Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Revolución y política en el Alto Perú 1809 | Diana Duart | Cap 9 | Independencias

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Revolución y política en el Alto Perú 1809 | Diana Duart | Cap 9 | Independencias

Guion por Carlos Van Hauvart y Diana Duart

La historia escolar canónica sigue poniendo de manifiesto el rol de la elite criolla en el proceso revolucionario hispanoamericano. El caso de Buenos Aires no escapa a esa lógica explicativa que aún hoy domina los manuales escolares, es la historia de héroes que encarnan un ideal del cual somos custodios y herederos.

Sin embargo, las rebeliones que se produjeron en México y el Alto Perú a finales del periodo  colonial, nos han mostrado el comportamiento de otros actores como los indígenas y los mestizos que habitaban en el mundo urbano y rural, y que participaron activamente del proceso revolucionario.

Para Hispanoamérica, la invasión de 1808 de Napoleón Bonaparte en los territorios de España y Portugal llenó de incertidumbre e interrogantes a los habitantes de este continente. Las juntas de gobierno formadas en España ponían en cuestión algo central: ¿Quién gobernaba Hispanoamérica? ¿Podían los hispanoamericanos también formar Juntas para gobernar en nombre del Rey Fernando VII?, pregunta que todavía sigue siendo relevante.

Serulnikov hace esta primera afirmación: la sociedad colonial hispanoamericana estaba  intensamente politizada antes de los procesos revolucionarios hispanoamericanos, sí se la compara con la sociedad de Antiguo Régimen en la península.

¿Y por qué estaba intensamente politizada? Para el autor esto fue posible por la estructura administrativa que gobernaba Hispanoamérica y las formas de representación que tenía cada grupo social o corporación: los gremios de artesanos o las comunidades indígenas son un ejemplo de ello. Las disputas entre los grupos eran resueltas dentro del orden tradicional en donde el Estado colonial debía arbitrar esos conflictos. El autor la denomina justicia conmutativa, en donde ésta le da a cada grupo lo que le corresponde.

Sin embargo, cuando la administración colonial intentaba reformar ese orden para imponer nuevos criterios jurídicos por encima de las tradiciones: tanto para limitar a los criollos en los cargos públicos, o para crear nuevos impuestos o cuando querían terminar con las prerrogativas de los gremios o de las comunidades indígenas. Entonces los conflictos no tardaban en aparecer y muchas veces se convirtieron en rebeliones extremadamente violentas.

El autor, también,  pone en foco la estructura social para poder entender la cultura política del momento.  Señala el peso de las jerarquías estamentarias, reconociendo a nivel general a las dos republicas: la de españoles y la de indios.  En las ciudades  la gente decente o de razón (peninsulares o criollos) se enfrentaba a los sectores plebeyos que tenían disímiles denominaciones según las zonas de los distintos virreinatos.

Esto permitía a esos actores identificarse a sí mismo y que también fueran identificados, con esto se obtenía estatus jurídico que significaba qué tipo de impuestos pagarían o qué tipo de actividad económica podrían ejercer entre otras cuestiones importantes.

Muchas veces estas jerarquías rígidas y tradicionales del Antiguo Régimen colonial eran porosas según el lugar permitiendo, por ejemplo, el ingreso a instituciones como la universidad. Es representativo de ello el caso de la Universidad de Charcas que fue el lugar elegido por los criollos del Virreinato del Río de la Plata o del Perú. En donde la pureza de sangre como requisito indispensable no parecía ser tan importante.

Estas cuestiones abordadas hicieron que la sociedad virreinal participara activamente en el proceso que permitió la conformación de  juntas que gobernaran las colonias hispanoamericanas, en nombre de Fernando VII.

El 25 de mayo de 1809 en la ciudad de La Plata, en el Alto Perú, los criollos y la plebe urbana participaron en una revuelta que buscaba conformar una junta para gobernar en nombre de Carlos III. De esta manera se adelantaron a los hechos que ocurrieron un año después en la ciudad de Buenos Aires. Pero eso es otra historia.

 

 

Edición

Maximiliano Van Hauvart, FCSYTS-UNMDP

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