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Fuentes para el estudio de la colonización británica en América.
Parte II. Cita de autor Nro.º:3
Inglaterra, el azúcar y el mercantilismo
por Diana A. Duart CEHis-FH-UNMdP y Laura Cabrejas CEHis-UNMdP.
D.N.D.A. Registro de autor 5.274.226
Introducción
El derrotero espacial de la caña de azúcar, la trasladó desde su origen en Oriente hasta América. La especie, su cultivo y la obtención de su producto final el azúcar no estuvieron exentos de ensayos con aciertos y errores. Los portugueses la introducen y cultivan en Brasil hacia mediados del siglo XVI.
La comercialización internacional del azúcar, nos permite ejemplificar los mecanismos y las estrategias que las potencias europeas idearon en el contexto del mercantilismo. Inglaterra comienza introduciendo azúcar a su mercado interno que compraba a otras naciones, luego sus “islas de azúcar” en el Caribe le van a permitir un abastecimiento directo y más barato para sus consumidores domésticos. La “dulzura” deja de ser un artículo de lujo, escaso y caro para convertirse en una mercancía de consumo masivo. Finalmente, Inglaterra dominará su distribución en los mercados del norte de Europa desplazando a Portugal de su rol preponderante.
Hoy presentamos la traducción de algunos pasajes de la obra clásica del antropólogo norteamericano Sidney Mintz, Dulzura y poder. El lugar del azúcar en la historia moderna(1922) (1). La selección expone, precisamente, la mutación que Inglaterra experimentó desde el rol de comprador pasivo a productor, introductor y distribuidor activo en la comercialización internacional del azúcar y que puede ser usada en su totalidad o en los fragmentos que los docentes consideren pertinentes para trabajar en el aula, sobre el tema del comercio en el mundo colonial del Nuevo Mundo.
El siglo XVII fue, por supuesto, de una tremenda actividad para marineros ingleses, comerciantes, aventureros y funcionarios reales.
Se establecieron muchas más colonias inglesas en el Nuevo Mundo que las que habían establecido los holandeses o franceses; la población colonial inglesa, incluidos los esclavos africanos, superaba con creces la de cualquiera de sus dos principales rivales del norte europeo.
Desde 1492 hasta 1625, el caribe español, fue debilitado por el contrabando y las incursiones de piratería, aunque el poder español estaba intacto, fue disminuyendo cuando St.Kirrt fue fundada; iniciando un proceso irreversible de expansión territorial de los ingleses, que alcanzó su clímax sólo treinta años más tarde con la invasión de Jamaica.
El siglo XVII fue también el siglo de las guerras navales en el Caribe, las potencias europeas del norte definieron sus objetivos; su escala de enfrentamiento variaba desde la piratería relámpago y quema de ciudades a encuentros entre flotas navales.
Varios procesos diferentes pero relacionados entre ellos fueron ocurriendo a la vez, pero España estaba enfrentada a los ingleses, holandeses y franceses, porque era su imperio colonial el objetivo de estas potencias.
Inglaterra se comprometió al máximo en este conflicto, conquistó la mayoría de las colonias, importó a la mayoría de los esclavos (para sus propias colonias y para sus propios súbditos) y fue más lejos y más rápido en la creación de un sistema de plantación. El producto más importante de ese sistema era el azúcar.
Café, chocolate (cacao), nuez moscada y coco fueron otros productos consumidos por el mercado; pero la cantidad de azúcar producida, los números de sus consumidores y la gama de los usos superó los otros antes mencionados; y seguió siendo el producto principal por siglos.
En 1625, Portugal proveía a casi toda Europa con azúcar de Brasil. Pero los ingleses pronto desarrollaron sus fuentes de producción en Barbados y luego en Jamaica, así como en otras «islas del azúcar».
Los ingleses aprendieron de los holandeses, los métodos de producción de azúcar y sus sustancias afines, cuyos experimentos con la agricultura de plantación en la costa de Guayana habían sido frustrados por los portugueses.
Desde sus humildes comienzos en la isla de Barbados a partir de 1640, la producción de azúcar crece con rapidez asombrosa, ocupando toda la isla, poco después, es conquistada Jamaica que tiene un territorio 30 veces más grande que Barbados.
Como el azúcar producido tenía un precio competitivo con respecto del azúcar portugués, Inglaterra desplazará a Portugal en la introducción de aquel en el norte de Europa.
Del monopolio resultante se obtuvieron precios de monopolio, sin embargo y luego de la rígida competencia de los franceses en 1660, el azúcar proveniente de otros orígenes ingreso a Gran Bretaña con impuestos, a las Colonias de las Indias Occidentales les fue entregado virtualmente un monopolio para ingresar en el mercado británico.
En Francia, las políticas restrictivas mantuvieron el azúcar inglés competitivo hasta alrededor de 1740, cuando los franceses empezaron a desplazarlos.
Gran Bretaña nunca volvió a recuperar los mercados europeos, entonces sus plantadores y mercaderes se tuvieron que consolar con abastecer el mercado interno.
En 1660, Inglaterra consume 1.000 barriles de azúcar y exportó 2.000. En 1700, son 50.000 y exporta unos 18.000. Para 1730, se duplica el consumo interno en 100.000 barriles, vendiéndose al mercado externo 18.000. En 1753, Inglaterra consume 110.000 barriles producidas en Antillas pero solo pueden colocar en el mercado europeo 6000.
«Como el suministro de las Antillas británicas aumentó, la demanda de Inglaterra siguió el ritmo de este suministro, y a mediados del siglo XVIII, parece que estas islas no son capaces de producir más azúcar que la que se consume en la madre patria”.
Los pasos que dio Inglaterra fueron de, comprar cantidades modestas de azúcar del Mediterráneo; a importar de sus propios productores en el Caribe para abastecer su mercado interno; para comprar grandes cantidades a los portugueses primero en las islas atlánticas y luego en Brasil. En un primer momento el azúcar no era refinada en Inglaterra, para establecer sus propias colonias azucareras y refinado. Este complejo resultó un modelo inevitable.
Por un lado, representan una extensión del imperio hacia afuera, pero por el otro, marcan la adopción del consumo de azúcar como un hábito nacional. Como el té, el azúcar llegó a definir el carácter inglés.
La visión de un mercado en expansión, producto de la acción de los consumidores en Gran Bretaña fue captada tempranamente. Sir Josiah Child, un pionero mercantilista que señalaba («todas las colonias con plantaciones hacen daño a sus reinos, el comercio de lo producido por las plantaciones no están limitadas por leyes severas o la ejecución de esas leyes, por parte de la metrópoli”), subrayó la necesidad de intervenir las colonias con el objetivo de controlar el comercio para beneficio de la metrópoli:
«Es el poder de su Majestad, y del Parlamento, cobrar impuestos al azúcar producida en colonias fuera de este reino, para hacer del azúcar un producto completamente inglés, como lo es el aranque blanco producido por los holandeses; y sacar más beneficios para el Reino como lo hacen los holandeses. Y que en virtud de esto todas las plantaciones de azúcar de otros naciones, en unos pocos años se encuentren en la ruina o desplazadas por nuestra política”
Sir Dalby Thomas, gobernador de Jamaica y plantador de azúcar a finales del siglo XVII, sostenía los incentivos de la producción de azúcar.
Él también previó la riqueza de las colonias plantadoras de azúcar como producto del consumo en las metrópolis:
- el mayor consumo de azúcar es hecho por ellos mismos [los legisladores del Parlamento] y el resto de la gente rica y opulenta de la nación.
- la cantidad anual producida no es menos de 45.000 tuns [probablemente está hablando de los azúcares producidos en colonias británicas en el momento de 1690].
- La mitad de esto es consumida en Inglaterra y asciende aproximadamente a 800,000 libras. La otra parte se exporta, y después se ha pagado a los marinos, se vende y por lo tanto trae a la nación en dinero o en bienes útiles, 800.000 libras.
El historiador Oldmixon agrega, » compramos tanta azúcar de Portugal como ascendió a 400.000 libras cada año, la cual podría ser ahorrada si la produjéramos nosotros».
Thomas sigue: «debemos tener en cuenta también los espíritus (consumo) de la melaza, que se envía desde las colonias del azúcar a otras colonias y a Inglaterra; que si toda la melaza fuera vendida en Inglaterra a sus espíritus (consumidores), le supondría anualmente por encima de 500.000 libras a mitad de precio sería la cantidad de brandy de Francia»
Reconoció no sólo las diferentes fuentes de lucro mercantil que se obtenían de las colonias del azúcar, como de los compradores de productos terminados de la metrópoli.
Al argumentar que colonias meridionales de la tierra firme de América se asemejaron más a las Antillas comparándolas con Nueva Inglaterra, él puso esta parte del caso elocuentemente:
“… podrían fácilmente conseguir a negros de Guinea, cada una consume cada año instrumentos de labranza, además de hachas, serruchos, herramientas de mano, clavos, y otros Instrumentos de hierro y materiales, consumidos en la construcción y otros usos, al valor de al menos 120,000 libras en herrería. Los cueros, armas, cuerdas, anclas, velas y materiales para la navegación y transporte, además de camas y bienes usados en las casas, consumidos por nosotros es infinito: Ni el beneficio que recibe el reino es lo suficiente como para ser explicado, por lo tanto, en una palabra, hay que decir, que los productos y el consumo, como el envío que dan empleo es de una cantidad infinita, más beneficiosa para la riqueza, el honor y la fuerza de la nación, que pueden ser cuatro veces el mismo número de manos, que son empleados nuestro Reino”.
Thomas comprendió el desarrollo de lo que iba a ser Europa como el mayor mercado de masas para productos de lujo que provenían de afuera. Y vio que, debido a todo el proceso, desde la creación de colonias, la compra de esclavos, la acumulación de capital, la protección de la navegación, y todo lo concerniente al consumo era protegido por el estado, esas empresas eran significativas desde el punto político como económico.
Como todos los comerciantes del azúcar tenían argumentos políticos y económicos para su consumo (que también lo explicaban desde lo ceremonial y medicinal):
“Los europeos de hace 500 años desconocían el uso del azúcar y apenas sabían su nombre… las personas con licencia para practicar la medicina pronto encontraron [] los beneficios equiparables al de la miel, sin muchos de sus efectos nocivos: por lo que rápidamente se convirtió en una mercancía en gran estima, y aunque el precio entonces era diez veces más que ahora, su consumo aumento rápidamente, y llegó a ser tan grande… Virtudes de la melaza anteriormente vendidos sólo en tiendas de farmacia con el nombre de melaza, es ahora conocido tanto por el destilador y el cervecero… ni puede ser imaginado cuántos nuevos usos tendrá y el consumo provechosamente de los diferentes productos de una plantación de azúcar: en bautizos, banquetes y las mesas de hombres ricos, estas pueden ser las de menor calidad pero de gran placer, se debe desalentar a los holandeses y franceses en su producción para que no tome alto vuelo o beneficiarnos de ella , como lo hicimos con el azúcar de Portugal , la pérdida de mercados sería como consecuencia, que es nada menos que el decaimiento de la mayor parte del transporte y la caída de la mitad de su ingresos de la venta de azúcar …”
Podemos ver que los ingleses comprendieron bien los beneficios de tener sus propias colonias productoras de azúcar, y que también entendieron mejor el potencial del crecimiento del mercado británico para el azúcar.
Por lo tanto no es de sorprender que siglos más tarde vieran a la producción de productos tropicales en las colonias cada vez más estrechamente ligadas a consumo británico — y a la producción en fábricas y tiendas británicas.
Producción y consumo, por lo menos con respecto al producto que estamos considerando aquí — fueron lados no simplemente opuestos de la misma moneda, pero perfectamente conectados; es difícil imaginar el uno sin el otro.
Ciento cincuenta años después de que Thomas filosofó sobre el consumo y el beneficio de este producto (el comercio del azúcar), otro inglés comentó, sobre las colonias y sus productos de manera ilustrativa. «Hay una clase de comercio y exportación de las comunidades», escribió John Stuart Mill., «en que unas palabras de explicación parecen ser necesario”.
Estas (colonias) apenas pueden ser consideradas como países, en el continuo intercambio de mercancías con otros países, sino más bien como las fincas agrícolas o de manufacturas pertenecientes a una comunidad más grande.
Nuestras colonias de las Indias Occidentales, por ejemplo, no pueden ser consideradas como países con un capital productivo propio… [sino que son, más bien,] el lugar donde Inglaterra considera que es conveniente para llevar a cabo la producción de azúcar, café y otros productos tropicales.
Todo el capital empleado es el capital inglés; casi toda la industria se lleva a cabo para el consumo de los ingleses; existe poca producción excepto para productos básicos, y estos son enviados a Inglaterra, no para ser canjeado por cosas exportadas a la Colonia y consumidos por sus habitantes, son para ser vendido en Inglaterra en beneficio de los propietarios de allí. El comercio con las Indias occidentales no debe considerarse un comercio exterior, se asemeja al tráfico entre la ciudad y el país» (2).
Cita:
(1) Mintz, Sidney, W., Sweetness and power, the place or sugar in modern history, Penguin Books, U.S.A., 1985.
(2) Ob.cit. pp.38:42.
La siguiente traducción del texto en ingles está realizada en torno al uso de la Historia Escolar, se han dejado de lado ciertas precisiones debido a la complejidad del texto, (eliminando las citas aclaratorias del editor.) como las puntuaciones.
Traducción: Matias Wibaux, Daniel Virgili, Carlos Van Hauvart.
Edición: Maximiliano Van Hauvart, estudiante UNMdP.
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Un comentario en «Inglaterra, el azúcar y el mercantilismo entre 1650 y 1740.»
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