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A modo de Introducción
En 1983, Carlos Mayo y Amalia Latrubesse publicaron un cuaderno de fuentes documentales en la Facultad de Ciencias Humanas en la Universidad Nacional de La Pampa, para la cátedra de Historia Argentina I (1). Con una introducción que ponemos a disposición de los lectores, que preanuncia tempranamente el profundo interés de los autores por indagar en el universo de los sentimientos en el mundo colonial. Para ello rescataron las cartas de Antonia Pessoa, que se encontraban ávidas de ser descubiertas en los anaqueles del Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires Dr. Levene, lugar central en la vida de estos dos historiadores profesionales.
Para el lector interesado en como Carlos Mayo abordo el tema, es necesario remitirlo a su última obra Porque la quiero tanto. Historia del amor en la sociedad rioplatense (1750-1860), publicada por la Editorial Biblos (2004)(2) .
Aportes de la Historia entiende, como los señalan los autores en su lejana introducción, que es necesario rescatar y revalorizar los sentimientos, los valores y las normas que sostenían a la sociedad de aquel tiempo. Pudimos tomar el repositorio original señalado por Carlos Mayo en su obra ya citada, sin embargo, decidimos que esos cuadernos y el esfuerzo en su publicación debían encontrarse con nuevos lectores .
Nuestra propuesta es publicar, semanalmente, las diecinueve cartas restantes que integran la serie de Victoria Pesoa, por otra parte señalamos que los documentos han sido transcritos acorde a la ortografía contemporánea. Para finalizar creemos, como hemos señalado para otras cuestiones, que el tema de los sentimientos no debe quedar circunscripto al escrutinio de la historia profesional y debe llegar a otras aulas, tal cual lo deseaba Carlos.
Introducción : Cartas de una mujer poteña (siglo XVIII)
Como llegar a conocer la intimidad de la vida familiar en el pasado colonial hispanoamericano? A diferencia de los puritanos de Nueva Inglaterra, los españoles en Indias no dejaron una rica tradición de diarios íntimos. Inventarios, tasaciones, protocolos, censos y registros parroquiales no dan la dimensión del entorno material y demográfico de la vida familiar, pero no de su intimidad. La correspondencia privada en cambio, nos sitúa en el interior de la familia; allí donde confluyen los sentimientos, los valores y las normas que las sostienen. Pero la correspondencia privada del remoto pasado colonial, no abunda en los archivos públicos por razones obvias. En el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, sin embargo, hemos encontrado las cartas de una porteña a su marido ausente. Victoria Antonia de Pessoa, hija del estanciero Fermín Pessoa, escribe a su marido el comerciante gallego Fernando Maceira en el Paraguay, misivas llenas de angustias por una ausencia que se prologa largos años. Por la correspondencia de Victoria Antonia de Pessoa, desfilan el amor, el despecho, los celos, los problemas familiares, el hijo, los parientes, amigos y los esclavos, virtualmente incorporados estos al elenco familiar. Los acreedores de Maceira consiguen que la justicia trabe embargo contra sus bienes y los de su esposa y de esa manera pone a la familia al borde de la ruina. La pérdida de estatus es vivamente sentida por Victoria Antonia que no se resigna a perder a sus esclavos.
Creemos que las cartas de Victoria Antonia de Pessoa serán de utilidad para los historiadores de la familia colonial rioplatense y por eso las publicamos. Agrademos a la señora María Elena Burgos de Socolovsky el mecanografiado final de las mismas.
Carlos A. Mayo y Amalia Latrubesse de Díaz. (3)
Esposo y querido Fernando Maceiras
Mi hijo, y muy querido mío, recibí la tuya con fecha de veinte y uno de Enero y con ella el imponderable guato que puedes considerar; por las buenas noticias que me comunicas de tu buena salud a cuyas órdenes ofrezco la que poseo con todo afecto.
Tocante a los disgustos que por la antecedente te avisé no han sido míos sino tuyos pero, a mi me son precisos el sentirlos y mi mayor sentimiento es el no poder estar a tu lado para ayudarte a la contemplación (?) de ellos pero me consuelo con que es voluntad de Dios que ( sea y, así no (,) aflijas que mientras yo viva casa, criados y cuanto hay todo es tuyo a lo tienes a tu disposición, como así se lo he dicho a Dn. Juan Arias y a D. Manuel de Araujo, pues luego que recibí la tuya pasé (/) a verlo y me enseñó tu carta en que me recomendabas a él, como así se ofreció a todos cuanto se me ofreciese, que estaba pronto a servirme en todo y por todo.
En cuanto a lo que le encarga de ropa si acaso se me ofreciese no dejaré de molestarle aunque siempre procuro el mantenerme con la misma ,con que me dejaste, que sólo en médicos tendrá muchos algunos gastos por las muchas desazones que mi padre me hace tomar y así cuando vengas no me vengas con impertinencias pues entonces es capaz de acaba-me de matar pues, sólo me contemplo como las ánimas del Purgatorio pues desde que tuve tu carta en que me dices que venias me parecía me suspendía en alto y se me acababan las penas aunque, por otro modo hablando de tu venida con Do. Manuel Araujo me respondió que primero que tu mandases otra (/) vez los barcos con hacienda antes de venirte. Lo que te suplico que antes de enviarlos o al mismo tiempo te vengas con ellos que a no ser así será para mi la mayor pena que mujer puede padecer. Ahí te mando una estampita de los remedios a quien te pido lodos los días te de acierto en todas tus cosas y te traiga con bien que es todo mi anhelo y advierte que va bendita y mandada decir una misa para que te de buen viaje y la traigas en tu barco, que me alegre mucho el haber entrado en él.
Ahí te remito dos fanegas de harina cernidas y, dos de trigo que por estar padeciendo en ésta grandísimas calamidades de moliendas no van, las cuatro cernidas, por estar valiendo un huevo medio real, que es todo cuanto puedo ponderarte en todas las necesidades que nunca, se ha experimentado otro tanto, lo que siempre ha valido una fanega de trigo de molienda (/) han sido cuatro reales y ahora he pagado doce y, dado gracias a Dios por haber podido merecerle, y para esto me dio Don Manuel Araujo 31 pesos (?) ahí te mando tres camisas que son las que por ahora he podido terminar y en el primer barco, te mandaré las otras tres que se quedan acabando, también te mando un tarrito de aceitunas entre mi madre y yo. Mis hermanas y yo igualmente estimamos los dulce y se te encomiendan afectísimas y en particular mi madre, que por que no le mandaste una estera señalada para su madre (?). Tu hijo Joaquín es menester para él solo un peso de pan todos los días , todos los demás criados quedan buenos y tu mulatillo chico, mi comadre Marica estima mucho la estera y está muy quejosa porque no haces a su hijo Lucas que le escriba y no se te olvide la estera y los tauretillos (sic) para el estrado y una batea para lavar, un palo para picar carne y un mortero pues el que dejaste se estaba perdiendo el sol y lo vendí y con eso será bien recibido, y es cuento ocurre de (en margen): esta. Tuya
Buenos Ayres Junio 7 de 1754. Tu esposa que de corazón te estima Tachado Bidoria
Victoria Antª de Pezoa. (4)
Citas:
(1) Mayo, Carlos y Latrubesse de Díaz, Amalia, Cartas de una mujer porteña (siglo XVIII), Cuaderno de Cátedra: Historia Argentina I, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa. Santa Rosa, 1983 (mecanografiado). El repositorio se encuantra en el Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, Real Audiencia, 5-2-29-1.
(2) Mayo, Carlos, Porque la quiero tanto. Historia del amor en la sociedad rioplatense (1750-1860), Editorial Biblos, Buenos Aires, 2004. Ver capítulo I: “Amor, soledad y ausencia: el drama de Victoria Antonia Pesoa”, pp.15:24.
(3) Mayo, Carlos y Latrubesse de Díaz, Amalia, ob.cit., (S/N).
(4) Mayo, Carlos y Latrubesse de Díaz, Amalia, ob.cit., p.17.
Imagen: La pisadora de maiz de Palliere.
Edición: Maximiliano Van Hauvart, Estudiante UNMdP.