Reservados todos los derechos de estas imágenes, esta puede ser reproducida en todo y en parte, transmitido, recuperado por cualquier sistema de información, con la cita académica correspondiente o el permiso de Aportes de la Historia.
Derecho de propiedad intelectual de Aportes de la Historia RL-2017-11728123-APN-DNDA·MJ
Juan Vázquez, el arriero de Nueva España | Francisco Colonna | Cap 19 | Historias coloniales
Guion por Francisco Colonna
Hola a todos y todas. Nuevamente, les traemos un capítulo de Historias Coloniales. Hoy analizaremos la historia de Juan Vázquez, arriero en el virreinato de Nueva España, durante el siglo XVII.
Retomando la propuesta de Sweet y Nash, el caso que hoy trataremos nos ejemplificará otro tipo de resistencia, ejercida por los distintos actores de la sociedad americana, en contra de la dominación colonial. Estamos hablando de la resistencia mediante el desafío individual: protestas, actitudes “anti-sociales” y falta de obediencia a las normas. Vemos así como individuos, de manera personal, desafían al sistema impuesto y a sus lógicas, generando las reacciones de los representantes del orden colonial: autoridades, eclesiásticos, terratenientes.
Juan Vasquez fue un arriero, peón, vaquero, entre otras ocupaciones, que vivió gran parte de su vida en distinto poblados del norte del Virreinato de Nueva España. La hacienda, los obrajes, las plantaciones formaban parte de un paisaje productivo que abastecía a un mercado interno muy dinámico.
El sector de la economía que resultaba determinante en ese momento era la minería. La región del norte del actual México, con Zacatecas a la cabeza, representaba un polo de extracción de metales preciosos muy importante para la Monarquía española. Además, atraía a un gran número de trabajadores libres, quienes se dirigían a aquellas tierras para emplearse en las minas.
Como dijimos anteriormente, Juan fue conocido, principalmente, como un arriero. Aunque se desconoce su pasado, si sabemos que tenía piel oscura. Solamente esta característica le bastaba para pertenecer a los lugares más bajos de la sociedad: a su casta no se le permitía ingresar a puestos de honor ni pertenecer a gremios de artesanos. Es así que, por su condición de mestizo, se esperaba que realizara trabajos serviles en las ciudades, en las minas o en las haciendas de los españoles.
A lo largo de su juventud, Juan trabajó para distintos patrones españoles y realizando a su vez distintos trabajos según estos lo solicitasen. Así llegó a trabajar en plantaciones, alguna vez en estancias ganaderas y hasta incluso haciendo recados y mensajería para sus patrones. Como podemos apreciar, Juan nunca logró asentarse en un lugar concreto: estos trabajos lo llevaron a recorrer un gran número de ciudades y poblados dentro del Virreinato.
Lo interesante de la historia es que, más allá de lo que resumimos anteriormente, Juan buscó la forma mejorar su posición y con ello lograr darle estabilidad a su vida. Pero esto le trajo un problema muy grande. El caso de Juan Vázquez llega hasta el presente a través de los registros de un juicio realizado su contra. Un juicio donde se lo acusó (y se lo encontró culpable) de ¡tener 2 esposas!
A sus 20 años, se casó con Francisca Jiménez. Ella era la encargada de las sirvientas de la casa de Don Diego de Lira, un caballero español acomodado en el pueblo de Taximaroa. Juan había comenzado a trabajar para é,ly fue en su estancia donde conoció a Francisca. Luego de algunos años, ambos se casaron, con el consentimiento de don Diego.
Un elemento resulta crucial para entender las razones de esta unión. Francisca era prima bastarda de la esposa de don Diego y, por tanto, era parte de la familia. Para Juan, el casamiento aparecía entonces como una gran oportunidad: quedaría vinculado a una familia muy importante, de gran estatus social, y además habría chances de que don Diego lo promoviera con mayores responsabilidades y trabajos más importantes, mejorando así su condición económica.
Los años pasaron y don Diego no le había confiado a Juan ninguna nueva responsabilidad o posición relevante. No sabemos si fue solo por esta razón, o quizá porque un día habiendo regresado a su hogar había descubierto a Francisca siéndole infiel con un indio, pero lo cierto fue que, luego de 10 años de casamiento, Juan decide marcharse de Taximaroa y abandonar a su mujer.
Luego de pasar varios años vagando y realizando distintos trabajos por diferentes poblados, llegó a Tepozotlán, donde allí contrajo un nuevo matrimonio con la hija de un compañero arriero, llamada Catalina Vázquez. Sea por verdadero amor, sea por la devoción que Catalina sentía por Juan (que la había llevado a desafiar al padre y a que este la apedreara en público), ambos se casaron.
Pero su vida de casados se complicó rapidamente. Los rumores sobre que Juan ya tenía un matrimonio previo se hicieron más fuertes en el pueblo y finalmente se comprobaron, llevando a que sea juzgado y apresado por el tribunal del Santo Oficio.
El matrimonio representaba para la época una unión sagrada, indisoluble, salvo en muy pocas excepciones. Juan era bígamo, y por esto sus compañeros y conocidos lo habían delatado.
Lo importante del caso es que nos muestra, a través de la vida Juan, las acciones que las personas realizaban para resistir a la condición que la sociedad colonial les imponía: para nuestro arriero, esta estrategia fue casarse e intentar vincularse con una familia acomodada de la región (aunque luego los planes no salieron como él esperaba)
Llegamos así al final de este capítulo de Historias Coloniales. Si te gustó, dale like y suscribite al canal. Hasta la próxima.
Edición
Max Van Hauvart Duart, estudiante FCSYTS-UNMdP
Código QR
[dqr_code post_id=»5112″]