Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Transitando por el sendero de la prosperidad. Patrones de inversión por Vanesa Velich y Daniel Virgili.

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D.N.D.A. Registro de autor 5.274.226

Pulperos y Pulperias de Buenos Aires 1740-1830 (I)

Carlos Mayo, Director

ISBN 937-9136-15-2

Capitulo 5

Transitando por el sendero de la prosperidad. Patrones de inversion (II)

Daniel Virgili – Vanesa Velich

Todos aquellos pulperos que habían tenido la posibilidad de generar un excedente en sus capitales, no dudaron en realizar inversiones más allá de las requeridas en la dinámica interna de sus comercios.

 Dentro de sus preferencias se destacan en primer término las referidas a los bienes inmuebles; dentro de los cuales la prioridad estaba enmarcada por la adquisición de una casa, y así, poder concretar el anhelo de la vivienda propia. Dentro del universo analizado -que consta de 105 casas- esta aspiración pudo ser concretada por e147,6 % (50 casos), de los cuales el 6,6 % (7 casos) siguiendo la misma línea de inversión, procuro adquirir otra casa [ver cuadro N° 1].

 El valor de las propiedades (1)  oscila entre los 400 y 5.000 pesos, llegando en casos excepcionales a mucho más, promediando para todo el periodo de análisis los 2.920 pesos. Aquellos con menos recursos y que generalmente tenían ubicadas sus pulperías en los alrededores de la ciudad construyeron ranchos como vivienda ( 5 casos), cuya valuación no superaba los 90 pesos. Los menos (3 casos) tenían como morada la trastienda del propio local. El valor promedio de las cases de los pulperos (2.920 pesos) era levemente superior a aquellas pertenecientes a los estancieros (2.261 pesos)(2); pero se hallaban bastante más alejadas de las que poseían los grandes comerciantes, las cuales llegaban a promediar los 15.616 pesos (3).

 Las viviendas de los pulperos -aunque mucho más modestas en comparación con las construidas por los grandes comerciantes- contaban, de todos modos, con una cierta comodidad respecto de la distribución de los ambientes. Una vivienda tipo se componía de una salita de un tirante, acompañada de un dormitorio «de azotea» (con terraza); seguidamente una cocina de media agua; luego se sucedería otro cuarto con altillo y a veces seguido por otro de media agua a la calle. La construcción estaba realizada en adobe, Llegándose a generalizar la utilización de ladrillos ya iniciada la primer década del siglo XIX. En todos los casos se empleaban tejas Para cubrir los techos (4).

 La valuación de estas propiedades se constituía generalmente de la siguiente manera. La tasación de la obra de albañilería representaba a aproximadamente el  55 % del monto total; el terrenos obre el cual se asentaba la construcción el 27 %; por su parte a la carpintería correspondía  un 15 %, mientras que a los herrajes pertenece el 3 % restante.

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Concomitante con la adquisición de otra vivienda o la ampliación de los ambientes de su morada, se hallaba la variante económica que ofrecían los cuartos de alquiler. Dentro de estos pocos pulperos afortunados que habían podido ampliar sus patrimonios se hallaban algunos (5 casos) que alquilaban los cuartos de sus casas o, como Han solido declarar, el haber construido cuartos de alquiler anexados a su vivienda o en otro terreno de su propiedad (3 casos) cobrando por los mismos sumas mensuales que oscilaban entre 7 y 13 pesos, según la amplitud de los ambientes.

Otro modo de invertir las ganancias era a traves de la compra de quintas y terrenos (ver cuadro N°2). Respecto de las primeras, estos podían contar con alguna edificación rustica (rancho o cuartos de media agua). Si bien, excepcionalmente el propietario de una quinta edificada la daba en arrendamiento, esto no era lo habitual ya que se prefería aprovecharlas para cultivar en su suelo productos de huerta o montes de árboles frutales, cuyos frutos se comercializarían en sus propios locales de expendio. Resulta ilustrativo el caso de don Diego de Carrizo, propietario de una quinta, la cual estaba cercada por tunas y tenía plantados 166 membrillos; 130 duraznos; 63 pies de parra; 32 manzanos; 21 granados; 10 higueras; 9 naranjos y 3 nogales (5). No menos curiosa resulta Ia enumeración que el matrimonio Olivera-Balenzuela real izara de lo sembrado en la huerta, quienes dejaron constancia en su testamento de tener plantados 50.000 cebollas y 14.000 ajos (6).

En cuanto a los terrenos, los mismos eran utilizados para edificar o también para plantar frutales. Podían recibir diferentes denominaciones tales como sitios o solares, pero las mismas no se traducían en una diferenciación referente a los valores y superficie;  promediando el valor de estos en los 600 peras. Los lotes en los que se construían las casas podian  variar en su superficie desde 11 varas de frente por 35 de fondo hasta llegar a 70 varas de frente por 70 de fondo, pasando por medidas intermedias como 17 varas de frente por 50 de fondo (7).  Los terrenos de mayor superficie generalmente abarcaban la mitad de Ia manzana: pero cualesquiera fuesen sus medidas siempre se cuidaba de hacer esquina para ubicar allí la pulpería. Por lo general  la «esquina con su trastienda» –como acostumbraban a denominarla los tasadores contemporáneos- se hallaba en la casa de su habitación; en caso contrario alquilaban la esquina de otra vivienda que se adaptara a su conveniencia (8)

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De este modo se daban muchas combinaciones entre  estas opciones de inversión (casas-ranchos-terrenos-quintas-solares-cultivos); destacándose el hecho que la mayoría de los inmuebles se hallaban dentro del ejido urbano. La minoría estaba representada por quintas o chacras suburbanas, puesto que se hallaban en extramuros de la ciudad, lo cual no reviste un carácter netamente rural para las mismas. Solo tres casos se han presentado poseedores de estancias (en Chascomús; Sto. Dgo. Soriano y Quilmes); todos con casa y pulpería en Buenos Aires.

 El hecho de que solo excepcionalmente estos pulperos tuviesen propiedades de explotación rural influye en cuanto a la posesión de animales. El 9,5 % (10 casos) indico ser propietario de algunos. Salvo en los tres casos mencionados de propiedades rurales, cuyos propietarios declaran poseer ganado, se agrega el caso de Don Santos Gaspar, quien posee 34 bueyes y 50 novillos en una estancia ajena. Un caso aislado declara la presencia de animales de corral. Otros dos mencionan poseer atahonas, para el servicio de las cuales tenían mulas y caballos. La mayoría prefiere optar por  caballos (promedio 2 por propietario) y bueyes, estando los mismos vinculados at transporte. Tal es el caso de Antonio García, quien tenía en un terreno de las inmediaciones de la ciudad 27 bueyes para sus carretillas aguateras(1).

 Otra elección fue expandirse a otros comercios del ramo. El 20 % (21 casos) así lo hizo, discriminado de la siguiente manera, a saber:   12 de los casos adquirieron otra pulpería con un promedio de 2 comercios por propietario; mientras que de los restantes, dos optaron por la compra de una tienda» ; uno por un tendejón y otro por un almacén. Aquellos que invirtieron en otro tipo de comercios se hallan representados por los siguientes casos individuales: una zapatería; una carpintería; un aguatero; una faena de sebo, jabón y velas; y finalmente una «obra de pólvora, salitre y azufre», tal como lo declarara su poseedor, Don Miguel  Muñoz (12).

 También se han tornado en cuenta aquellas otras formas de inversión de carácter menor o de diferente naturaleza tales como la posesión de joyas, plata, mobiliario o vestuario. Respecto de la inversión en plata encontramos un total de 9 casos (9.4%) poseyendo dicho metal en diversas formas: hebillas; marcos; mates; cubiertos; plata labrada o en dinero, siendo esta Ultima la de mayor consideración (1000 y 1500 pesos respectivamente), mientras que las demás no alcanzan los 100 pesos. En cuanto a la posesión de joyas solo se registraron 2 casos (1,9%), estando valuadas en uno de ellos en 691 pesos. Sao 3 casos (2,8%) se han mostrado como relevantes en la  posesión de vestimenta y en lo atinente at mobiliario se muestran medianamente significativos 8 casos (7,6%).

Cabe plantearse lo que en realidad importaban estas inversiones con respecto al monto total de sus patrimonios. Como ya lo hemos indicado, el porcentaje de mayor volumen era aquel constituido por las propiedades inmuebles (terreno y edificación de la casa de su morada), promediando el mismo en un 50 %; pero en algunos casos podía  llegar a elevarse hasta en un 80 %; mientras que la adquisición de tierras (quintas-terrenos-estancias) no llegaban a superar el 40 %13. Le seguían en orden de importancia las pulperías, las cuales promediaban en un 20% .

 Las plantaciones; mobiliarios de las casas; ropas y enseres generalmente no superaban individualmente el 13%. Lo mismo ocurría con la plata labrada; pero contrariamente a esto, las sumas de dinero en efectivo llegaban a oscilar entre un 2 % y un 17 % .

Los esclavos

Una forma, de particular interés, en la que solían invertir el excedente de su capital los pulperos de la ciudad de Buenos Aires, era la adquisición de esclavos. Ia propiedad de los mismos es una variable ambivalente. La misma puede estar haciendo referencia a la riqueza y el status, o caracterizando la actividad económica del propietario. En Buenos Aires, la tenencia de esclavos no fue al parecer privativa de los grupos socio económicos encumbrados; así algunos de nuestros pulperos, se encuentran entre los que llegaron a ser propietarios de esclavos. Tal como describe Frederick  Bowser para toda Hispanoamerica, los amos de esclavos no siempre eran ricos propietarios; una gran cantidad de negros eran propiedad de individuos de escasos medios, cuyas condiciones de vida no corrían con mayor suerte que la de sus propios esclavos (14)

¿Que motivaba a los pulperos a comprar esclavos?.  ¿Cuan difundida estaba Ia tenencia de esclavos entre los pulperos?. En busca de respuestas al respecto, hemos consultado la información brindada por los censos de la ciudad de Buenos Aires (1744-1778-1810), y los datos que aportan los testamentos y sucesiones estudiados. John Kicza (15) asegura que en el México colonial Ia posición social de una familia se basaba en la cantidad de esclavos que tenía, y que durante el siglo XVIII fue común la adquisición de ellos para diversas (áreas; como por ejemplo los servicios domésticos y los trabajos artesanales, como arrieros y carreteros. Mientras que para Buenos Aires, S. Socolow (16) afirma que poseer esclavos estaba asociado con el status socioeconómico, puesto que el 100 % de los grandes comerciantes (importadores-exportadores) eran propietarios de esclavos. Según  su análisis, solo el 32 % de todos los que se dedicaban al comercio minorista y mediano los poseían. Pero no en todos los grupos socioeconómicos la tenencia de esclavos funcionaba como un elemento de status.

 Las cifras que hemos podido relevar de los censos ya mencionados, no difieren en mucho de las presentadas por Socolow para el comercio minorista. Para comenzar el número  de pulperos que invirtieron en esclavos (según los padrones consultados) es oscilante y relativamente bajo, si  los comparamos con otros grupos económicos. La proporción de pulperos que se aventuraron en Ia compra de esclavos se podrían observar en los cuadros N° 3 y 4. Lo registrado en cl padrón de 1744, representa un 34,4 % sobre un total de 32 de hombres dedicados a este comercio. Para 1778 observamos que, mientras asciende considerablemente la cantidad de pulperos (203), y Ia población en general, disminuye el  número de amos (34 equivalente a un 16,7 % sobre el total)». Finalmente para 1810 los propietarios ascienden en número a 144, los que representan un 34,4 % del total’8. Por otra parte, en los testamentos y sucesiones la relación de propietarios aumenta al 49,5 % (52  casos  sobre un universo total de 105 ).

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cuadro4

 

De lo expuesto anteriormente podemos establecer que el número promedio de esclavos por propietario ronda en 2,6 en los censos de población, y en la muestra de testamentos y sucesiones el cociente es de 2,9. Aunque, tal como podemos ver en el cuadro anterior, la mayoría de los pulperos poseían solo un esclavo; por lo cual la inversión en este tipo de bienes, en esta instancia, parece no revestir mayor importancia. Tal situación puede estar justificada por las características que el rubro comercial pulpería representa. La baja relación en el número de esclavos por pulpero, son justificables más aun en comparación con los datos aportados para los estancieros (19), comerciantes y panaderos. Las diferencias pueden ser vistas a través de los datos aportados por el censo de 1810, en tanto que, como ya se ha mencionado, los pulperos para este mismo año poseen un promedio de 2,25 esclavos por propietario; mientras que para el rubro comerciantes se registra un promedio de 4,28, y para los panaderos y tenderos el cociente es de 11,76 y 4,29 respectivamente. Si observamos en general el cuadro N° 5 se advierte, por un lado, la dispersión en la tenencia de esclavos entre nuestros pulperos, pues como lo hemos analizado anteriormente, la mayoría (49% en este censo) posee solo un esclavo, contrastando con la alta concentración de la propiedad de esclavos en el rubro panadero, ya que, si bien el promedio de esclavo por propietario es de 11,76 entre estos, se puede ver que hay 6 casos ( 28% aproximadamente sobre el total de 21 propietarios ) que poseen entre 19 y 34 esclavos cada uno, acumulando entre tan pocas manos 66,8 % de la población esclava entre los panaderos, situación lógica si tenemos en cuenta que, las panaderías eran una de las empresas porteñas que mayor cantidad de mano de obra esclava ocupa.

cuadro5

Los pulperos no siempre se hallaban solos en sus locales. Sabemos de la posibilidad de poder contar con la presencia de un grupo familiar; y también-de existirlo- un socio y un mozo o dependiente (20) frente al negocio, como en el caso de M. De Paula (21) que fue administrador de la pulpería de su hermano, o de Pedro Colen (22) que había dejado la atención de su negocio a cargo de su hijo.  Susan Socolow (23) asegura que de un grupo de 145 comerciantes, el 24 % tenía por lo menos un sirviente libre. En el censo de 1778 registramos 6 casos de pulperos con criados libres y 2 con negros conchabados, además de agregados pertenecientes a los grupos étnicos negros, indios y mestizos, de los cuales no se agrega información sobre el tipo de relación con el grupo familiar, pero suponemos que pudieran cumplir funciones de sirvientes o prestar algún tipo de servicio.

 En los casos relevados de los testamentos y sucesiones, en los que los pulperos tenían parte de su capital en 4. 5 y hasta 7 esclavos, en su mayoría poseían alguna otra propiedad en la cual emplearlos como mano de obra.  Tal  es el caso de Don Ángel Arenillas  (24), que en su declaración de capital, nombra además de sus siete esclavos, una faena de sebo, jabón y velas, y quintas con árboles frutales. También existen casos en los que se nombran, como lo hace Don Esteban del Río (25) a cuatro esclavos, que se componen en un matrimonio y un hijo, y otro muchachito sin vínculo familiar con los anteriores; suponemos entonces que el niño resultado del matrimonio nombrado no haya sido comprado.

El número de pulperos que poseen esclavos parece ser bajo, comparándolo con el número de amos entre los comerciantes mayoristas; pero es relevante, si tenemos en cuenta el escaso caudal de capital líquido con el que estos podían contar para realizar tamaña inversión, aun teniendo en cuenta que los precios de los esclavos, en la ciudad de Buenos Aires, eran inferiores al resto del virreinato. El valor promedio de un esclavo -calculado a través de una muestra de 36 casos tomados de las sucesiones- era de 245 pesos, oscilando entre los 100 y los 400 pesos, según la edad, el sexo, la salud y las habilidades, superando en ocasiones el valor de una pulpería (26).

Debemos tener en cuenta además que, a diferencia de la situación registrada en el padrón de 1744 la mayoría de los esclavos se corresponden al sexo femenino. Las mujeres jóvenes podían desempañarse en las labores domésticas, además de ser aptas para la procreación. Según los datos aportados por el padrón de 1778 y la información ofrecida por los protocolos, podemos indicar que la edad de los esclavos de los pulperos rondaba entre los 20 y 29 años (ver cuadros 6 y 7 ).  Encontramos también una significativa Presencia de niños. Anteriormente dijimos que estos podían aparecer junto a algún adulto con alguna vinculación familiar. En los documentos notariales sólo aparecen 6 por matrimonios declarados como tales; y madres con sus hijos, 2. En tanto que en el padrón de 1778 muchos de estos niños figuran solos o con adultos pero sin especificar relación de parentesco. Considerando el número de mujeres en edad de procrear, y los niños que frecuentemente conviven con ellas, podría tratarse de hijos ilegítimos, no reconocidos. l lasta el momento sólo podemos hacer suposiciones al respecto ya que las fuentes consultadas no nos permiten mayores aproximaciones, quedando las respuestas a los interrogantes planteados pendientes del resultado de futuras investigaciones.

cuadro6

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En el marco patrimonial de los pulperos, la inversión en esclavos solía representar alrededor del 15% del total de los mismos. Para aquellos patrimonios menores llegaban a un 20%; pudiendo ascender hasta un 50% en el caso de los amos que no contaran con una casa entres su escaso universo de bienes.

 

Conclusión

Como bien se habrá podido observar, a la hora de realizar las inversiones, las preferencias de los pulperos estaban centradas en los bienes inmuebles, especialmente en lo que respecta a la adquisición de una casa. Dicha prioridad no se mostraba como exclusiva en el Río de la Plata, sino que era compartida por los pulperos de otras ciudades de la América colonial. Tal es el caso los pulperos mexicanos quienes en su mayoría preferían comprar una casa para usarla como residencia o para rentarla (27).

Como ya se ha indicado, el valor promedio de estas propiedades si bien era algo superior que las pertenecientes a los estancieros, sus montos eran mucho más reducidos en comparación con las casas de los grandes comerciantes. De todos modos, no deja de ser un indicio muy importante en cuanto al status económico de los pulperos, si se toma en cuenta el alto costo inmobiliario de la ciudad de Buenos Aires; situación que llevaba a los maestros artesanos en su mayoría a vivir en los propios locales que alquilaban para ejercer sus oficios (28).

 En lo que respecta a las inversiones en otros comercios, podemos decir que estos pulperos tuvieron una participación destacada (20 %), en comparación con otras áreas de Hispanoamérica. Según el estudio realizado por J. Kinsbruner (29), en la ciudad de México no superarían el 11%, mientras que para la ciudad de Caracas se localizaron solamente 2 casos; situación que contrasta notoriamente con el porcentaje que arroja nuestra muestra.

Los pulperos que invirtieron en esclavos, en términos generales, constituyeron aproximadamente un tercio de los mismos. Esta cifra, de aspecto reducido en comparación con los comerciantes al por mayor propietarios de esclavos, representa dentro del mundo mercantil al menudeo un signo más de progreso, dadas las condiciones de capital y mercado al que estos pequeños comerciantes debían enfrentarse. Cuando éstos compraron esclavos -en su mayoría no más de uno o dos- la preferencia parece inclinarse al grupo femenino y jóvenes, aunque la diferencia con los esclavos hombres no es muy grande. Estas preferencias advierten que los esclavos, por un lado, podían estar ocupando tareas domésticas, en la huerta o quinta, o tal vez colaborando de alguna manera con el negocio; pero también la presencia de éstos en la casa de un pulpero pueden estar marcando la diferencia de status con un par, y el anhelo de emular a la élite.

Recapitulando, podemos decir de estos comerciantes minoristas que la mayoría eran dueños de una sola pulpería y a veces, de algún esclavo; transcurriendo sus vidas en el marco de la austeridad. Los más prósperos, en cambio, trataron de imitar el tren de vida de la élite mercantil. Los vemos comprar esclavos, viviendas y tierras urbanas (lotes-quintas) (30).

Todo esto aparentemente nos demostraría un patrón de conducta seguido por los estratos medios e inferiores del sector mercantil; consistente en seguir modelos (inversiones y estilo de vida) homologables a los grandes comerciantes. Si observamos a los comerciantes minoristas de la ciudad de México en sus patrones de inversión, notaremos que sus preferencias iban en una dirección contraria a la de los pulperos de Buenos Aires; ya que aquéllos tenían preferencia, entre otras, por las inversiones de carácter rural (fincas-minas)(31).   Esta aparente contradicción se explica si tomamos en cuenta que dicho sector estaba siguiendo los pasos de la élite mercantil mexicana, la cual era imitada por los pequeños comerciantes que deseaban ascender y tomaban sus pautas como ejemplo a seguir para lograr sus metas. Los grandes comerciantes de Buenos Aires, en cambio, seguían otras pautas que los diferenciaban de sus pares mexicanos. Como bien se los ha sabido definir, estos eran «hombres urbanos con intereses urbanos(32) y la misma definición cabe, pues, a los pulperos porteños.

CITAS Y NOTAS:

1 La tasación de las propiedades no se presenta de manera uniforme en los documentos analizados. La naturaleza de las mismas depende de la fuente en que se encuentren. Mientras que en los testamentos sólo se indica el valor global de la propiedad, las tasaciones encontradas en las sucesiones son especialmente detallistas, enumerando entre otras cosas, los materiales empleados en la obra de albañilería (contabilizando la cantidad de ladrillos en los muros), los herrajes y la carpintería. Este tipo de discriminación conlleva a un considerable incremento en dichas valuaciones que se traducen en un sensible aumento en los valores de las propiedades.

La documentación predominante para el s. XVIII han sido los testamentos; mientras que las sucesiones son preponderantes para los comienzos del s. XIX. El mayor incremento en los valores de las propiedades que se da a partir de la primer década del s. XIX estaría en parte relacionada con la escalada inflacionaria, pero al no poder contar con el mismo tipo de tasaciones a lo largo de todo el período de estudio no se ha podido establecer la incidencia de la misma.

 2 MAYO, CEstancia y Sociedad en la Pampa,1740-1820. Bs. As., Biblos, 1995, 60

 3 SOCOLOW S.: Op. cit., III, 79

 4 Para el período en estudio, respecto de la diversidad en construcción de viviendas; distribución y ocupación de los ambientes, ver el trabajo de JOHNSON, L. – SOCOLOW S. : «Población y Espacio en el Buenos Aires del siglo XVIII». En: Desarrollo Económico v.20 N° 79, 344 – 48.

 5 A.G.N. Registro de Escribano 6; 1771; fol. 133-4 v.

 6 A.G.N. Registro de Escribano 5; 1759; fo1.181v.-184v.

 7 No hemos podido realizar el mismo estudio en cuanto a las medidas de las quintas, ya que hemos contado con un único caso en el que se nos describe la superficie de la misma. Se trata del caso de Don Miguel  Bivaro (A. G. N. Sucesiones; Leg. 8606; 1821); cuya quinta medía 119v. por 319v., valuada en 5.405 pesos. Este caso es comparable a los estudiados por S. Socolow [ver: Los mercaderes… ,III, 80]

 8 JOHNSON, L. /SOCOLOW S. : Ob. cit. , 344.

 9 A.G.N. Registro de Escribano 6; 1801; fol. 90 v. – 95 v.

 10 A.G.N. Registro de Escribano 6; 1800; fol. 32v. – 35v.

 11 Vale recordar que las tiendas se caracterizaban por tener efectos de Castilla a la venta.

 12 A.G.N. Registro de Escribano 1; 1773; fol. 103r.- 107v.

13 La oscilación de los porcentajes de éste y los demás rubros depende de la composición patrimonial. A menor volumen de inversiones se corresponderán porcentajes más elevados.

14 BOWSER, F..: «Los Africanos en la sociedad de la América española colonial», en: Historia de América Latina Bethell, L. (Comp.), Barcelona, Crítica, 1990, T. IV

 15 KIC7.A, J. : Empresarios coloniales. México, FCE, 1989, VII, 173 y ss.

 16 SOCOLOW S., Op. cit., IV, 96

17 Debemos aclarar que las cifras relevadas del censo de 1778 difieren a las expuestas por Kinsbruner*. Según dicho autor en este censo podernos hallar 194 «grocers retail» ( categoría que hemos homologado a la de los pulperos). Por nuestra parte contamos con un universo casos con una diferencia de nueve pulperos, lo que a su vez se traduce en una diferencia en la proporción de propietarios de esclavos. Mientras que para nosotros esta asciende a 16,7%, para Kinsbruner no supera el 14,1% sobre su toral. J. KINSBRUNER : Petty Capitalism in Spanish America. The Pulperos of Puebla, México City, Caracas and Buenos Aires, London, Westriew Press, 1989

18 El descenso registrado en 1778 pudo tener diferentes causas; tal vez resulte ser un efecto del reacomodamiento de los agentes del comercio minorista a las reformas borbónicas, o -con una visión más optimista, y a raíz de esta- haya resultado el rápido ascenso de los pulperos (que contaran con poder adquisitivo para la compra de esclavos) a otras instancias del comercio.

 19 Véase MAYO, C. : Op. cit., 149 y VIII: «Los gauchos negros: los esclavos de la estancia colonial». [Sobre un total de 66 establecimientos, 41 de los mismos tenían esclavos.]

 20 Con respecto a los mozos de pulpería es muy interesante y valioso el aporte del Dr. E. Saguier: » La movilidad social en el comercio, los mozos de tienda»; 1990,MIMEO.

 21 A.G.N. Registro de Escribano  2; 1802; fol. 45r. – 48v.

22 A.G.N. Registro de Escribano 1; 1782; fol.  23v. – 27v.

 23 SOCOLOW S. Op.cit., 96.

 24 A.G.N. Registro de Escribano 6; 1805; fol. 175 r. – 199v.

 25 A.G.N. Registro de Escribano 1; 1808; fol. 73v. – 76v.

 26 El valor más bajo ( 60 pesos) correspondió al pequeño Matías de año y medio; sin viruela; esclavo de Don Juan de Silva. [A.G.N Sucesiones Leg. N°8413; 1778; fol. 30v. – 35v.

26 . El valor más alto que se tasó fue el de Francisco de 30 años; sano y de buena conducta. Este esclavo valía 400 pesos y era propiedad de Doña Ceferina Celestina Mampera Rodríguez [A.G.N. Registro de Escribano 3; 1804; fol. 175r. • 199 v. Ana Francisca, la criolla parda de 24 años, que sabía lavar y planchar, propiedad de Doña María Sierra, fue tasada en 300 pesos (A.G.N. Sucesiones Leg. N° 8142; 1815; fol. 40 v. – 46 r. I.

 27 KICZA, J. Op. cit., V, 130-1

 28 Véase: JOHNSON, L.: «La historia de precios de Buenos Aires durante el período Virreina». En JOHNSON L y TANDETER E. (Comp.), Economías coloniales Precios y salarios en América Latina, S. XVIII, Bs. As., FCE, 1992, 174 – 5.

 29 KINSBRUNER, J..: Op.Cit., II, 46

 30 Según Johnson, L.: «Los inversores generalmente rehuían a las inversiones rurales, sin embargo, porque los niveles de los beneficios fueron históricamente bajos» ; por su parte S. Socolow señala -más allá de las muchas ventajas de las inversiones urbanas (p. ej.: posibilidad de hipotecarla). que «poseer tierras rurales no era una inversión buena ni prestigiosa, y por lo tanto atraía poco capital». Ver: JOHNSON,L – TANDETER, E. (Comp.), Op. Cit., VI, 189 y SOCOLOW, S., Op. cit., III, 81.

31 KICZA, J. Op. cit., VII, 185.-6.

 32 SOCOLOW, S. op.cit., III,81

(I)  Mayo, Carlos A. (Director), Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Impreso en Departamento de Servicios Gráficos de la UNMdP, 1996, p.153.

(II) Vanesa Velich y Virgili, Daniel, «Transitando por el sendero de la prosperidad, patrones de inversión» en:  Mayo, Carlos A. (Director), Pulperos y Pulperías de Buenos Aires 1740-1830, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Mar del Plata, Impreso en Departamento de Servicios Gráficos de la UNMdP, 1996, pp.77:92.

*) Se ha respetado el estilo de cita elegido por el autor para la edición de galera y la cantidad de citas de la obra original.

Edición: Maximiliano Van Hauvart, Estudiante (UNMdP).

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