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Tucumán y su articulación económica | Carlos Van Hauvart | Cap 5 | Historias coloniales
Guión por Prof. Diana Duart y Prof. Carlos Van Hauvart
La Gobernación del Tucumán, a finales del siglo XVI y principios del XVII, estará íntimamente relacionada en lo económico con Chile. Las exportaciones de algodón y de bayeta de algodón parten de esta zona para cruzar la Cordillera y ser transportadas por comerciantes ubicados en las distintas plazas de Chile y recibir de ésta una larga lista de productos como lo señala Carlos Sempat Assadourian.
“(…)que salen de Chile a Tucumán, pues sugiere las pautas de consumo de uno de los grupos españoles más pobres del Virreinato del Perú: paño de Castilla, México, Quito y Chile; raja de Florencia, holandas, tafetán de Castilla y México; ruan de cofre; seda, terciopelo y raso; tafetán, tocas, damasco y raso de la China; hilo de Portugal y Sevilla; sombreros de Castilla y Lima; botones, cintas de tudesco y de gamuza; soliman; resmas de papel, papeles de historia y papeles con coplas; alfileres, tijeras, agujas, cuchillos, clavos, herrajes, cuerdas de vihuela; espejos, abalorios” (Carlos Sempat Assadourian.)
Estos comerciantes chilenos cambiarán estos productos por ganado mular y vacuno, que proviene de Buenos Aires, Santa Fé o Córdoba, que se puede encontrar en Tucumán y ser llevado por ellos mismos hasta la plaza de Potosí para cambiarlo por metálico.
A mediados del siglo XVII, los comerciantes portugueses junto a los de Buenos Aires empiezan a introducir contrabando de productos que ingresan por el Atlántico y pone en jaque el poder de Lima y del peso de los intercambios por el Pacífico, que sabemos es el único puerto por el cual pueden ingresar los productos provenientes de Castilla. Los comerciantes limeños están íntimamente ligados con los comerciantes chilenos y son estos, como hemos visto, los que introducen los productos que llegan a la Gobernación del Tucumán.
Sin embargo, a finales del siglo XVII, se articula más eficientemente la columna vertebral entre Potosí y Córdoba, de la cual el territorio de Tucumán pasa a tener un papel importante. El ganado cimarrón o el producido en las estancias mulares laicas o religiosas que provienen de Santa Fé, Buenos Aires y Córdoba deben necesariamente pasar por Tucumán, aún con la alternativa del camino por Santiago del Estero.
El tráfico de ganado y de carretas hace que los Valles Calchaquíes se empiecen a poblar de estancias laicas o jesuitas para engordar el ganado cimarrón o pasar el invierno antes de llegar a la feria de la ciudad de Salta. Cientos de postas y pulperías rurales conectan Córdoba con Salta. Estas estancias se dedicaron a la cría de bueyes, tan necesarios como las carretas que se construían en la ciudad de Tucumán y que competían con las producidas en Mendoza. La demanda de bueyes era muy alta, ya que cada carreta debía llevar entre cuatro y seis de ellos para tirar de la carga durante los viajes.
“Cuando los bueyes se cansaban no se detenían los carreteros sino que dejaban al animal. Así es que se veía el aire poblado de aves de rapiña, que rodeaban al animal echado, debilitado por el cansancio y la sed esperando que muriera o en algunas ocasiones antes de que esto ocurriera le atacaban furiosamente. En un viaje morían hasta 290 bueyes de un mismo dueño y de una tropa. De ahí la cantidad de esqueletos que se encontraban en el camino “que recogidos todos ellos bastarían por sí solos para formar una hermosa calzada que llegase hasta las puertas de Buenos Aires” (María Inés Soules, Susana Martinez y Silvia Moreau”
Podemos observar dos ciclos: como Tucumán se conectó con el Pacífico a través del comercio con Chile y como después se integró al comercio del Eje Buenos Aires-Potosí. Y veremos, para concluir, como lentamente el Eje Buenos Aires-Potosí compite con el de Lima. Es el Atlántico vs el Pacífico.
Edición
- Max Van Hauvart Duart, estudiante FCSYTS-UNMdP
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