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Gaspar Riveros, el astrólogo mulato de México | Juan Oliva Pippia | Cap 18 | Historias coloniales
Guion por Juan Oliva Pippia
Hola a todos y todas, bienvenidos nuevamente al canal de Aportes de la Historia. Hoy les presentamos la historia de un mulato intelectual: Gaspar Riveros de Vasconcelos, de padre portugués y madre esclava.
En los videos anteriores, hemos visto, desde la óptica de David Sweet y Gary Nash, cómo los grupos oprimidos se organizaban de forma colectiva para adaptarse o confrontar no sólo las tantísimas dificultades que se les presentaban en su vida diaria, sino también al sistema social en el que se encontraban inmersos. Sin embargo, los actores coloniales no actuaban únicamente en conjunto. Puede observarse, en muchos casos, la acción y la resistencia individual, que ocurría de forma tan aislada que era casi imperceptible para los personajes del período. Los autores denominan esta lucha como supervivencia mediante el desafío individual.
Éste es el caso de Gaspar Riveros de Vasconcelos. De padre portugués y madre esclava, nació en el año 1620 en la ciudad de Tánger, Marruecos. De niño se trasladó a Angola, y de allí emprendió un largo recorrido por las colonias americanas de España y Portugal. Vivió en Pernambuco, Cartagena, la Habana, hasta llegar, finalmente, a la ciudad de México (capital del Virreinato de Nueva España). Anteriormente, había aprendido a leer y a escribir, es por esto que cuando llegó a México, se dedicó a estudiar artes, retórica, cánones y gramática, acumulando así un gran contenido intelectual. Para el año 1650, se mantenía con varios “trabajillos”: hacía escrituras para contadurías, redactaba el correo de algún que otra persona y ayudaba a estudiar gramática a los jóvenes.
El padre de uno de sus alumnos, tal vez resentido por la superioridad en conocimientos y letras de un mulato, fue acumulando poco a poco las sospechosas ideas que manifestaba nuestro personaje en sus palabras/dichos. Es así, que una vez que logró obtener una buena cantidad de pruebas de su dudosa fidelidad a la Iglesia Católica, lo denunció ante el Santo Oficio (es decir, la Inquisición). Puede observarse, cómo esta institución funcionó como una herramienta de descargo de rencores personales y sociales, siendo el delito religioso simplemente un pretexto para perjudicar al demandado.
Gaspar Riveros de Vasconcelos tenía talento de astrólogo y descubría, a través de la adivinación, objetos extraviados. Sin embargo, la acusación más grave que se hizo en su contra fue con respecto a sus declaraciones sobre los judaizantes (poner su definición en letras blancas) y la actitud del Santo Oficio para con ellos. Para entender esto resulta de vital importancia entender la posición que ocupaba la religión judía en el período colonial.
Luego de la expulsión de los judíos españoles en el año 1492 por los Reyes Católicos, miles de familias se refugiaron en Portugal, esperando poder prosperar allí. Poco tiempo después, fueron reprimidos y tuvieron que convertirse al cristianismo sin abandonar, en la clandestinidad, las prácticas judías de sus ancestros. Entre los años 1580 y 1640, con la unión de las Coronas de Castilla y Portugal, estas comunidades, imaginando una situación menos estricta que en Europa, vieron una nueva oportunidad para desarrollarse en el continente americano. No obstante, una vez en México fueron cruelmente controlados y reprimidos.
Nuestro personaje, Gaspar, se vio involucrado en esta situación. Varios testimonios afirmaron haber escuchado que fue discípulo de un maestro judío en su ciudad natal. Y aunque esto pudo no haber sido cierto, queda fuera de duda la simpatía que sentía el acusado con estas comunidades religiosas. El autor nos afirma que esta simpatía o admiración era algo muy frecuente en los hombres de color, negros y mulatos de aquella época. Se sentían atraídos por los judaizantes perseguidos, discriminados y despreciados que lograban lo que la sociedad colonial negaba a las personas de color: el poder y el dinero.
Además de su buen visto hacia estas comunidades religiosas, fueron reiteradas las veces en que Gaspar Riveros, se refirió públicamente a los inquisidores como ladrones y corruptos, denunciando su injusticia al obrar y su falta de criterio para determinar una sentencia.
Sin embargo, a la hora del juicio, Riveros tuvo un cambio radical de actitud: perdió su arrogancia y se mostró a sí mismo como una persona muy humilde. Supo defenderse con mucha inteligencia, admitiendo su inferioridad por su color piel y confesando algunos delitos que el Santo Oficio no conocía. Es así, que diez meses después de iniciado el proceso, se llegó a una sentencia: se le prohibió cualquier tipo de contacto con alguien sancionado previamente por el Santo Oficio, ocuparse de la astrología y hablar públicamente de las actividades de la Inquisición. Finalmente, quedó desterrado, por un período de dos o tres años, de la ciudad de México.
Pese a todo esto, los castigos de los inquisidores fueron muy leves para nuestro mulato intelectual, que con inteligencia y conocimiento pudo evitar un destino mucho peor. Esta historia, la historia de Gaspar de Riveros de Vasconcelos nos ayuda a ilustrar muy bien cómo operó la lucha por la supervivencia mediante el desafío individual, durante el período americano colonial.
Edición
Max Van Hauvart Duart, estudiante FCSYTS-UNMdP
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