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Las estancias coloniales. Primera parte. | Carlos Van Hauvart | Cap 6 | Historias coloniales
Guión por Prof. Diana Duart y Prof. Carlos Van Hauvart
Las estancias coloniales tapizaron el enorme territorio que abarcaron las jurisdicciones del Virreinato del Perú (1542-1824) durante los Austrias y luego en el Virreinato del Río de la Plata (1776-1810) con los Borbones.
Las estancias se clasifican según quienes las explotaban o administraban. Por un lado, encontramos las estancias religiosas, que eran dirigidas por las diferentes órdenes religiosas establecidas en la colonia. Las congregaciones más conocidas eran la de los Jesuitas, los Franciscanos y los Betlemitas.
Los Jesuitas son reconocidos principalmente por las Misiones que poseían en distintas áreas de frontera del espacio colonial americano. Desde el norte del Virreinato de México (en las actuales ciudades del Estado de California: Los Ángeles, San Francisco y San Diego) o en nuestra actual provincia de Misiones llamadas Candelaria o San Ignacio Mini.
Además tenían infinidad de estancias que servían, básicamente, para financiar las actividades de la Compañía de Jesús. Las ganancias eran orientadas al mantenimiento de las Misiones, las propiedades e instituciones urbanas que poseían en Córdoba como la Universidad de Córdoba o en el caso de Buenos Aires con el Colegio Real de San Carlos.
Los establecimientos más conocidos se encontraban en Caroya, Jesús María y Alta Gracia entre otras, en la Intendencia de Córdoba del Tucumán (actual provincia de Córdoba). Los Jesuitas poseyeron un vasto patrimonio rural de estancias y haciendas y se les reconoce en general una excepcional eficiencia en la administración de sus propiedades.
El caso que mostraremos en este punto es la Hacienda de Los Lules, ubicada en la Intendencia de Salta del Tucumán (hoy Tucumán). Encontraras por un lado las instrucciones que se dictaron con posterioridad a la expulsión de los Jesuitas de cómo administrar una Estancia (Ver link) y fragmentos de la obra que corresponde a la historiadora Nélida Beatriz Robledo, que trabajó sobre la Hacienda de Los Lules entre 1767-1773. (Ver link)
Otra experiencia menor fue la de la orden Franciscana que recibió, para su explotación, muchas de las estancias que poseía la Compañía de Jesús cuando estos fueron expulsados en 1767.
Las estancias más importantes de la orden Betlemita estaban ubicadas en Arrecifes y Fontezuelas en el camino a Santa Fe y Córdoba. En la Banda Oriental poseían la estancia del Sauce, pero de ninguna manera la experiencia y el éxito empresarial de los franciscanos y los betlemitas pueden compararse con la de la Compañía de Jesús.
Por otro lado, los laicos explotaron estancias a la par de las órdenes religiosas. Esto se denominaban así mismo como hacendados, criadores o estancieros, tal cual lo registran los censos de la época. La diferencia radicaba en quienes poseían la tierra en donde se desarrollaba la unidad productiva o quienes simplemente lo hacían sin poseer tierra propia o en tierra ajena.
Por último, nos encontramos con las Hermandades, grupo de comerciantes urbanos que explotaban estancias a través de administradores. El caso más conocido es la Hermandad de Caridad de la Ciudad de Buenos Aires que explotaba una estancia en la Banda Oriental, cerca de Carmelo, denominada Estancia de las Vacas. Las ganancias obtenidas por estos comerciantes porteños eran utilizadas para la beneficencia, como por ejemplo el Hospital de Mujeres de la ciudad y la Casa de Niñas Huérfanas.
Edición
- Max Van Hauvart Duart, estudiante FCSYTS-UNMdP
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