Reservados todos los derechos de estas imágenes, esta puede ser reproducida en todo y en parte, transmitido, recuperado por cualquier sistema de información, con la cita académica correspondiente o el permiso de Aportes de la Historia.
Derecho de propiedad intelectual de Aportes de la Historia RL-2017-11728123-APN-DNDA·MJ
Miguel Hernández, el mulato de Nueva España | Juan Oliva Pippia | Cap 25 | Historias coloniales
Guion por Juan Oliva Pippia
Hola a todos y todas, bienvenidos nuevamente al canal de Aportes de la Historia. En esta nueva entrega de Historias Coloniales, les presentamos a Miguel Hernández, un mulato libre, que con duro trabajo, logró vivir una cómoda vida a finales del siglo XVI, en el Virreinato de Nueva España.
Siguiendo las ideas de la Lucha por la Supervivencia en la América Colonial propuestas por Sweet y Nash, hemos trabajado, hasta el momento, con tres formas de supervivencia: mediante la lucha colectiva, mediante el desafío individual y mediante la adaptación individual. Si todavía no sabes de qué se trata, te dejamos en la descripción un link para que accedas a los videos previos.
Sin embargo, queda por ver aún, el cuarto modo de supervivencia que empleaban los individuos del mundo colonial. Estamos hablando de la supervivencia por medio de la competencia. Pero con esto, no hacemos referencia al mero enfrentamiento entre miembros de un mismo grupo social. No estamos pensando, por ejemplo, en términos de una muchedumbre de mulatos, todos peleando entre sí por un mismo objetivo, sino que vemos en la competencia la capacidad de las personas para subir de rango en el orden social, consiguiendo mayores libertades y ampliando su espacio de lucha para forjarse una vida mejor, alejada de de pobreza y trabajos agotadores.
Un claro caso de supervivencia por medio de la competencia, nos lo brinda la historia de Miguel Hernández, un mulato libre nacido en la ciudad de México a mediados del siglo XVI. Si bien no sabemos mucho sobre sus orígenes, el autor afirma que supo aprovechar ventajosamente el hecho de ser hijo legítimo, hombre libre y de saber leer y escribir.
Las posibilidades de tener éxito económico en la ciudad de México, capital del Virreinato de Nueva España, eran casi nulas para los hombres de color. Muy pocos eran los negros y mulatos, sean libres o esclavos, que lograban atravesar las barreras legales y sociales para conseguir un importante puesto de trabajo o adquirir ricas propiedades. Es por esto, que muchos de ellos buscaron nuevas fortunas de vida en las provincias del Virreinato y Miguel, no fue una excepción en este sentido. Se mudó a la ciudad de Querétaro, en crecimiento debido a su estratégica ubicación, entre la ciudad de México y las minas de plata de Zacatecas en el norte.
En esta nueva ciudad, la raza, el sexo y el origen influían en el desarrollo personal de los individuos, pero no lo determinaban completamente. Un hombre de color libre, son suerte, astucia y trabajo duro, podía hacerse allí un buen modo de vida. Miguel Hernández evitó muchas de las trampas en que caían otros mulatos y negros de esa sociedad y logró establecer su propio negocio de fletes. Así, en cierta medida, logró superar el estigma del color de su piel. Se hizo español en sus actividades económicas y personificaba lo contrario de los horribles estereotipos que los españoles se hacían de la gente de raza mixta. Conocía detalladamente los procedimientos legales españoles y su escritura se confundía con la de un profesional educado. De hecho, los notarios, muchas veces olvidaban añadir en los documentos la condición de mulato libre que poseía Miguel.
Querétaro, una ciudad en imparable crecimiento, se convirtió en un centro de transporte, por donde circulaban numerosas mercancías que requerían el servicio de muchos transportistas. Nuestro protagonista, que era un hombre dinámico y emprendedor, supo aprovechar no sólo sus conocimientos previos acumulados, sino también cada una de las ventajas que brindaba esta nueva ciudad. Compraba mulas al por mayor, y trabaja con ellas o las vendía; se volvía acreedor de deudas; y comercializaba telas y paños en sus viajes a la ciudad de México.
Aunque Miguel nunca llegó a la cumbre de la economía, dado que sólo llegaban allí los hombres blancos sumamente poderosos, pudo gozar de una valiosa propiedad y del trabajo doméstico de un esclavo, junto a su mujer (de origen indio) y sus cuatro hijos.
Citando a los autores: “La vida es siempre una lucha, y la supervivencia y la superación son siempre sus objetivos primarios.” Las restricciones que se les imponían a los mulatos y mestizos del mundo colonial, no se aplicaban, en casi ninguna medida, a Miguel. Su modo de vida no puede ser simplificado ni encasillado en un único nivel de la compleja jerarquía social y racial que existía en el Virreinato de Nueva España en el siglo XVI. Miguel Hernández, con mucha cautela y dedicación logró atravesar completamente todos los niveles jerárquicos, manteniendo cálidos vínculos con indios y mestizos, y estrechas relaciones laborales con los individuos del mundo español. Un mundo desafiado y manipulado, por un simple transportista.
Edición
Max Van Hauvart Duart, estudiante FCSYTS-UNMdP
Código QR
[dqr_code post_id=»5238″]