Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Nueva España y las invasiones napoleónicas | Francisco Colonna | Cap 40 | Historias coloniales

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Nueva España y las invasiones napoleónicas | Francisco Colonna | Cap 40 | Historias coloniales

Guion por Francisco Colonna

En este primer capítulo, vamos a trabajar a partir del texto del historiador Timothy Anna “La independencia de México y América Central”, parte de la compilación Leslie Bethell denominada “Historia de América Latina”. Plantearemos algunas características del Virreinato de Nueva España, así como el impacto que allí tuvo la invasión napoleónica de 1808. 

El Virreinato de Nueva España era, hacia fines del XVIII y principios del XIX, un espacio vital para la Monarquía española. En primer lugar, era su colonia más rica: la agricultura y la ganadería constituía la principal actividad económica, acompañada de las manufacturas, el comercio y la minería. La Corona, a través de la prohibición de comercio con puertos extranjeros, monopolios sobre ciertos productos y un gran número de impuestos, lograba apropiarse entre el 9 y el 10% de lo que se producía en el Virreinato. Además, poseía una enorme cantidad de población: para poner un ejemplo, Ciudad de México, la capital del virreinato, era la ciudad más poblada de todo el continente americano, y para 1811, la segunda mayor ciudad del imperio, después de Madrid.

Ahora bien, ¿cómo estaba compuesta esta gran población? Veamos la composición social de Nueva España. Los blancos  (que se dividían entre criollos y europeos) representaban el 18% del total de la población. La élite peninsular controlaba el gobierno, el ejército, la Iglesia y la mayor parte del comercio exterior. La élite criolla, que estaba compuesta por mineros, comerciantes y propietarios agrarios, estaba por debajo de los peninsulares en la escala social.

Luego venían otros criollos, con distintas profesiones, así como comerciantes, eclesiásticos y oficiales menores, que se veían en desventaja frente a la élite criolla y peninsular por no poder ascender en la escala social y económica. Por último, estaban los indios y las castas, que juntos representaban el 82% de la población. Estos eran los dos sectores más segregados y pobres de la población, siendo la principal mano de obra en las haciendas, minas y obrajes.

Ya conocemos entonces algunas de las características principales de Nueva España a principios del siglo XIX. Veamos ahora qué estaba pasando al mismo tiempo en la metrópoli. En 1807, las tropas de Napoleón Bonaparte ingresaron al territorio español y obligaron a Carlos IV y a Fernando VII, reyes de España, a renunciar al trono: se nombró entonces al hermano de Napoleón, José Bonaparte, como rey de España y de las Indias. Ante la ausencia del rey, surgieron de manera inmediata un gran número de juntas a lo largo de todo el imperio: estas, ante la vacancia del poder del rey, cabeza de la monarquía, se convirtieron en las depositarias de los derechos y poderes del monarca preso. De este modo, las distintas juntas que surgieron se proclamaron guardianas de la soberanía de Fernando VII.

En Nueva España, esto significó un grave conflicto entre la élite peninsular y la élite criolla. Por un lado, los criollos, principalmente los vinculados al Ayuntamiento de Ciudad de México, deseaban que se creara un Junta que pueda mantener la estabilidad y la integridad del virreinato mientras Fernando estuviera preso. Por el otro, los peninsulares creían que esta nueva Junta que se proponía era innecesaria, debido a que la Junta de Sevilla se había constituido como el verdadero poder político, y que por lo tanto no hacía falta ningún cambio en el virreinato.

En este momento, el virrey de Nueva España, José de Iturrigaray, se inclinaba por la opción de los criollos de crear una junta. Los peninsulares vieron en esto un peligro muy grande para el virreinato y, en septiembre de 1808, depusieron por las armas a Iturrigaray y pusieron en su lugar a Pedro de Garibay., personaje que era fiel a los peninsulares.

Detengámonos en un punto que es importante aclarar. La discusión que proponían los criollos no giraba en torno a la independencia de la Monarquía, sino de la autonomía dentro de ella. La disputa entre peninsulares y criollos era si Nueva España era una colonia o no, pero dentro del imperio español.

Los autonomistas sostenían que el virreinato era en realidad uno de los tantos reinos que componían la Monarquía, y por ello es que era legítimo crear una junta que resguarde el poder del rey. En oposición a estos, los absolutistas negaban que Nueva España fuese un reino como los demás, y por tanto declaraban a la propuesta autonomista como ilegal.

Como último punto a trabajar, planteemos la siguiente pregunta: ¿por qué todos estos acontecimientos son reconocidos como el comienzo del proceso que llevará a la Independencia de México?

Para Timothy Anna desde 1770 estaban teniendo lugar en Nueva España numerosos procesos y acontecimientos que acrecentaron las diferencias entre los criollos y los peninsulares.

  • En primer lugar, las reformas borbónicas, que significaron cambios en los ámbitos militares, comerciales, administrativos y fiscales, con el objetivo de reforzar el control del territorio americano por parte de la monarquía. (Publicidad: si querés saber más sobre las reformas borbónicas, podés ir al capítulo N°20 de Historias Coloniales o al episodio N°4 de El rincón de Adso).
  • En segundo lugar, la llamada consolidación de vales reales de 1804, que perjudicó a los criollos obligándolos a pagar sus deudas. Nueva España fue el territorio americano que más aportó (3/4 partes del total)
  • Debemos agregar también la situación de guerra constante que tuvo la monarquía desde 1793, lo que disminuyó la presencia española en América y obligó a los americanos a valerse por sí solos.
  • En cuanto a la Iglesia, 2 acontecimientos tuvieron fuertes repercusiones: la expulsión de los jesuitas, en 1767, y las nuevas medidas promulgadas en contra de la inmunidadde los eclesiásticos.
  • Por último, en el ámbito socio económico, el fin del auge minero de Nueva España tuvo como resultado un aumento del desempleo en distintas regiones del virreinato. A esto, se sumaron una serie de malas cosechas en 1808 y 1809, junto con un desmedido incremento del precio del maíz hacia 1810.

Todos estos puntos contribuyeron a crear un Estado de ánimo que produjo una escalada de tensión política y conspiraciones, que desembocaron en una serie de insurrecciones populares entre 1810 y 1815, tema que trabajaremos el próximo capítulo.

 

Edición

Ihan Quiroz, estudiante CNAUI (UNMdP)

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