Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Terrorismo de Estado en Chile y Uruguay. Estudio de caso desde la perspectiva de la E.S.I.: Diversidad Sexual, Género y Dictaduras por Denise Kudsen

 

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Introducción:

En el segundo cuatrimestre del año 2017 los integrantes de las Cátedras de Historia General de América Preindependiente e Historia General de América Contemporánea de la UNMdP, Facultad de Humanidades del Departamento de Historia participaron del dictado de un curso en la ciudad de Necochea cuyo objetivo era que los participantes, graduados de Institutos de Formación Docente pudieran acreditar el grado de Licenciados en Historia por nuestra Universidad. El objetivo final para su aprobación era la elección de un tema y abordarlo como un texto escolar en donde se enmarcarán cuestiones académicas tratadas en Instituciones Universitarias o de Formación Docente, en donde se remarcaran líneas argumentales de un autor y su obra o de varios confrontando sus hipótesis y marcos de análisis.

Para Aportes de la Historia es un enorme placer poner a disposición de nuestros colegas, alumnos y el público en general, los resultados de los Colegas que gentilmente han cedido su obra para su circulación. Obra que próximamente será edita como libro electrónico, por el Grupo de Estudios Latinoamericanos dependiente del Centro de Estudios Históricos de la Facultad de Humanidades de nuestra casa de estudios.

Agradecer además a todo el personal auxiliar que en la ciudad de Necochea nos ayudó y acompaño, al Centro Cultural de la ciudad, hermoso lugar en el cual nos hemos sentido como nuestra casa y por último a los colegas que nos acompañaron en el curso que con su respeto, bonhomía y afecto hizo tan grata nuestra tarea y nunca nos cansaremos de agradecer y recordar.

EL TERRORISMO DE ESTADO EN CHILE Y URUGUAY

ESTUDIO DE CASO DESDE LA PERSPECTIVA DE LA E.S.I.: DIVERSIDAD SEXUAL, GÉNERO Y DICTADURAS

TERRORISMO DE ESTADO EN EL CONO SUR

por Denise Kudsen

 

Las décadas de 1960 y 1970 se caracterizaron, en América del Sur, por la proliferación de regímenes dictatoriales. Este auge autoritario se relaciona con el contexto más amplio de la Guerra Fría, y de la Revolución Cubana y su influencia en el ámbito específico de Latinoamérica, así como el desarrollo de la movilización popular. Los nuevos movimientos -sindicales, juveniles, de izquierda- cuestionaban el capitalismo y sus limitaciones, las características específicas que adopta en América, las consecuencias del imperialismo norteamericano, las desigualdades provocadas por estos fenómenos tanto entre países como dentro de ellos.

Frente a esta situación, y la importancia que iba adquiriendo el ejemplo cubano como modelo de lucha antiautoritaria, anticapitalista y antiimperialista, así como los métodos revolucionarios empleados, a partir de la teoría del foquismo y la guerra de guerrillas, desde Estados Unidos se impulsó una serie de estrategias para evitar la proliferación de “otras Cubas” en lo que se consideraba su esfera de influencia.

Una de las estrategias represivas implementadas fue la “Doctrina de Seguridad Nacional”, difundida principalmente entre los miembros de las Fuerzas Armadas de los países americanos. Esta doctrina postulaba la existencia de un “enemigo interno” dentro de cada estado, compuesto por infiltrados marxistas, comunistas, guerrilleros. Se consideraba que este “enemigo interno” atentaba contra la seguridad de las naciones latinoamericanas, por lo cual se sostenía que las fuerzas militares constituían el actor indicado para proteger y resguardar, a través de una “guerra interna”, el orden y seguridad de sus países. Esta doctrina fue compartida por los militares latinoamericanas y difundidas a partir de mecanismos e instituciones como la Escuela de las Américas y el Plan Cóndor. En la primera, localizada en Panamá, se los instruía, de la mano de militares norteamericanos, tanto en los lineamientos ideológicos de la doctrina como en métodos de tortura y espionaje, desarrollados en Vietnam y Argelia.

El Plan Cóndor, por su parte, fue una operación conjunta organizada por los Servicios de Inteligencia de países sudamericanos, como Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. Este plan, de carácter secreto, incluía colaboración en tareas de espionaje, captura y realización de atentados contra grupos o individuos considerados “enemigos internos” de los regímenes militares, bajo la óptica de la mencionada doctrina. El Plan Cóndor fue organizado por el jefe de la DINA chilena (Dirección de Inteligencia Nacional), Manuel Contreras, y avalado por Estados Unidos, que también prestó asistencia para el desarrollo del accionar represivo.

Por otra parte, y como decía Rodolfo Walsh en su Carta Abierta a la Junta Militar, “en la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de personas con la miseria planificada.”[1] De hecho, una de las principales características que compartieron las dictaduras del Cono Sur fue la motivación económica de su accionar represivo. En los casos que analizaremos en este texto, el chileno y el uruguayo, como en el de nuestro país, los gobiernos dictatoriales estaban convencidos de que el Estado Benefactor y la movilización popular eran los principales males que afectaban a la economía y la sociedad americanas. Compartieron, en este punto, el inicio de la implementación de políticas neoliberales, tendientes a eliminar la intervención estatal en la economía y de su rol como garante de derechos sociales básicos, la apertura de las economías sudamericanas al capital financiero, principalmente extranjero, privilegiando al sector financiero como base de la economía nacional. Las políticas efectuadas por estos regímenes tuvieron, en general, consecuencias similares, como la dolarización de la economía, el aumento exponencial del endeudamiento externo, el predominio del sector financiero y la expansión de la especulación, en detrimento de los sectores productivos nacionales, y el declive de las condiciones de vida de los sectores populares, especialmente de la clase obrera.

El triunfo de la aplicación del modelo económico neoliberal conllevaba, necesariamente para los gobiernos militares, la puesta en práctica del plan represivo. Esto se debía al grado de desarrollo de la movilización obrera y popular en el período previo, que obviamente iba a imponer resistencias a la implementación de medidas que iban a atentar contra el valor del salario, el acceso al empleo, las condiciones de vida y el acceso a necesidades básicas por parte de los sectores populares, la pequeña y mediana empresa industrial y agraria. El principal objetivo de estos regímenes comprendía una total reestructuración de la sociedad, que rompiera los lazos de solidaridad, cooperación y participación de sus integrantes, transformándolos en sujetos individualistas y atemorizados.

Para el logro de este objetivo, el estado militar adquirió en el Cono Sur la forma de Estado Terrorista. Este Estado se caracteriza por la utilización sistemática y planificada de la violencia y del terror como mecanismo de disciplinamiento social, tanto para persecución de los adversarios políticos, como el modo de atemorizar al conjunto del cuerpo social. Además, y de acuerdo con lo estipulado por el Plan Cóndor, una de las principales características del Terrorismo de Estado fue el accionar clandestino, al margen de la legalidad formal, combinado con un aparato coercitivo, de carácter público, sometido a determinadas leyes. Este último aspecto fue el más desarrollado en el caso uruguayo.

DICTADURA MILITAR, GÉNERO Y SEXUALIDAD

Desde el punto de vista ideológico, el Estado Terrorista buscó imponer su visión del mundo como la única posible, aceptable y verdadera, eliminando a quienes presentaran un posicionamiento político, filosófico, cultural, sexual, diferente al impuesto por la dictadura. Esta visión del mundo estaba generalmente relacionada con el nacionalismo, la tradición, y los valores “occidentales y cristianos”. De la mano de la jerarquía de la Iglesia Católica, se defendía la concepción de una sociedad basada en los principios de “Dios, Patria y Hogar”, así como de “Tradición, Familia y Hogar”.

En este sentido, el hecho de poseer una orientación sexual que no se incluyera dentro de la normalidad impuesta por los regímenes militares, referida únicamente a la heteronormatividad (en la cual se considera a la heterosexualidad como “lo normal”), conllevaba, además de la discriminación por parte de la sociedad, la sospecha y violencia ejercidas por las fuerzas represivas, por el hecho de no cumplir con los mandatos de la sociedad patriarcal, “católica y occidental” que se pretendía imponer como la única posible. De este modo, ser gay, lesbiana, transexual, conllevaba una carga implícita de cuestionamiento o negación de los postulados ideológicos de los regímenes militares, que postulaban el modelo de familia patriarcal, burguesa y cristiana como el ideal.

De esta manera, se delimitaban claramente los roles que les correspondían a cada género dentro de la sociedad. Ser mujer se debía asociar necesariamente a ser esposa, madre y ama de casa, según el concepto tradicional, patriarcal y heterosexual, de familia. Una mujer que rompiera con ese esquema, por ejemplo, al ser lesbiana, podía ser considerada como “subversiva” del orden que intentaba imponer el régimen terrorista, y sufrir tipos particulares de violencia.

DISIDENCIA SEXUAL EN LA DICTADURA CHILENA

En Chile, con la dictadura instaurada a partir del golpe de Estado perpetrado el 11 de septiembre de 1973, podemos reconocer estos elementos. En el caso de las personas homosexuales, se utilizaron elementos legales provenientes del siglo XIX, para reprimir estos sujetos que se consideraba que obstaculizaban la familia, y que por lo tanto constituían, desde el punto de vista de la dictadura gobernante, un peligro para la sociedad chilena y la idea de nación que ésta poseía.

Dos artículos del Código Penal chileno en particular fueron empleados para ejercer la violencia y represión sobre hombres homosexuales, lesbianas y transexuales. El primer artículo es el N°375, que penalizaba la sodomía, es decir, las relaciones homosexuales entre hombres. Este artículo, que databa del siglo XIX, tenía una clara raigambre en la doctrina católica, ya que se basaba en el relato bíblico de Sodoma y Gomorra, y criminalizaba este tipo de relaciones imponiendo una pena de presidio. No obstante, esta ley fue la menos aplicada, puesto que refería a situaciones propias de la intimidad de las personas.

Por el contrario, el artículo N°373, conocido como “Ley del Pudor, Moral y Buenas Costumbres” tuvo un empleo más extendido por las fuerzas represivas chilenas. En este caso, se condenaba “cualquier modo que ofendiese el pudor o las buenas costumbres con hechos de grave escándalo o trascendencia, no comprendidos expresamente en otros artículos de este Código, sufrirán la pena de reclusión menor en sus grados mínimo y medio»[2]. El artículo, al no demostrar suficiente claridad en cuanto a los actos que se consideraban como ofensivos de la moral o el pudor, fue empleado en la criminalización y violencia ejercida principalmente hacia personas gay y transexuales. Un ejemplo de ello serían las constantes incursiones a las disco y bares gay en la década de 1980, principalmente en Santiago de Chile, en que “ropas inusuales, actitudes amorosas sospechosas y el baile entre personas del mismo sexo, eran las excusas más recurridas para detener a hombres gay.”[3] Los testimonios de mujeres trans también reflejan la violencia ejercida por carabineros en ese período.

La situación de las mujeres homosexuales era similar durante la dictadura chilena, aunque en este caso se unían tanto su condición de mujeres como la de lesbianas, lo que las convertía en doble foco de discriminación y violencia, ya que, como leíste anteriormente, estas mujeres no estarían cumpliendo con el mandato que les correspondía tradicionalmente, como esposas, madres y amas de casa en una familia heterosexual. Al igual que en el caso de los hombres, se veían obligadas a mantener su orientación sexual en la confidencialidad, no pudiendo expresarla libremente. Asimismo, si al hecho de ser lesbianas se le sumaba el ser opositoras activas al régimen o poseer cierta participación política o en algún tipo de agrupación (feminista o lésbica), la persecución también podía agravarse.

Citas:

[1] Walsh, Rodolfo, Carta Abierta a la Junta Militar, en Roberto Baschetti (Comp.), Rodolfo Walsh, Vivo, Buenos Aires, De la Flor, 1994. En: Pensar la dictadura. Terrorismo de Estado en Argentina / edición literaria a cargo de Maria Celeste Adamoli y Cecilia Flachsland., 1a ed., Buenos Aires, Ministerio de

Educación de la Nación, 2010. Pág. 40.

[2] CHILE. Ministerio de Justicia. 1874. Código Penal. Ley que condena cualquier modo las ofensas al pudor, moral y buenas costumbres. Ley aún vigente. En: Garrido, J.C., Historias de un pasado cercano. Memoria colectiva, discursos y violencia homolesbotransfóbica en la dictadura militar y transición democrática en Chile, DOCUMENTO DE TRABAJO ICSO – N° 24 / 2016, Serie Jóvenes Investigadores. Instituto de Investigación en Ciencias Sociales, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, Enero 2016. Pág. 6

[3] Óscar Contardo, Raro. Una historia gay de Chile (Santiago: Planeta, 2011), pág. 352. En: Garrido, J.C., Historias de un pasado cercano. Memoria colectiva, discursos y violencia homolesbotransfóbica en la dictadura militar y transición democrática en Chile, DOCUMENTO DE TRABAJO ICSO – N° 24 / 2016, Serie Jóvenes Investigadores. Instituto de Investigación en Ciencias Sociales, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, Enero 2016. Pág.

Bibliografía

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  • Duhalde, E. L., El Estado Terrorista Argentino, 1° ed., C.A.B.A., Colihue, 2013.
  • Garrido, J. C., “Diversidades en la transición: Homofobia y el movimiento LGBT en Chile, 1990-2000”. Historias que vienen: Revista de Estudiantes de Historia (6:2015).
  • Garrido, J.C., Historias de un pasado cercano. Memoria colectiva, discursos y violencia homolesbotransfóbica en la dictadura militar y transición democrática en Chile, DOCUMENTO DE TRABAJO ICSO – N° 24 / 2016, Serie Jóvenes Investigadores. Instituto de Investigación en Ciencias Sociales, Universidad Diego Portales, Santiago de Chile, Enero 2016.
  • Gónzalez Baica, Soledad, Violencia sexual en el Terrorismo de Estado uruguayo.
  • Pensar la dictadura. Terrorismo de Estado en Argentina / edición literaria a cargo de Maria Celeste Adamoli y Cecilia Flachsland., 1a ed., Buenos Aires, Ministerio de Educación de la Nación, 2010.
  • Riso Fernández, M., “El incendio sigue encendido. Apuntes sobre las víctimas del terrorismo de estado uruguayo, sus narrativas y sus clasificaciones”. Contenciosa, Año I, nro. 2, primer semestre 2014 – ISSN 2347-0011
  • Sapriza, G., “Memorias de mujeres en el relato de la dictadura (Uruguay, 1973-1985). Violencia / cárcel / exilio”. Deportate, Esule e profughe, Rivista telemática di studi sulla memoria femminile, N°11, 2009. ISSN 1824 – 4483
  • Sapriza, G., “Un palimsesto de infinitas escrituras”. REVISTA NOMADíAS, Diciembre 2015, Número 20, 273-292.
  • SCHELOTTO, Magdalena, «La dictadura cívico-militar uruguaya (1973-1985): militarización de los poderes del estado, transición política y contienda de competencias», Studi di Storia Contemporanea : Le dittature militari: fisionomia ed eredità politica, 29/12/2015, URL:< http://www.studistorici.com/2015/12/29/schelotto_numero_24/ >
  • Sutherland, J. P., Nación marica. Prácticas culturales y crítica activista, Ripio Ediciones, Chile, 2009.

Edición: Maximiliano Van Hauvart, Estudiante UNMdP.

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