medios de ganarse la vida, los campesinos protegían sus fuentes de alimentos y se protegían de la superpoblación…”
Cipolla, Carlo, ob.cit.,( J.C.Russell) p. 73
Las enfermedades también son objeto de estudio, especialmente la llamada “peste blanca” que asoló Europa en grandes periodos, durante los siglos XIV y XV se la conoció como la “gran peste blanca” y estuvo asociada a las hambrunas que sufrieron las principales ciudades europeas y vinculada al grupo etario comprendido entre 15 a 35 años sin discriminar entre hombres y mujeres.
La peste negra no fue la única epidemia que padeció Europa. Si bien es entendida como una de las más importantes en este periodo, debemos tener en cuenta que la viruela y el sarampión también asolaron el continente y que tantos efectos demográficos adversos tendría con la llegada de los europeos a América. Ello rebeló la pobre destreza que la medicina medieval poseía para resolver o prevenir estas enfermedades. Especialmente la forma de contagio de las personas que vivían solas o en grupos, la peste negra se desarrolló en condiciones climáticas en donde el aumento de la temperatura permitió que las ratas y moscas se multiplicaran exponencialmente.
Otra enfermedad fue la disentería como señala Cipolla se convertiría en otras de los males que asolaban periódicamente el continente produciendo un número considerable de muertes:
“ … Otras dos epidemias pueden ser detectadas basándose en las descripciones medievales. Los cronistas describen la enfermedad de 1315-1317 como «disentería», y por sus descripciones se deduce que pudo haber sido disentería amébica. Desde luego, bajo las pésimas condiciones de vida determinadas por las largas y persistentes lluvias, heladas y hambres, otras muchas enfermedades se debieron producir en los años malos. El hambre fue la causa determinante de que miles de personas se dirigieran a las ciudades, donde esperaban recibir algo de comida, creando con ello las condiciones ideales para el desarrollo y propagación de la disentería. Unas 3.000 personas en Brujas y 2.000 en Ypres murieron en unos pocos meses de 1316: el problema reside en saber si estas muertes deben atribuirse solamente a la población de las ciudades o también a la de las áreas circundantes. Los datos en Inglaterra mostrarían que el porcentaje de muertes se elevó muy poco por esta causa, ya que en la mayoría de casos esta enfermedad era de tipo mortal, especialmente para los afectados por otras enfermedades; en realidad, la disentería se limitaba a acabar con la gente sólo unos años antes de que muriesen por otra causa. Estas muertes reducían muy poco la población. Quizá debamos considerar como un tributo a la, en general, buena salud de la Europa medieval entre los períodos de peste, de hecho de que epidemias comparativamente de tan poca gravedad causasen tan tremenda impresión…”
Cipolla, Carlo, ob.cit., (J.C.Russell) p. 58
La región de Flandes, especialmente los telares de Brujas sufrieron intermitentemente por la falta de materia prima, la lana que provenía de Inglaterra. Estos paños gruesos debieron además competir con los paños ligeros de lino o paños mixtos que eran más baratos y que provenían de Italia, en donde en localidades rurales y centros urbanos se instalaron pequeños talleres de telares de lino.
Las ciudades de Flandes no pudieron competir con la política de Eduardo III de Inglaterra de limitar la importación de paños flamencos a su reino. Muchos de los talleres y telares instalados en Brujas, Gante o Ypres se trasladaron a Inglaterra o a la región de Bravante. Hubo intentos de usar lana de menor calidad para bajar los precios de sus productos pero en el largo plazo ya estaban condenados por la política inglesa y la competencia italiana. Esto significó según J.C.Russell que a lo largo del siglo XV:
“… miles de obreros flamencos volvieron de nuevo a los campos o emigraron (…) En los territorios de los Países Bajos, la artesanía de los tejidos descendió a niveles rurales para telas conocidas con una variedad de nombres que se acogen a la denominación genérica de <<pequeñas telas>>. Esto implica una vuelta al estrecho telar de un solo tejedor y a la producción de piezas cortas…”
Cipolla, Carlo, ob.cit., (J.C.Russell) p. 58
Durante la Edad Media el comercio se desarrolló en el Mediterráneo en donde cobraron importancia las ciudades italianas como Génova y Venecia. Las ciudades flamencas prosperaron en torno a esta actividad dominando el Mar del Norte. Cipolla sigue el razonamiento de Braudel que nos decía:
«…Un mercader esta siempre en relación con compradores, proveedores, prestamistas, acreedores. Trasladamos el domicilio de estos agentes a un mapa: se bosqueja un espacio cuyo conjunto domina la vida misma del comerciante. Cuanto más amplio es este espacio, más posibilidades tiene el comerciante de ser importante en principio y casi siempre de hecho. (…) Lo más significativo no es el doble juego del espacio regional y del espacio internacional que la ciudad debe practicar; sean dos circulaciones diferentes, la primera capilar y a poca distancia, continua; la segunda intermitente (…). Estos dos Sistemas se ajustan, se oponen, se suman, o se suceden. La manera en que la vida internacional toca una ciudad la define tanto, y a veces más, por su contacto perenne con sus vecinos. La historia general invade la historia local …”
Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo, Siglos XV-XVIII, 2. Los juegos del intercambio, Editorial Alianza, 1979, Madrid, p. 15
El final de la Edad Media coronó su intenso intercambio con productos que provenían de Oriente y reorientó a Brujas ya no como un centro de producción textil, sino como un centro comercial de distribución de los bienes llegados del <<hechizo de oriente>>. Pero este paso comenzó a gestarse en una alianza de comerciantes italianos y flamencos que durante el siglo XII y XIV, buscaban colocar en el Mar del Norte los productos “exóticos” de Oriente. En consecuencia, lentamente Flandes empezó a abandonar el abasto regional de productos textiles de manera continua por uno de abasto internacional muchas veces intermitentes. Debemos recordar que todavía no se había producido el cierre del Mediterráneo, producto de la caída de Constantinopla, en donde el Atlántico y el Mar del Norte cobrarían mucha más importancia en cuanto poder político y económico:
“…El rápido declive de las ferias de Champaña estuvo determinado parcialmente por la política de los reyes de Francia, pero mucho más por las avanzadas técnicas comerciales que los italianos establecían n Flandes e Inglaterra.
También las rutas terrestres, de las que dependían las ferias, perdieron una buena parte de su tráfico, que fue superado por el marítimo. Se puede decir que fue una galera genovesa la que inauguró la ruta marítima directa entre el Mediterráneo y Flandes, en 1277. Pronto fue seguida por las naves de los venecianos (hacia 1317 corno fecha más tardía), los florentinos y los catalanes. En los siglos XIV y XV, las galeras italianas, las carracas, llegaban cada año a los puertos exteriores de Brujas, Amberes, Sandwich y Southampon, tras un largo viaje que duraba varios meses y en el cual se tocaran muy pocos puertos (tal vez entre cinco y quince). Transportaban o sólo cargas de especias, aromáticos y frutos, sino también fibras, textiles y alumbre, y su carga normal de retorno era lana inglesa. Estos lazos marítimos regulares…”
Cipolla, Carlo, ob.cit., (Jacques Bernard) p.307
STADHUIS, BRUGGE, FLANDES, BELGICA.
https://www.google.com.ar/maps/@51.2086525,3.2264572,3a,75y,140.34h,98.66t/data=!3m6!1e1!3m4!1sKtX1mDrGt9h1VqVF5DCkAA!2e0!7i13312!8i6656!6m1!1e1
Guía Baedeker
Cita:
1.- Cipolla, Carlo (ed), Historia económica de Europa (1) La Edad Media, Ariel Historia, Barcelona, 1979, pag. 411.