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La militarización revolucionaria en Buenos Aires II | Diana Duart | Cap 4 | Independencias
Guion por Carlos Van Hauvart y Diana Duart
Hace 50 años Tulio Halperin Donghi publicó el libro “Revolución y guerra”. Este texto es considerado canónico para muchos historiadores que buscan explicar la crisis del periodo tardocolonial y el proceso que conocemos como Revolución de Mayo junto a los pasos que el estado revolucionario dio para lograr la independencia de la Corona española.
En el capítulo anterior vimos como la ciudad de Buenos Aires se militarizó a partir de las operaciones bélicas que Gran Bretaña llevó a cabo entre 1806 y 1807.
En “Revolución y guerra” el autor nos señala la debilidad militar y los planes defensa de la capital del Virreinato ante la posibilidad de un ataque. Las tropas regulares profesionales eran escasas como las milicias locales que tenían poca vocación por las actividades militares. Las autoridades preferían que estas milicias nunca superasen a las tropas regulares que estaban ubicadas en la frontera para luchar contra la población indígena.
Para el General William Beresford fue relativamente fácil ocupar la capital del Virreinato con un modesto ejército en 1806. El autor no pone atención a la partido del Virrey Sobremonte hacia Córdoba, que la historia escolar sigue considerando un cobarde.
El autor pone de manifiesto las actitudes de los funcionarios y corporaciones frente al invasor. Dice el autor: “El cabildo civil, los altos funcionarios, las dignidades eclesiásticas, se apresuran a jurar su fidelidad a quien los gobierna en nombre del Rey de Inglaterra; Beresford asiste con sorpresa y regocijo a esa sumisión unánime y nada reticente”
Las maneras que adoptaron estos cuerpos abrirán un debate posterior en la sociedad rioplatense sobre las culpas y responsabilidades por las actitudes frente a los ingleses en esos momentos iniciales. Es cierto nadie quería una resistencia que hubiera destruido el casco urbano de la ciudad de Buenos Aires.
Manuel Belgrano, responsable del Consulado, también apunta contra los comerciantes principales beneficiarios de las propuestas de libre comercio planteadas el 4 de agosto de 1806 por Beresford.
Veamos el Artículo 1: “El gobierno británico no se reserva privilegio exclusivo para la importación, exportación o venta de artículos de mercaderías (…) declarándose el comercio de esta plaza libre y abierto según las leyes de la Gran Bretaña”.
Más allá de las culpas y responsabilidades, para el autor es importante señalar el poder de las instituciones coloniales como el Cabildo después de 1807 frente a los funcionarios de carrera. Esto manifiesta una crisis de autoridad de la Corona. La Audiencia se hace eco de esta inquietud e intentara frenar este deterioro.
Pero las iniciativas de Santiago de Liniers rodeado de una inmensa popularidad y el cabildo para la defensa de Buenos Aires en la cual emerge la figura del español Martín de Álzaga muestran que el poder político de las instituciones borbónicas se está disolviendo lentamente.
Otra inquietud surge a partir de la derrota inglesa de 1807, y es que esa sociedad sigue militarizada y es muy difícil desmovilizar a los cuerpos criollos. Y estos, además entreguen el armamento. Esa fuerza responde a Liniers: es además rentada y ven en el oficio militar posibilidades de ascenso social.
Edición
Maximiliano Van Hauvart, FCSYTS-UNMDP
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