Declaración de la cautiva María Paula Santana, febrero de 1781
Relación que hace la cautiva que salió hoy ala inmediación del fortín a las preguntas que le he hecho. Dice se llama María Paula Santana, natural de Arrecife, casada con José Ortellao que vivía con su marido y dos hijas en una chacra suya a tres leguas de distancia de la Guardia Vieja del Zanjón.
Que la mañana de un día jueves avanzaron su casa los indios, que su marido se escapó huyendo en su caballo en pelo que no sabe si lo mataron, o cautivaron, que cogieron a ella y sus dos hijas. La mayor casada con el baqueano Julián Salazar y la menor de solo siete años de edad. Que aquel mismo día fueron a hacer noche a la costa de una laguna, y al día siguiente poco después de haber salido el sol, estando cogiendo caballos los indios para comerciar divisaron a los cristianos, y los reunieron un poco con otras cautivas, mientras duró la pelea quedando en su guardia algunos pocos indios y chinas. Inmediatos al golpe de hacienda que tenían la que disparó casi toda para adentro, y a poco tiempo después que pegaron fuego al campo arrearon por delante los cautivos y poca hacienda que les quedó, y a trote y galope llegaron a otra laguna donde aquella noche mudaron caballos y caminaron todo el día siguiente que inmediato pasaron el Salado y se derramaron en muchos trozos, a los cuatro días y medio llegaron a la sierra, siempre caminando a trote y galope sin haber hasta allí encendido fuego ni aún de noche pues el rato que paraban estaban con los caballos enfierrados. Luego que llegaron a la sierra se esparcieron por diferentes rumbos, y los que llevaron a ella y su hija menor (porque a la casada desde el día de la pelea no la volvió a ver, que preguntó a algunos por ella, y le dijeron unos que se había huído con la hacienda y otros que la habían quitado los cristianos) caminaron otros cinco días siempre a la misma conformidad a trote y galope hasta la costa de una arroyo, donde había algunas tolderías que serían como unos trece o catorce toldos. Allí pasaron ocho días y siguiendo la costa hicieron paradas llevando siempre los toldos, en una de estas paradas se juntó mucha indiada y estuvieron unos días ensayándose en hacer escaramuzas en tropas a modo de pelea y picando piedras para bolas, y a los cuatro o cinco días de luna nueva, se marcharon, quedando solo la chinería y pocos indios guardando la hacienda, que preguntada una china ladina, donde iban, y la dijo que a correr yeguas, y que después se habían de volver a pintar y habían de venir a las tres lunas a dar en la Magdalena, que también la dijo habían pasado los Aucas para Buenos Aires.
Que muchas de las cautivas que habían hecho las llevaban a cambiar por ropa y aguardiente a los establecimientos nuestros de la costa patagónica y que también llevaban ganado.
De allí siguiendo siempre la costa de dicho arroyo, salieron sobre el camino de las salinas y pasaron en unos médanos hasta donde se divisaban muchas tolderías en la costa de una laguna grande que llamaron del monte, y le dijeron es de agua salada.
Allí en esta última parada tuvieron noticia que volvía la indiada con hacienda y ganado; y la aconsejó la china ladina instándola se huyese para Buenos Aires porque si no en llegando los indios la venderían tierra dentro, y temerosa de emprender a pie sin auxilio ninguno sola un camino tan largo sin saberle; no se determinaba, y la dijo que sería de ella si la encontraban los aucas que habían pasado para Buenos Aires, a que la respondió que tuviese ánimo, siguiese el camino que no encontraría indios porque los aucas llevaban otro rumbo, y habían de venir a dar a Areco y que dicho camino la traería hasta la villa de Luján, a los tres días de estar en esta última parada se determinó y emprendió su marcha a la noche a pie.
La misma noche que se huyó perdió el camino y nunca más lo volvió a encontrar, y se gobernó por el sol trayéndole al nacer a la derecha, y a la izquierda al ponerse y algunas veces lo dejaba a la espalda.
A los ocho días de haber caminado encontró una tropilla de indios con caballos por delante y se ocultó luego que los divisó tendida a lo largo detrás de una mata de paja y pasaron bien cerca de ella sin verla.
Volvió a caminar siguiendo siempre el mismo rumbo, hasta hoy antes del mediodía que descubrió una chacra de las inmediatas de este fortín. Y caminando para ella encontró la Partida del Salto que está aquí cortando paja, donde pasó un rato, y luego la trajo aquí el Blandengue José Maldonado con otros de la partida. Dice ha caminado desde que huyó de la toldería veinte días con hoy.-
Fortín de Areco, 23 de febrero de 1781.
Pereda.
Preguntada después qué armas llevaban los indios, dijo que había visto muchos con sable y con daga o machete presta su manija de cuero, para la [ilegible] que no vio muchas chuzas y algunas sin hierro solo la caña, que el día de la función vio algunas con un solo clavo atado a la punta que su amo era uno de estos y cuando ser iban a retirar separó el clavo, lo metió en la bolsa y arrojó la caña que la tropa de indios que llevaban de ella que serían como cuarenta entre todos, no iban más que dos de chuzas.
Preguntada después el nombre del cacique, que se reconocía por principal. Responde que se llamaba Santiago. Preguntada si tienen mucha caballada responde que mucha y que la más era la de la Magdalena y Luján según había conocido por algunos hierros.
Preguntada si sabe que algunos de los cristianos trate con ellos, o tenga amistad. Responde que no sabe.
Preguntada si sabe, o ha oído decir en punto a venir los indios a atacar la frontera. Responde que un indio le había oído que dentro de tres lunas irían a Buenos Aires y que en el tiempo intermedio iban al Monte a prepararse de lo necesario para la empresa.
Preguntada que naciones conoció amigos, responde que no los distinguió sino que a todos las vio juntas y amigables.
Preguntada si tiene otra cosa que declarar, responde que no, y que todo lo que ha declarado es verdad, que jura.
Buenos Aires, 3 de marzo de 1788.
Mayo, Carlos (Ed.), Fuentes para el estudio de la frontera, voces y testimonios de cautivos, fugitivos y renegados. (1752-1790), Grupo Sociedad y Estado “Ángela Fernández”, F.H., Depto. De Historia, UNMdP, 2002, pp.(47:49).
Edición y corrección: Van Hauvart Duart, Maximiliano L. Estudiante de Letras. FH, UNMdP.