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Hoy en Aportes ponemos a disposición de nuestros colegas parte del Diario de viaje de Henry Hudson (1565/1611) que realizó entre 1608 y 1609 para la Compañía de Indias Orientales y la Cámara de Amsterdam. El objetivo era encontrar una ruta a Oriente descartada la vía hacia el noroeste. Esto lo llevó a explorar las costas de Canadá llegando a lo que es hoy Manhattan en donde se internó por un río que hoy lleva su nombre. Este documento y otros que hemos traducido para enfocar las experiencias francesa, holandesa e inglesa busca facilitar material que enfoquen la vida de las sociedades originarias y la mirada que de ellos registran los europeos. La presente traducción ha sido realizada por Camila Valdettaro (CNAUI/UNMdP).
Henry Hudson llega a Manhattan, los indios
Hace mucho tiempo atrás, cuando no había tal cosa conocida como la gente de piel blanca…
Algunos Indios que habían salido a pescar,y, dónde el mar se expande, divisaron a gran distancia un objeto extraordinariamente grande, nadando (o flotando) en el agua, tan grande como nunca habían visto antes. Inmediatamente volvieron a la costa y avisaron a sus compatriotas de lo que habían visto y les apresuraron para que averigüen con ellos lo que podría ser. Juntos se apresuraron y vieron con gran sorpresa el fenómeno, aunque sin ponerse de acuerdo en qué era; algunos concluyendo en que era un pez sumamente gigante, o algún otro animal, mientras otros opinaban que debía ser una casa extrañamente grande. Estaba a una distancia concordada entre esos que eran espectadores, que este extraño fenómeno se movía hacia tierra, siendo que era o no un animal, o algo que tuviera vida en sí, sería algo que merece ser informado a todo los Indios en las islas inhabitadas de lo que habían visto y ponerlos en guardia. En consecuencia, mandaron a corredores y trabajadores del río a que hagan llegar la información a sus diversos jefes, que estos podrían llegar a ser mandados en cualquier dirección para que los guerreros estuvieran alerta. Éstos, llegando en grandes números y decidiendo en que estaba decididamente moviéndose hacia ellos, (por la entrada del río o la bahía), concluyeron que era una gran canoa o casa, en donde el gran Manitto (el grande o Ser Supremo) mismo estaba y en donde él probablemente estaba viniendo a visitarlos.
Para ese momento, varios jefes de diferentes tribus estaban asentados en la Isla York y estaban debatiendo en el problema sobre si deberían recibir a su Manitto en su llegada. Cada paso había sido bien provisto con grandes cantidades de carne para su sacrificio, las mujeres requeridas de preparar sus mejores víveres, los ídolos o imágenes eran examinados y puestos en un orden, y un grandioso baile que debía ser, además de entretenimiento para el Manitto, y tal vez con la suma de un sacrificio, una contribución hacia su apaciguamiento, en caso en que Él esté enojado con ellos. Los magos también fueron puestos a trabajar, para determinar cuál era el significado de este fenómeno, y cuál sería el resultado. Tanto a éstos, como a los jefes y los sabios hombres de la nación, hombres, mujeres y niños estaban buscando consejo y protección. Entre esperanza y temor, y en confusión, un baile comenzó.
Entre esta situación refrescados corredores arribaron declarándolo una casa de variados colores y llena de criaturas vivientes. En ese momento se tornó visible que era obra del gran Manitto regalándoles un tipo de juego, uno que nunca habían tenido antes; pero otros corredores pronto llegaron, declarándola una gran casa de variados colores y llena de criaturas vivientes, aunque la gente en ella era de un color bien diferente al de ellos(los indios); que además estaban vestidos de una manera distinta a ellos, y que uno en particular se mostró todo rojo, el cual debía ser el propio Manitto. Pronto son llamados desde el buque, pero en un lenguaje que ellos no comprendían, sin embargo gritaron(o más bien chillaron) en esa manera. Muchos escaparon corriendo dentro de los bosques, pero son presionados por otros a quedarse, en orden de no ofender a sus visitantes, que podrían descubrirlos y destruirlos. La casa (o gran canoa, como algunos dirán) para, y una canoa más pequeña llega a la costa con el hombre rojo y otros en ella; algunos se quedan en ésta para cuidarla. Los jefes y hombres sabios(o cancilleres) han compuesto un gran círculo, al cual el hombre vestidos de rojo junto a dos hombres más se acercan. Los saluda con un rostro amigable, y ellos le devuelven el saludo. Se muestran perdidos en admiración, tanto por el color de su piel (de los blancos) como por su manera de vestir, y tanto más por el hábito del que usaba ropas rojas, el cual brillaba con algo que ellos no lograban reconocer.
«Él debía ser el gran Manitto» (Ser Supremo), pensaron ellos, pero «¿Por qué tenía piel blanca?» Un gran recipiente es conducido hacia adelante por uno de los supuestos sirvientes y de ésta una sustancia es vertida en un recipiente más pequeño (o vaso) y alcanzado a Manitto. El (anticipado) Manitto toma; hace que su vaso sea rellenado, y lo acerca al jefe al lado de él para tomar. El jefe recibe el vaso, pero sólo lo huele, y lo pasa al próximo jefe, que hace lo mismo. El vaso así pasa por el círculo con su contenido siendo ignorado y, cuando está a punto de ser devuelto al hombre vestido de rojo, uno de los de su número, un hombre energético y gran guerrero salta, arenga la asamblea en la impropiedad de devolver el vaso junto con sus contenidos; que el mismo fue alcanzado hacia ellos por Manitto en el orden del que ellos debían tomarlo, como él había hecho antes, y esto lo complacería, pero que devolver lo que él les había dado podría provocarlo, y ser la causa de su destrucción. Además, él creía que por el bien de la nación que los contenidos ofrecidos a ellos deberían ser tomados, y como nadie estaba dispuesto a hacerlo como él lo había hecho, las consecuencias debían ser lo que debían ser, y que era mejor dejar morir a un hombre que destruir toda una nación.
Él entonces tomó el vaso y ofertándole a la asamblea una despedida, lo bebió. Cada ojo estaba fijado en la resuelta compañía para ver qué efecto tendría sobre él, y él pronto empieza a tambalear y por último cae al suelo, y lo empiezan a llorar. Él cae en un sueño profundo y los demás lo miran mientras muere. Él se despierta otra vez y se levanta y declara que nunca se sintió tan como sí mismo antes mientras felizmente toma de la copa. Pide por más. Su deseo es concedido; y pronto toda la asamblea se reúne alrededor de él y comienza a intoxicarse.
Luego de que esta intoxicación general cese, (durante el tiempo en que los blancos tardan en volver a su buque) el hombre con las ropas rojas vuelve a ellos y distribuye regalos entre ellos, con ingenio, rosarios, hachas, azadas, medias, etc. Dicen que se han vuelto familiares a ellos, estaban hechos para ser entendidos por signos, que volverían a casa, pero los visitarían el próximo año, cuándo volvieran con más regalos y se quedarían con ellos un tiempo más, pero como no podían vivir sin comer, querrían un pedacito de tierra para ellos poder sembrar unas semillas y poder hacer crecer unas hierbas para poner en su caldo. Entonces el buque volvió la próxima temporada y ellos estaban más que encantados de poder volver a verse, pero que los blancos se rieron de ellos (los Indios ) viendo cómo no sabían usar las hachas, las azadas, etc. que les habían dado, y teniendo estas herramientas colgando en sus pechos como adornos; y las medias siendo usadas como bolsas de tabaco. Los blancos ahora pusieron manijas (o mangos) en los anteriores, y cortaron árboles enfrente a sus ojos, y excavaron el suelo y les mostraron cómo hacer uso de las medias. «Aquí» dicen ellos, una risa general surgió entre los anteriores (los Indios), que habían sido una tribu ignorante del uso de implementos tan valiosos, y habían estado llevando la carga de objetos tan pesados colgados de sus cuellos por tanto tiempo.
Tomaron a todo hombre blanco por un Manitto, aunque al mismo tiempo inferior y sirviente al Manitto superior, con ingenio, el que usaba ropas rojas y de encaje.
La familiaridad pronto comenzó a diariamente crecer entre ellos y los blancos; los últimos ahora proponiéndoles quedarse con ellos, pidiéndoles tanta tierra como el cuero de un buey pudiese cubrir (o abarcar), entonces tal cuero fue traído y extendido en el suelo frente a ellos. Entonces ellos fácilmente concedieron el pedido, después de lo cual, los blancos tomaron un cuchillo y, comenzando en un lugar del cuero, lo cortaron en una soga no más gruesa que el dedo de un niño pequeño, y para el momento en que el cuero fu terminado de cortar había una gran extensión. Entonces esta soga fue alargada una gran distancia, y traída alrededor de otra vez, así las puntas se encontraran. Entonces ellos cuidadosamente impidieron que se rompiera y eso en conjunto resultaba en una gran porción de tierra. Entonces ellos (los Indios) se sorprendieron ante la ingeniosidad superior de los blancos pero desearon no pelearse con ellos por un pequeño pedazo de tierra, y que ellos tenían más que suficiente.
Entonces los blancos vivieron su vida por un largo tiempo felizmente juntos, aunque estos pedían cada vez más tierra de los Indios y avanzando cada vez más sobre el Mahicanittukv (río Hudson),tanto, que ellos pronto empezaron a pensar que querían quedarse con todo el país, en donde para este momento ya era éste el caso. (1)
Traducción para Aportes de la Historia: Camila Valdettaro (CNAUI/UNMdP)
Cita:
(1) Breen, Louise, Converging World, Communities and Cultures in Colonial América. A sourcebook, New York, Routledge Books, 2012, pp. (100:106)
Edición: Maximiliano Van Hauvart (estudiante UNMdP)