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Pulperos y Pulperias de Buenos Aires 1740-1830 (I)
ISBN 937-9136-15-2
Perfil de los pulperos en Buenos Aires, 1744-1810 (II)
Mg. Ángela María Fernández
El período finisecular colonial tardío en Buenos Aires, ha sido objeto en los últimos años de un interés creciente y constante, fruto de lo cual se han estudiado y analizado exhaustivamente algunos de sus diversos grupos sociales. El más individualizado, quizá por su crecimiento cualitativo y cuantitativo, así corno por su adaptación a los cambios mercantiles del último tercio del siglo XVIII, ha sido el sector de los grandes comerciantes. Se han reconstruido los mecanismos de su ascenso social, sus vínculos con el poder, las redes que le permitían adaptarse a las condiciones del mercado, su origen -peninsular o criollo- y en el primero de los casos las regiones españolas representadas, sus estrategias matrimoniales (1) y en menor dimensión todavía hoy se intenta hacer un análisis semejante con los miembros del clero y los estancieros (2).
Este capítulo pretende ocuparse de un sector mercantil de cuantía menor ya que se trata de comercio minorista. Estudiamos entonces a los pulperos de Buenos Aires entre 1744 y 1810. A quién llamamos pulpero?.
Denominamos pulpero a quien se encontraba al frente de este comercio localizado en la ciudad y el campo, y entendernos que en él se abastecía de alimentos, vestimenta, y, al parecer, en la imagen más clásica, de bebidas, suerte de taberna y al mismo tiempo lugar de ocio y recreación de los sectores populares (3).
El nombre de pulpero en este capítulo y libro lo recibe tanto el propietario de pulpería como aquel que la administra por delegación del dueño, cuyo reclutamiento se realizaba entre la parentela, hermanos, yernos y hasta compadres, como aquel Pedro de la Portilla, soltero, nacido en el obispado de Santander, quién administró la pulpería de su hermano (4). Es posible que a falta de un pariente confiable el dueño de la pulpería recurriese a un paisano.
Excluimos al mozo de pulpería dependiente y a sueldo, ya que salvo en casos aislados no pudimos establecerle el monto del salario, así como también porque a veces era mozo de pulpería el hijo del propietario sin percibir salario.
En la búsqueda de fuentes para este trabajo, reconocemos por anticipado las dificultades de los padrones a los que debimos recurrir: los de 1744 , 1778 y 1810. Ya han sido aludidos por historiadores del período’. Lo más visible es recordar el carácter fragmentario del padrón de 1744, la falta de secciones enteras del de 1810, reparado con la ayuda de los recuentos militares de 1806 y 1807; aunque aclaramos que los datos de 1810 los hemos obtenidos mediante el trabajo del equipo de García Belsunce
Hemos completado las estimaciones con la ayuda de los registros notariales, a través de testamentos y sucesiones de pulperos.
Es nuestro objetivo conocer del mejor modo posible el número de estos pulperos, su origen regional, y determinar si los espacios metropolitanos que los expulsan se corresponden a los de otros sectores mercantiles con fuerte presencia de inmigrantes», ver que proporción de extranjeros está presente y que región europea tiene mas paisanos aquí; en relación estrecha con estas nacionalidades ver la validez y aceptación de las restricciones legales que prohibían a los extranjeros el desempeño de estos oficios, y de no menor importancia, distinguir si alguna de las denominadas castas integraba las filas de los pulperos; por último, comprobar si el entusiasmo de los historiadores del género corresponde a la realidad de la época, buscando la participación femenina en la pulpería.
En resumen: está la actividad de la mujer en la pulpería de Buenos Aires subestimada o tiene alguna semejanza con la ya reconocida como significativa en otras regiones del mundo colonial’. De ser posible, pretendemos analizar la composición etaria de los pulperos y su estado civil.
- Procedencia regional y número de pulperos
«Originariamente, los pulperos eran, puede decirse, todos españoles»
En trabajo preliminar, se ha recogido el número de pulperos de 1749, siendo el mismo de 32, la mitad de los que se encuentran al frente de tiendas y tendejones, que llegan a 61. Advertimos que de estas 32, 10 son peninsulares -una clara mayoría de gallegos que suman 5- y una menor representación de inmigrantes de las montañas asturianas, Cataluña y de las Islas Canarias (ver cuadro 1).
Encontramos 6 extranjeros de los cuales 4 son portugueses, lo que nos permite suponer la continuidad de los vínculos entre ambas coronas o la facilidad de paso por las fronteras.
Similar cantidad de pulperos son del virreinato del Perú, 4 son de Buenos Aires, no es posible identificar 5 y como novedad hay 2 pulperos de castas: un mulato y un mestizo.
En el registro de 1778, se observa un significativo crecimiento en el número de pulperías, encontrándose 203 pulperos (10) y lo que nos parece más relevante pese a que este registro censal sólo nos proporciona la etnia y no la patria, donde español significa ser de extracción étnica y cultural hispana, es el hecho de que se registren nada más que 2 extranjeros pulperos – portugueses -, una sola mujer, ¿Viuda de pulpero?), y un mulato (ver cuadro 2).
La creciente presencia de peninsulares es confirmada en 1810, fuente que utilizamos siguiendo el trabajo de García Belsunce.
Es notable que sobre un total de 418 pulperos, más del doble que en 1778, sean peninsulares 273, un porcentaje del 65,3 del total, y que de éstos 152 sean gallegos, lo que constituye una clara mayoría del 55 % sobre el total de peninsulares. El resto de España participa en una proporción muy menor, desde un valenciano a los 15 del País Vasco. (ver cuadro 3). Los españoles americanos llegan a 120, menos del 30% del total.
Quizás, porque como ya lo describiese Félix de Azorra, «los españoles que llegan de Europa, no entienden de estas cosas del campo y viendo los oficios y el servicio abatido, no encuentran otra ocupación sino la de pulpero (11).
Pero no es sólo porque el servicio y oficios estaban ocupados por los esclavos sino por las propias características de la región gallega, que desde 1749 a 1797 expulsaba 350.000 personas : esa inmigración se debía a la falta de diversificación económica, al hacinamiento sobre diminutas parcelas agrícolas y desde el punto de vista demográfico, a la vitalidad de una población no regulada por la muerte ya que Galicia tenía baja mortalidad. La agricultura ocupaba el 90 % de la población activa de Galicia , no existiendo concentraciones urbanas de gran relieve y muchas villas; aún Lugo y Mondoño tenían carácter ruralizado (12) (ver cuadro 4)(**).
La preeminencia gallega es confirmada en nuestra muestra que nos permite determinar también los pueblos y regiones representadas. Galicia, el Cantábrico y Andalucía otra vez ganan. No todos los pulperos testan pero creemos que esta muestra es representativa por la extensión temporal cubierta, porque surge de los 6 registros notariales porteños y por su número : 104.
La muestra incluye a 12 porteños y extranjeros, manteniéndose 2 portugueses, genoveses y saboyanos, no pudiéndose determinar el origen en 12 casos.
Recordando que en 1744, había 32 pulperos, siendo 6 extranjeros, en 1778, 2 extranjeros en 203, y matizamos estas cifras con las que nos proporciona Bossio», que partiendo de un empadronamiento especial del 20 de diciembre de 1779, encuentra que en el comercio en general abundaban los extranjeros y que esto se agravaba en las pulperías, identificando 8 pulperos franceses, 11 italianos y 11 portugueses, 1 sólo sin determinar, todos ellos intimados a cumplir con la ley y cerrar sus comercios, al parecer de modo infructuoso, podríamos entonces pensar que la ley no era respetada y mucho menos acatada en este tiempo (ver cuadro 5).
No podemos desdeñar fijar nuestra atención sobre el número de inmigrantes de la actual Italia que llegaban a 11 y recordar que la presencia de extranjeros en el comercio fue percibida como problema y que pese al desorden posrevolucionario no fue olvidado, ya que el bando de 1812, que procuraba detener esta invasión de 1806 y 1807 ?- encubre algo del resquemor u odio que antes habían recibido los peninsulares, advirtiéndose que las pulperías debían ser administradas por americanos, lo que no se cumplió, y recordarnos a Eduardo Wilde cuando dice «luego de los peninsulares, las pulperías fueron manejadas por hijos del país que más tarde cedieron su lugar a los italianos (14).
El lector advertirá que se destaca la ausencia de la mujer en este mundo pulpero así corno la casi nula presencia de las castas en el período abarcado, ya que sólo las encontramos en 1744 y apenas un mulato en 1778.
Contra la expectativa de los historiadores del género hay sólo una mujer pulpera y viuda en 1744, ocupándose del negocio posiblemente heredado. Y, en 1778, un matrimonio, aparentemente administradores, y una pulpera sola, no consignándose ninguna en 1810. No ignorarnos que estaban con sus esposos ayudando en el comercio familiar, pero no al frente del mismo. Quedan para el siglo XVII la existencia de soldados pulperos, marineros pulperos, y la autorización a las viudas de la que nos habló Ricardo Rodríguez Molas, en su artículo de 1961.
Aunque a primera vista no parezcan comparables nos parece ilustrativo relacionar estas cifras y orígenes regionales de los pulperos con los descriptos para los grandes comerciantes y en el caso del clero, para la Orden Betlemita y más recientemente para franciscanos dominicos y mercedarios (15).
Comparando los orígenes geográficos de los comerciantes porteños y sus esposas, en el gráfico realizado por Susan Socolow, observamos que, aunque no en forma discriminada, se mantiene la influencia gallega en el gran comercio, pero relativizada por el número de paisanos y del país vasco que, siendo 49, superan a los gallegos ya que a éstos se los considera con santanderinos y castellanos y en el total de 142 grandes comerciantes son un relativo 35 %.
En cuanto a la representación hispana en la membrecía del clero, la Orden Betlemita consienta dicho predominio peninsular y en el Registro de Solicitudes de Solicitudes que suman 155 casos, 96 son españoles, (61,93%) y 57 americanos, encontrándose un solo portugués. Los gallegos dominan la escena nuevamente 32 sobre el total de 96, y por debajo de ellos las provincias vascas que no llegan al 10% y el resto de España, representado en menor dimensión, entre un 2 a un 6 %.
Y en cuanto a la relación con los artesanos, en el trabajo de Lyman Johnson la preeminencia criolla es de un 45 %, no llegando los peninsulares al 20%. En estos oficios encontramos extranjeros, principalmente portugueses, negros, mulatos y libertos 6%.
Quizá, porque para el ejercicio del artesanado eran necesarias más habilidades que para poder administrar una pulpería, tenga razón Félix de Azara sobre cómo terminaban los inmigrantes pobres.
2 Itinerario de los pulperos
¿Cuál es el itinerario recorrido por estos inmigrantes que terminaban el recorrido detrás del mostrador de una pulpería ? Según José Cardiel, «todos son mercaderes que acá no es mengua de nobleza. Vienen un grumete, calafate, marinero, albañil, o carpintero de navío. Comienzan a trabajar aquí como allá, (que espanta a los de la tierra. que no están hechos a tanto) haciendo casas, barco, carpintería, aserrando todo el día, o metiéndose a tabernero, que aquí llaman pulpero o tendero. Dentro de los pocos meses se ve que con su industria y trabajo había juntado alguna plata . Hace un viaje con yerbas o géneros de Europa a Chile o a Potosí y ya viene hombre de fortuna(17).
Los casos de Manuel Antonio Concondino de la Nota y Gabriel Costas son reveladores ya que nos despliegan los avatares atravesados por estos inmigrantes que, en errático camino, recalaban en distintas ocupaciones, en el marco de una fuerte inestabilidad y en una búsqueda agitada por insertarse en un medio tan diferente al propio, encontrando en la pulpería la posibilidad de un destino.
Manuel, nacido en La Coruña, vino a Buenos Aires en la fragata La Diligencia, «desertaba de las fragatas, (habrá sido soldado marinero?) y se mantuvo en los campos de Montevideo donde fue sucesivamente peón de obras, pulpero, capataz de una panadería, cocinero en una casa particular, y anduvo algunos días por las calles conchabándose donde hallaba trabajo así trabajó en quintas y chacras de los extramuros» (18), y Gabriel Costa; francés de nacimiento, que fue en Cádiz mayordomo de una casa, allí se embarcó «con unos realitos», como galopín de cocina con grado de grumete en el navío San Lorenzo (en 1764), puso pulpería en Buenos Aires donde lo ayudó a armarla un paisano francés carpintero, luego dejó esa pulpería porque no le había ido bien y puso un estanco en Las Conchas , y acabó dueño de una atahona allí (19).
Por último queremos ver si nuestros pulperos viven en soledad o construyen una familia.
En 1744 del total de 32 pulperos 19 son casados, casi un 60 %, y 12 se habían casado antes de los 35 años lo que nos permite conjeturar una temprana madurez, aunque el número de los que no conocemos su estado civil es importante llegando (7); relaciones semejantes entre edad y estado civil, se ven entre propietarios de tendejones y tiendas (20) ¿Soledad por ser forastero o estabilidad económica?
Los pulperos se casaban más jóvenes que los artesanos y más añosos que los grandes comerciantes (21). Nuestra muestra de 104 pulperos ratifica esto, y nos invita a establecer además que los pulperos se casaban con mujeres entre 1 y 9 años más jóvenes en un 45%, y un 20% de ellos se casaba con mujeres entre 10 y 14 años más jóvenes. El resto eran quince años más maduros que sus esposas. En un solo caso la mujer es mayor, quizás porque la fertilidad y el trabajo compartido fueran el límite.
Quisiéramos destacar la persistencia y la vocación marital, ya que si bien hay 12 pulperos viudos 4 se casaban por segunda vez y 1 por tercera, siendo 58 los casados y 32 los que permanecen solteros.
Ratificando que son sectores pobres, llevan su decencia al casamiento, salvo 25 que presentan dote, 20 varones y 5 mujeres: algún ganado, 2 pulperías herencia del finado padre y algún mueble y ropa.
En resumen : estos personajes inseparables en la cotidianeidad de Buenos Aires eran mayoritariamente peninsulares y de ellos los más numerosos de Galicia, que vivieron posiblemente tan mal su vida de inmigrantes pobres como los mozos de tienda, sus contemporáneos, «durmiendo sobre los mostradores, casi sirvientes, comiendo casi sobras» (22), no logrando la utopía de la que hablaba Cardiel, que aspiraban como cualquiera, al ascenso social y sólo conseguían que sus hijas se casaran con empleados de bajo rango (23). Sólo 3 lograron que sus hijos fuesen frailes -dominico, mercedario, recoleto.
Una ocupación denigrada públicamente ya que se lo consideraba «oficio despreciable», cuyos integrantes comenzaban a distinguirse unos de otros. Son propietarios alejados del mostrador con administradores, a veces familiares y a veces paisanos oriundos, hombres relativamente jóvenes, que no padecían la falta de familia, acompañados de mujeres celosas guardianas de cada real finado, paren y educan hijos para realizarlos lejos de la península, en especial Galicia, venían a un Buenos Aires duro y sin embargo mejor que la patria cuyas miserias y tradiciones impedían mejor vida. Aquí alimentaban una ilusión, muy diferente es cierto, a la del oro del siglo XVI.
CITAS Y NOTAS (*)
(I) Mayo, Carlos A. (Director), Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Impreso en Departamento de Servicios Gráficos de la UNMdP, 1996, p.153.
(II) Fernández, Angela María, «Perfil de los pulperos en Buenos Aires, 1744-1810» en: Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Impreso en Departamento de Servicios Gráficos de la UNMdP, 1996, pp. (11:25)
1 Véase los trabajos de Socolow Susan Los mercaderes del Buenos Aires Virreinal: familla y comercio, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1991. Mata de López, Sara. «Los comerciantes de Salta a fines del siglo XVIII», 1994 (Mimeo). Gelman, Jorge «Sobre el carácter del comercio colonial y los patrones de inversión del gran comerciante en el Río de la Plata del siglo XVIII» en Revista de Historia Económica, 1987; Kicza, John Empresarios coloniales, Méjico, FCE, 1975.
2 Ver los trabajos de Mayo, Carlos , Los betlemitas en Buenos Aires ,convento economía y sociedad, Sevilla, 1991 y del mismo autor Estancia y Sociedad en la Pampa, 1740-1820, Buenos Aires, Biblos, 1995, y el artículo de Troisi Melian, Jorge: «Mercedarios, Franciscanos y Dominicos en el Río de la Plata en Estudios e Investigaciones, UNLP, 1995.
3 Aportes valiosos sobre este tema han hecho Slatta, Richard, «Pulperías and contraband capitalism in the nineteenth century» en The Americas, 38,1982. Rodríguez Molas, Ricardo «la pulpería rioplatense en el siglo XVII» en Universidad del Litoral, 1961. Bossio, Jorge, Historia de las pulperías, Buenos Aires, Plus Ultra, 1970, y Kinsbruner, Jay, Petty capitalisin in Spanish America, the pulpers of Puebla, Mexico City, Caracas and Buenos Aires London West view, 1987. Gelman, Jorge, «Los caminos del mercado, campesinos estancieros y pulperos en una región del Río de la Plata colonial» en Latín America Research Review (28:2) 1993
4 A.G.N., Reg. 5 1792 fs.265 r a 267 r.
5 Entre otros Kinsbruner, Jay y Jonhson, Lyman en su comunicación en Desarrollo Económico. 6 Socolow, Susan en op.cit. cap.I y II.
7 Kinsbruner, Jay op.cit. cap. I y IX.
8 Wilde, Eduardo, Buenos Aires desde70 años atrás (1810-1880) Buenos Aires, Eudeba, 1966, 238.
9 Cabrejas, Laura, Velich Vanesa, Virgili Daniel, «Los comerciantes minoristas Los Pulperos de Buenos Aires,1740/1810», 1995, Mimeo.
10 Contrariamos la cifra estimada por Jay Kinsbruner, posiblemente por medir está a los administradores de pulperías.
11 de Azara, Félix «Historia y descripción crítica de los pioneros del Paraguay y del Río de la Plata» manuscrito en el Museo Mitre Al, C6, C4 , N1 P 139.
12 Ver Saavedra, Pegerto y Villares, Ramón «Galicia en el antiguo régimen, fortaleza de una sociedad tradicional» en Fernández Roberto (editor) «España en el siglo XVIII : homenaje a Pierre Vilar» , Barcelona , Crítica, 1985, pp450/1 y 452.
13 Bossio, Jorge, op .cit. pp 194 y ss.
14 Wilde, Eduardo, op. cit. pp 238.
15 Socolow, Susan , op. cit. pp.212 .
16 Johnson, Lyman, «The artisans of Buenos Aires during the viceroyalty 1776/1810«. Ph. Dissertation, pp. 204, 267.
17 Cardiel, José, en Sebreli, Juan José. Apogeo y ocaso de los Anchorena , Buenos Aires, Siglo XX, 1972, 40.
18 AHPBA, Real Audiencia, 7.2.103.6.
19 AHPBA, Real Audiencia, 75.17.25.26.
20 Cabrejas, Velich, Virgili .op.cit .pp .3 y 4 .
21 Jonhson, Lyma n, ob . cit . cap . 4.
22 Sanchez, Mariquita, Recuerdos del Buenos Aires Virreinal, Buenos Aires, Ene , 1953 ,pp.61. 23 Socolow, Susan, The bureaucrats of Buenos Aires, Duke University Press, 1986, pp 201.
(*) Se ha respetado el estilo de cita elegido por la autora para la edición de galera.
(**) En el original de galera y publicado (primera y segunda tirada) esta ausente la indicación del cuadro 4. Para esta edición, la Lic. Diana Duart, lo incluyo seguido de la cita 12.
Edición: Maximiliano Van Hauvart, Estudiante (UNMdP).