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Notas dispersas sobre Historia

La economía colonial en Chile | Carlos Van Hauvart | Cap 12 | Historias coloniales

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La economía colonial en Chile | Carlos Van Hauvart | Cap 12 | Historias coloniales

Guión por Prof. Diana Duart y Prof. Carlos Van Hauvart

Hace ya más de 50 años el historiador Italiano Ruggiero Romano escribió un artículo en la Revista Annales, que luego fue publicado al español por la Editorial de la Universidad de Buenos Aires (Eudeba) en 1965 bajo el título Una Economía colonial: Chile en el siglo XVIII (1). Su propósito primordial fue comparar aspectos de la economía productiva del Río de la Plata y Chile. Como el mismo decía un viaje desde el Atlántico al Pacífico.

Para ello se enfocó primeramente  en una cuestión, la producción de monedas de oro y plata en Chile . Hay que recordar que América fue una gran productora de mineral argentífero. Dos áreas mineras Zacatecas y Potosí abastecieron de ese mineral a los comerciantes y el estado español.

Los primeros los usaron como medio de pago de sus importaciones provenientes de Asia y Europa. El estado español se financió a través de los impuestos que cobraba por la extracción del metal y la producción de monedas de plata. En suma, muy poca de la plata que se producía en los virreinatos de Nueva España y del Perú quedaba en América durante el siglo XVI y XVII.

La disminución de circulación de moneda en las colonias hispanoamericanas, especialmente en las áreas marginales como Chile o el Rio de la Plata, obligo a la convivencia de dos formas de economía: la economía natural y la economía monetaria. La primera se refiere a los intercambios que se producían mediante la utilización de las llamadas monedas de la tierra (productos locales que se intercambiaban con los procedentes de otras regiones).

 La necesidad de una economía monetaria requerida por el sector mercantil buscaba acelerar la fluidez de los intercambios, caso contrario había circuitos mercantiles que podían quedar ajenos a las redes de mercantilización o de intercambio de productos.

Romano estudió la creación de la Casa de la Moneda de Santiago a mediados del siglo XVIII. Primero fue una empresa privada y luego fue manejada por la corona. Esta empresa tuvo múltiples dificultades ya que para obtener el metal (para posteriormente amonedarlo) se debía contar con mercurio que provenían de las minas de Huancavelica y de cobre para la aleación (3). El autor sospecha que una proporción de aquel metal se desvía hacia flujos clandestinos de moneda.

La prosperidad modesta de la economía de Santiago  según Romano dependía de la riqueza consolidada de Lima, grande pero tradicional y la riqueza dinámica de Buenos Aires grande pero viva. “Santiago es rico en la medida en que lo son sus vecinos”.

En el siglo XVIII, Chile se hallaba sumergida en la lucha que oponía Lima a Buenos Aires, los dos grandes centros “de dirección y poder en America”. Este es un hecho al que, nos parece, nunca se ha prestado la suficiente atención y es en realidad una de las claves para explicarse la situación. Por un lado Lima, capital de un enorme virreinato que, en lo esencial, cubre al sur del continente la totalidad de la América hispana que costea el pacífico y que constituye el pivote de la vida americana frente a este inmenso océano. Por el otro Bueno Aires que, casi solapadamente, ha conquistado su categoría de capital hasta imponer  por e el poder de los hechos mismos, la creación del virreinato del Río de la Plata.

La segunda cuestión que observó Ruggiero Romano lo hizo a través de C.H. Haring, este decía que durante los siglos XVI y XVIII la metrópoli tuvo estrechas relaciones con sus colonias de clima cálido que producían azúcar, algodón, tabaco y tintes para los tejidos que eran vendidos a ingleses, países bajos o franceses.

Durante el siglo XVIII sumo la metrópoli a las colonias agrícolas que producían productos pesados o voluminosos. Chile entonces pudo vender excedentes de su  producción de trigo a Lima en grandes cantidades creando un lazo más dinámico e interesante para los productores y comerciantes  o el Río de la Plata que colocaba el cuero de las vaquerías en Europa.

Edición

Max Van Hauvart Duart, estudiante FCSYTS-UNMdP

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