Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Las Reformas Borbónicas 2 | Diana Duart | Cap 37 | Historias coloniales

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Las Reformas Borbónicas 2 | Diana Duart | Cap 37 | Historias coloniales

Guion por Carlos Van Hauvart y Diana Duart

En el libro “Las independencias iberoamericanas en su laberinto. Controversias, cuestiones, interpretaciones” su wditor Manuel Chust señala la importancia de la tesis de John Lynch, que ha resultado muy atractiva para los historiadores al decir:

 “Las causas de las independencias se debieron a un «neoimperialismo» borbónico que se impuso en la Monarquía española tras el triunfo de esa casa nobiliaria en la Guerra de Sucesión de los Austrias a partir de 1701. Lynch, magnífico conocedor del siglo XVIII hispano, tanto peninsular  como americano, trazó un panorama de agravios, tanto políticos como económicos, que los Borbones impusieron a los criollos, especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII. Lo cual contrastaba, para Lynch, con una época de mayor autonomía y permisibilidad de los Austrias en América. La política de estos monarcas que había permitido ascender en cargos políticos, religiosos y en fortuna al criollismo, especialmente hacendado y comercial a lo largo de toda América.”

Esto no significaba que cualquier criollo podía acceder a un cargo político o religioso en el periodo de los Austrias. Con los Borbones, el cambio fue que las familias poderosas criollas ya no podían aspirar a que sus parientes pudieran ser elegidos como funcionarios rompiéndose esta relación de poder. Los cargos más importantes ya no serían ocupados por criollos sino por europeos y en consecuencia las elites locales fueron desplazadas de la administración colonial. Y cuando los criollos fueron designados en puestos de segundo y tercera orden rara vez eran ubicados en su lugar de origen y estuvieron sujetos a numerosos traslados dentro del extenso territorio del Imperio español.

Las recién creadas intendencias, centro de la reforma administrativa territorial de los borbones, casi nunca fueron ocupadas por un criollo. Esto significó una diferenciación entre los criollos de las poderosas familias de las elites locales y los españoles, generando una conciencia que Lynch denomina el criollismo e impregnó a toda la América de los Borbones en sus colonias americanas. Esto, según Lynch, no se puede ignorar o negar ya que estas rivalidades generaron tensiones entre criollos y españoles.

El caso de los mantuanos en Venezuela es un ejemplo. Eran poderosos terratenientes dedicados al cultivo del cacao. La exportación de este producto los benefició con una gran  expansión económica. Pero ese crecimiento se veía limitado, ya que, el comercio de exportación e importación era controlado por los españoles. Esto generó un conflicto entre las familias terratenientes criollas y los comerciantes de ultramar hispanos. Los españoles para controlar estas cuestiones decidieron también ocupar cargos en los cabildos, que habían sido un lugar dominado por las familias de la elite criolla para defender sus privilegios.  

Otra cuestión que produjo tensiones entre las elite criollas y los reformadores borbónicos fue que estos dieron mayores oportunidades de movilidad social a los pardos, negros libres y mulatos, permitiéndoles incluso ingresar en las milicias. En los lugares como el recientemente creado Virreinato del Rio de la Plata y en su capital, la ciudad de Buenos Aires, las castas aprovecharon esa situación en donde además se les permitió participar de actividades de comercio.  

Entonces las líneas divisorias que se empezaban a diluir fueron otro motivo de conflictos. La sociedad de antiguo régimen pensada por los Austrias se debilitaba lentamente. Esto acrecentó el temor de los terratenientes criollos, especialmente en donde se practicaba la economía de plantación y gran parte de la población era esclava. Se temían un levantamiento de los esclavos como había ocurrido en Haití.

En el caso de los virreinatos de México y de Perú los indígenas protagonizaron numerosas rebeliones para defender sus intereses cuando eran sometidos, tanto, por los peninsulares como por los criollos. Lynch sostiene que no eran revoluciones, pero ponían en evidencia las tensiones sociales entre los diversos grupos que componían la sociedad colonial española. El ejemplo es que cuando los criollos se amotinaban por cuestiones fiscales esto era aprovechado por los indígenas, negros libres, pardos o mulatos o indígenas para plantear también sus reclamos que muchas veces estaban circunscriptos a demandas locales contra algún tipo de autoridad  o también podían ser más amplios como la rebelión de Túpac Amaru.

La relación entre el Estado colonial de los Borbones con la Iglesia tampoco fue sencilla. Los Borbones atacaron muchos de sus privilegios, especialmente los complejos intereses económicos de la Iglesia. En los que se sumaban la percepción de los diezmos, las propiedades urbanas y rurales, el enorme capital amasado en base a créditos hipotecarios y las donaciones que recibía de sus fieles.

Las órdenes religiosas temían. La expulsión en 1767 de la poderosa Orden Jesuita los preocupaba. Sin embargo esta expulsión generó un golpe muy duro para las elites locales criollas ya que muchos de sus miembros eran criollos y miembros de esas elites. Estos administraban el poderoso patrimonio económico de la Orden gracias a sus actividades económicas que, en el mundo rural, las constituían las haciendas y sus extensos territorios con mano de obra indígena organizada en aldeas. Esa expulsión significó que 450 mexicanos partieron a un exilio a perpetuidad quedando sin patria.   

 

Edición

Ihan Quiroz, estudiante CNAUI (UNMdP)

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