Aportes de la Historia

Notas dispersas sobre Historia

Fotografía e Historia: Luis Rodríguez “yo quería documentar todo”. Tamara Culleton y Diana Duart.

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Universidad Nacional de Mar del Plata

XIV Jornadas de Investigadores en Historia, 10, 11 y 12 de abril de 2024

Fotografía e Historia: Luis Rodríguez “yo quería documentar todo”.

Tamara Culleton (UNDEF) y Diana Duart (GSyE/DH/FH/CEHis)

tamculleton@gmail.com // duart.diana@gmail.com

Eje Temático: Imagen e Historia

Resumen:

 

Las imágenes fotográficas se han revelado como una fuente documental indispensable para los historiadores y otras disciplinas de Ciencia Sociales. Es  una evidencia emblemática de acontecimientos  desde mediados del siglo XIX. En donde la credibilidad del registro es parte del trabajo del historiador.

En este trabajo pretendemos  abordar la producción fotográfica que realizó Luís Rodríguez como miembro de la Fuerza Aérea y parte de la 5 dotación de la Base Marambio como apoyo logístico para la Ciencia (1973/1975).

Su registro nos lleva a reflexionar como la fotografía  autoral se convierte en  fotografía documental que permite ilustrar la biografía del protagonista, en particular, y de toda la dotación en general.

Esta experiencia fue relatada en el primer capítulo de Diálogos Antárticos, coproducción entre la UNMdP y la UNDEF. Esta serie documental fue dirigida por la Profesora Tamara Culleton y producida por Aportes de la Historia.

A partir de la idea de ecfrasis (Ponce, 2014), (Clüver, 2017) Luis Rodríguez nos describe a través de sus fotos las vivencia de toda la dotación. Sus 930 fotos  son el registro autoral más importante de las campañas antárticas.

 

Palabras claves: Historia – Argentina -Antártida – Campaña – Fotografía autoral

LAS FOTOS AQUI CITADAS SE ENCUENTRAN EN EL SIGUIENTE

GENIAL.LY

 

El fotógrafo y su imagen

                                                              “La fotografía… ha llegado a ser el lenguaje más corriente de nuestra civilización”

Gisèle Freund[1] 

 

En una apreciación muy general podemos decir que la práctica de nuestra disciplina nos hace observar y aplicar consideraciones metodológicas en lo referente al uso de las fuentes y los documentos que se consideran pertinentes para el trabajo profesional. Dentro del rubro fuentes identificamos aquellas de carácter visual: grabados, esculturas, frescos, pinturas, dibujos, daguerrotipos y fotografías. A éstas últimas le podemos asignar algunas de las siguientes variantes, pueden ser institucionales o particulares, espontáneas o intencionales, profesionales[2] o aficionados, del ámbito público o privado. La combinación de estas diferenciaciones nos brinda un calidoscopio clasificatorio.

Por ello es muy importante preguntarnos quién es el autor de esa imagen y este dato no es menor “…ese es el comienzo para analizar una foto. Imagínense que no supiéramos quien es el autor del cuadro de la Ronda de la Noche o de la Novena Sinfonía. Debe tener la cita correspondiente a una obra, de la misma manera que citamos un artículo o un libro.”[3]

            Lo cierto es que el fotógrafo, profesional o amateur, nos brinda información muy valiosa para la Historia. En primer término nos ubica en tiempo y espacio, se ocupa de un individuo o de un colectivo, en circunstancias de conflicto o concordia.

En el caso del profesional, en especial el vinculado al mundo de las publicaciones, se presenta una segunda instancia que es al que debemos prestar atención y muchas veces es ignorado, es el papel del editor gráfico que trabaja en conjunto con el fotoperiodista.  Vamos a señalar el ejemplo John Morris uno de los editores gráficos más importantes del siglo XX que en su libro ¡Consigue la foto! Una historia personal del fotoperiodismo!, relata su trabajo con Robert Capa sin ninguna duda uno de los grandes fotoperiodistas del siglo pasado. Esto nos dice Morris sobre el trabajo del foto editor: “el editor gráfico es la persona que mira lo que los fotógrafos han visto desde el reino incólume de las hojas de contacto[4], las pruebas de impresión, las cajas amarillas de diapositivas y, hoy los píxeles y las pantallas. Los editores gráficos encuentran la imagen representativa perfecta, la que verán otros, quizá todo el mundo[5]. Son creadores de tendencias sin saberlo (o sabiéndolo, según el caso), los guardianes no designados de la moralidad, los comerciantes de talentos, los cómplices de la celebridad. Y, ante todo –quizá este punto sea el más inquietante-, son quienes determinan la ´realidad´ o la ´historia´.”[6] Aquí, el historiador que trabaja con imágenes se convierte en una tercera instancia mediata de aquellos registros. No sólo debe interpretar las fotos, sino que también debe contextualizar la intencionalidad de la publicación.

Pero cuando nos aproximamos al trabajo del amateur o aficionado aquellas intermediaciones no existen. El autor puede poseer innumerables motivaciones que lo llevaron a plasmar sus registros. El historiador deviene en “editor gráfico”, el corpus fotográfico es a la vez hoja de contacto, es el catalizador que convierte lo privado[7] en público, debe poner en palabras esas imágenes en donde la écfrasis[8] se hace presente (es la acción relacional de dos composiciones una de carácter verbal y otra de carácter visual)  y finalmente es el hermeneuta del contexto del propio autor y de esos instantes vitales perpetuados.

 Antártida ¿un continente sin historia?

 El continente antártico, el último en ser descubierto y habitado por el ser humano, ha permanecido aislado convirtiéndose en uno de los últimos rincones prístinos del planeta aún en el siglo XXI. Existen una serie de particularidades que hacen suponer que es un continente que ha quedado al margen de las lógicas de los procesos históricos, económicos, sociales y culturales del mundo occidental. Antártida es un continente sin países, sin moneda y sin clases sociales, actualmente –de acuerdo a los postulados del Tratado Antártico- una tierra dedicada de forma exclusiva a la ciencia y la paz. Estas particularidades son las que plantean grandes retos a las Ciencias Sociales, ya que todos los marcos teóricos y conceptuales pensados y utilizados para el abordaje de problemáticas en otros espacios resultan inapropiados en territorio antártico. Sin embargo, cabe destacar que la excepcionalidad del último continente lejos está de inhabilitar la posibilidad de pensar al continente blanco en clave histórica.

El origen del relato histórico antártico, o bien el origen de la presencia del continente antártico en la cosmovisión del mundo, nos remonta a la Antigüedad. Fueron los griegos los primeros en suponer la existencia de una masa continental en el Polo Sur. De hecho, su nombre deriva de los vocablos griegos anti y arktos, -este último utilizado por los griegos para denominar al Polo Norte- lo que se puede traducir como opuesto al ártico. En la Edad Moderna llegaron las primeras aproximaciones de la mano de las exploraciones ultramarinas llevadas a cabo por las potencias europeas, con ellas también las primeras e imprecisas representaciones cartográficas.[9] Entre los siglos XVI y XVIII existen una serie de naufragios y aproximaciones a las islas subantárticas de embarcaciones inglesas, españolas, holandesas y francesas que mencionan en sus bitácoras la existencia de remotas tierras australes. En este sentido, el relato argentino[10] comienza –sin contar los antecedentes hispanos- con el acercamiento involuntario del Almirante Brown durante las guerras de Independencia, quien en la fragata Hércules fuera arrastrado durante una fuerte tormenta junto con el bergantín Trinidad hasta los 65º de Latitud Sur. Este hecho documentado en el año 1815, da cuenta de los indicios de la existencia de tierra contigua.

Sin embargo, el  inicio del proceso de avanzada sobre estas latitudes estuvo a cargo de loberos, foqueros y balleneros –entre los que había representantes rioplatenses– que en los siglos XVIII y XIX se acercaron a estas zonas en busca de la explotación de recursos.[11] La presencia hispanoamericana fue constante en la exploración y explotación, tanto de las islas del Atlántico Sur como de las islas Shetland del Sur. Este capítulo de la historia austral está vinculado al contexto de la época, es decir, que puede ser interpretado a la luz de variables económicas y políticas de escala mundial.

A partir del siglo XIX comenzó el proceso de exploración y conquista del último continente por parte de las naciones del mundo, especialmente de la zona correspondiente a la Península Antártica.[12]  Fue a partir del año 1895 cuando se inicia un período conocido como Era Heroica que se extiende hasta el año 1920, en el cual se producen las primeras grandes expediciones que tuvieron como meta la conquista del Polo Sur y que fueron expresión del espíritu de la época. Es en este contexto cuando aparecen los primeros antecedentes argentinos en latitudes australes. Si bien los mismos pueden ser rastreados desde fines del siglo XIX, a partir del rol de Argentina en la asistencia a las grandes expediciones polares europeas, las bases de la presencia del Estado argentino en territorio antártico se encuentran a comienzos del siglo XX. Cabe destacar que en la historia antártica, la Argentina ostenta el título de ser la primera nación en ocupar de forma ininterrumpida la zona durante cuarenta años. Esta presencia antártica argentina se encuentra cimentada en tres hechos que la transforman en una nación pionera: el primer rescate antártico en el año 1903, el primer asentamiento permanente en la Isla Laurie en las Islas Orcadas del Sur y la puesta en marcha ese mismo año de la primera industria ballenera moderna en el Atlántico Sur que funcionó en Grytviken en las Islas Georgias del Sur: la Compañía Argentina de Pesca.

Un antecedente que resulta clave para indagar los orígenes de la historia antártica argentina, es el rescate realizado por la Corbeta ARA Uruguay al mando del Teniente Julián Irizar de la expedición sueca comandada por Otto Nordenskjöld (1901-1903)[13]. Este es el hecho que llevó a la Argentina a la portada de la prensa del mundo[14] y para la historiografía antártica[15] es el hito donde se encuentran los inicios de lo que algunos autores denominan la conciencia antártica argentina[16]. A su vez, esta proeza naval –realizada sin experiencia de navegación previa y sin el equipamiento técnico necesario– permitió la inmediata puesta en marcha de la primera compañía de corte moderno dedicada a la explotación ballenera en el Atlántico Sur: la Compañía Argentina de Pesca[17]. Estas iniciativas, desarrolladas con el aval del gobierno nacional contribuyeron a generar en Argentina, por un lado presencia naval y mercante argentina en la zona y por otro, el desarrollo de habilidades de navegación que permitirían años más tarde una fuerte avanzada hacia el continente antártico. Cabe destacar que el rol de la Armada[18] en un principio y luego de la Fuerza Aérea y el Ejército, tuvieron una función logística y científica desde el comienzo, lo que permitió que el ejercicio de soberanía se realizara a través de una ocupación pacífica.

Estos hechos fueron la antesala del inicio de la ocupación permanente e ininterrumpida que se inaugura el 22 de febrero de 1904, cuando la Argentina toma posesión del observatorio meteorológico de Isla Laurie en las Orcadas del Sur. Estas instalaciones fueron construidas en 1903 por la expedición escocesa de William Speirs Bruce y  pasaron a manos de la Oficina Meteorológica Nacional dependiente del Ministerio de Agricultura. Mientras el mundo transitaba las consecuencias de la Primera Guerra Mundial, se pausó avance de las potencias hacia la Antártida lo que puso fin a la Era Heroíca dando paso a la Era Mecánica con el avance de las nuevas tecnologías. En este contexto Argentina sostuvo su presencia y comenzaron a presentarse las primeras tensiones con Chile y con Inglaterra.

Esto fue el preámbulo de lo que el historiador Pablo Fontana denominó pugna antártica[19], el interés que generaba la posibilidad de explotación de sus recursos naturales y los enfrentamientos generados en torno a reclamos de soberanía lo habían transformado en un continente en tensión que lentamente comenzaba a ser ocupado por las naciones del mundo. El sector de la Península Antártica e islas del Atlántico Sur era una de las zonas con mayor tensión política, debido especialmente a la superposición de reclamos de soberanía de Argentina, Chile y Gran Bretaña.[20] Este período coincide con el gran salto polar argentino, en el que Argentina desplegó su ocupación del Sector Antártico Argentino a través de la instalación de bases y refugios. A su vez, se realizó un intenso ejercicio de soberanía por cielo, mar y tierra llegando incluso a enfrentamientos armados contra Inglaterra. Al mismo tiempo, tendió lazos para concretar una proyección sudamericana hacia la Antártida.[21] Este es el momento en el que surgen las primeras propuestas de internacionalizar el continente.[22]

Este período es de vital importancia para la historia antártica argentina, no solo por el despliegue de ocupación sino porque también se produce un claro intento de invención cultural sobre ese territorio inhóspito[23]. Este es el período en el que se manifiesta una búsqueda de consolidar una mirada cartográfica bicontinental, otro aspecto que también generará respuestas por parte de los británicos.[24]

La puesta en marcha del Plan Pujato[25], diseñado por el entonces Coronel Hernán Pujato y adoptado por el presidente Perón como una política antártica estatal, marca la definitiva ocupación del Sector Antártico Argentino al tiempo que promueve la proyección latinoamericana sobre el continente antártico. Los puntos del Plan Pujato incluían la presencia efectiva del Ejército, la fundación de bases que delimitaran el Sector Antártico Argentino, la creación de un organismo científico específico, la creación de un poblado con familias y niños y la conquista argentina del Polo Sur. Los últimos dos puntos quedaron pendientes como consecuencia del golpe de Estado de 1955, y fueron retomados y concretados en las décadas siguientes. Este hecho repercute fuertemente en la política antártica argentina y pone pausa al impulso alcanzado durante las décadas de 1940 y 1950. A esto se suma la firma del Tratado Antártico en el año 1959, que redefine el rol de las naciones que ocupaban hasta entonces el sexto continente. Desde la entrada en vigor del nuevo marco de regulación de la convivencia antártica el ejercicio de soberanía de los países pasó a estar atravesado por el trabajo científico colaborativo y la convivencia pacífica. De esta manera, a partir de entonces la Argentina convive en el territorio antártico con una superposición de reclamos de soberanía con Chile y el Reino Unido.[26]

Actualmente el país es sede de la Secretaría del Tratado Antártico y la ciudad de Ushuaia es uno de las ciudades puerta de entrada a la Antártida, desde la cual zarpan miles de turistas que año a año se lanzan a la aventura de visitar el último continente. Argentina continúa siendo el país que más bases operativas posee en territorio antártico.

De Chaco a la Antártida

Luis Rodríguez nació el 25 de Mayo de 1950 en Colonia Elisa, Provincia de Chaco, es hijo de una pareja de comerciantes compuesta por Don Ceferino Rodríguez y Doña Felisa Dolores Notario. Tras ingresar a la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea es destinado en enero de 1971 a Mar del Plata, ciudad en la que reside desde entonces.  Fue en noviembre del año 1973 cuando tuvo la posibilidad de lanzarse a la gran aventura de su vida: viajar a la Antártida. Luego de una exhaustiva preparación física y psicológica zarpó hacia el sur a bordo del Rompehielos A.R.A. “General San Martín” y permaneció en Antártida hasta el 5 de enero de 1975 destinado a Base Marambio, donde con solo veintitrés años formó parte de la 5ª Dotación.

Base Marambio se encuentra ubicada en la zona del Mar de Weddell sobre la meseta de la Isla Vicecomodoro Marambio. Fue fundada por la Patrulla Soberanía[27] el 29 de octubre de 1969 y hoy es la puerta de entrada aérea de la Argentina a la Antártida. Actualmente en esta base se llevan adelante actividades de Meteorología, estratigrafía, sedimentología, glaciología, criología, petrografía, biología, arqueología histórica y paleontología, disciplina que ocupa un rol destacado debido abundancia de restos fósiles en la isla.

Durante su estadía Rodríguez tuvo la posibilidad de conocer las bases antárticas argentinas Esperanza, Almirante Brown y Petrel y también la chilena O´Higgins y la norteamericana Palmer Station. Esto le permitió conocer distintos escenarios de la historia antártica, lo que le permitió tomar registros de los mismos. Entre los sitios de interés visitados  se encuentra el Refugio Suecia, ubicado en la isla Cerro Nevado, lugar donde invernó José María Sobral como parte de la Expedición Sueca comandada por el Dr. Otto Nordenskjöld. También su estadía le permitió ser testigo de un hecho histórico para la aviación: el primer vuelo Transantártico Tricontinental. Este vuelo en un Hércules C-130, realizado en diciembre del año 1973, fue de carácter experimental y tenía como objetivo unir Buenos Aires, Australia y Nueva Zelandia a través del Polo Sur.

Sus vivencias polares lo han transformado en un enamorado de Antártida, es por esto que decidido a transmitir sus vivencias organiza en el año 2015 la Agrupación Antárticos Mar del Plata.  Con su espíritu  emprendedor nato, ha logrado impulsar un movimiento que ha marcado a la comunidad de expedicionarios no solo a nivel local sino también a nivel nacional. Gracias al accionar, Mar del Plata se ha transformado en el epicentro del Encuentro de Antárticos de todo el país

Los registros de un expedicionario: “yo quería documentar todo”

 Luis Rodríguez captó su experiencia antártica en un corpus de 930 fotos, de ahí seleccionó, construyó su “hoja de contacto” con 40 imágenes para el presente trabajo. Sobre éstas últimas y en una segunda instancia, las autoras organizaron una nueva hoja de contacto con 20 imágenes.

Una observación a tener presente, es el registro fotográfico autoral más importante de las campañas antárticas. Se realizó con una cámara Petri color 35[28] [40 mm / f. 1:2.8] (ver imagen 1, 2, 3), la cual protegía con su estuche y entre sus ropas cuando se encontraban fuera del refugio para evitar que los 30°C bajo cero bloquearan su mecanismo[29].

Imagen 1. Cámara

Imagen 2. Cámara

Imagen 3. Cámara

Nuestro protagonista retrató y se hizo retratar en diversas circunstancias. En su frondoso acervo hay registros en color y en blanco y negro, este matiz no respondió a ninguna decisión de tipo “artística”, sino a la posibilidad de acceder a los rollos fotográficos[30].

Si retomamos las observaciones apuntadas al inicio, debemos decir que Rodríguez es un fotógrafo aficionado y si bien los registros son personales y privados se enmarcan en el contexto de una actividad institucional. Captar distintas circunstancias, lugares y trabajos tenía por objetivo convertir esas vivencias en recuerdos. La materialidad de esos retratos no estuvieron pensadas para ser publicadas sino que iban a ser por varias décadas un órgano de la circularidad doméstica[31] eran, solamente, un conjunto de fotos olvidadas “que quedaron guardadas durante mucho tiempo en un baúl”[32] y cuya emocionalidad se recreaba al compartirlas en ocasiones con otros antárticos.

Al momento de seleccionar el material para el presente trabajo y en las conversaciones con el protagonista comenzamos a percibir que en el proceso de descripción de cada una de las imágenes, en la écfrasis relacional lo verbal interactúa con lo visual y lo supera ampliamente. Porque cada momento captado guarda una microhistoria dentro de la historia personal. Como ejemplo, retomamos lo dicho en el párrafo anterior, no es la misma descripción que Rodríguez hace de una foto al compartirla con otro antártico que cuando nos lo explicaba a las autoras de este trabajo. Con el primero hay una economía del lenguaje, una palabra clave o una referencia organoléptica alcanza para darle sentido a la imagen. En cambio con las segundas abundan las explicaciones, las ejemplificaciones o las comparaciones[33].

Nos preguntamos entonces ¿por qué un joven de 23 años decide a priori emprender la tarea de registrar, de manera casi obsesiva, lo desconocido? El desconocimiento era personal, pero en el contexto de lo conocido universalmente de la Antártida quedaban ámbitos por explorar y estudiar. La terra incognita, el finis terrae, las tierras lejanas siempre actuaron como catalizadores del carácter humano por lo extraño. Porque como él ha señalado “yo no sabía nada de la Antártida, fui voluntariamente, era una locura”[34].

Como anticipamos, se seleccionaron veinte fotos que fueron ordenas en cuatro grupos: a) trabajo exploratorio [5] b) trabajo cotidiano [7], c) convivencia del grupo [4], d) naturaleza [4].

  1. Trabajo exploratorio

 En los trabajos de exploración y relevamiento todo se revelaba como “algo magnifico que me generó un sentimiento de pertenencia”[35] Y se preguntaba cómo iba a poder explicar lo que veía, lo que sentía. Durante el verano realizaron una marcha exploratoria de cinco días para llegar a la pingüinera (imagen 4 y 5). En otras salidas tenían la oportunidad de aprovechar la baja de la marea y ver los témpanos estacionados sobre la playa (imagen 7). La llegada del invierno imponía otras actividades como el recorrido de los glaciares (imagen 6) o ejercicios de supervivencia en caso de catástrofe, como era la construcción de iglúes para pasar la noche (imagen 8). El mayor peligro en la Antártida no es el frío, sino perderse. “Nunca pensé que iba a pasar tanto calor en un iglú con la sola luz de una vela”[36] Pero en su descripción sus ojos conservan la emoción de lo que significaba “poder descubrir todos los días algo nuevo”[37]

Imagen 4. Exploración a la pingüinera.

Imagen 5. Camino a la pingüinera entre témpanos.

Imagen 6. Glaciar Buenos Aires.

Imagen 7. Tempano expuesto.

Imagen 8. Construcción de iglú.

  1. Trabajo cotidiano

El trabajo cotidiano en las bases era arduo y constante. Las descargas de provisiones y distintos materiales debían realizarse en el menor tiempo posible, porque las rotaciones de los vientos pueden suceder de manera impredecible. A ello se sumaba el recorrido que se hacía entre las distintas bases y campamentos (imagen 10 y 14) y la entrega de la correspondencia (imagen 11 y 12). A pesar de esa rutina,  todos los días eran distintos. En el verano se aprovechaba al máximo la jornada, además es cuando se produce la rotación de parte de las dotaciones. Los viajes de arribo podían ser en avión o en barco, en el caso de Rodríguez su llegada a la Antártida fue a bordo del Rompehielos General San Martín (imagen 13), la foto fue tomada desde el carajo de la nave. Recorrer ese retrato le recrea la emoción que sintió frente al primer avistaje.

En el invierno el trabajo continúa pero la jornada se ve disminuida. El mantenimiento de las instalaciones era fundamental, primero por la superveniencia del grupo. En 1974 tuvieron que afrontar un invierno de grandes e intensas nevadas por encima del promedio, por lo que era vital mantener libres los accesos de los módulos (imagen 9). Segunda cuestión era no perder la comunicación con el continente, para ello se controlaba el campo de antenas de la base (imagen 15).

Imagen 9. Gran nevada 1974.

Imagen 10. Traslado de materiales con oruga.

Imagen 11. Viaje a Base Esperanza para llevar correspondencia.

Imagen 12. Glaciar en Base norteamericana Palmer.

Imagen 13. Rompehielos ARA Gral. San Martin

Imagen 14. Perro guía.

Imagen 15. Campo de antenas, Base Esperanza.

  1. Conviviencia

El compañerismo y la buena convivencia son el pilar fundamental para sobrellevar la vida cotidiana de las dotaciones. El invierno es la época más social, al reducirse la jornada en el exterior. Una situación extrema podía afianzar o poner en crisis el clima colaborativo. Así durante el invierno se incendió la usina eléctrica de la base (imagen 16), esto obligó a que la dotación se administrara con generadores hasta la reconstrucción de aquella y acordaron las pautas para el uso de la electricidad.

El jefe de dotación conocía y reconocía el clima emocional de su grupo. No todos sobrellevaban de la misma manera la lejanía. En el caso de Rodríguez, era un joven soltero, oriundo de Chaco y cuya única preocupación era que su madre recibiera la transferencia de su sueldo. Pero para los casados con hijos se hacía más difícil, en especial cuando recibían alguna comunicación sobre enfermedades. “En una oportunidad el jefe, decidió inventar e implementar el uso del cocoroco, un  ‘animómetro’ que estaba graduado entre el -5, 0, 5, para los valores negativos en color rojo y para los valores positivos en color azul. Cada uno tenía uno en su habitación, si la persona no quería interactuar o estaba triste marcaba un valor negativo entonces nadie lo molestaba y en sentido positivo  se daba la conversación o los juegos de mesa.”[38]

Otra decisión importante del jefe, al armar la dotación, fue la elección del cocinero. Era fundamental por varios motivos, porque debía saber administrar los suministros del almacén,  elaborar una buena alimentación y porque un buen plato de comida no solo resguarda la nutrición también ´alimenta´ el ánimo. Por eso “la opción recayó en el cocinero Laparra, (imagen 17, 18,19) era excelente. Siempre tenía presente las fechas de cumpleaños y preparaba platos especiales para las festividades. Nosotros hacíamos las veces de ayudante de cocina”[39]

Imagen 16. Usina eléctrica posteriormente incendiada.

Imagen17. Laparra, el cocinero.

Imagen 18. Cumpleaños de Luis Rodríguez.

Imagen 19. Navidad en Base Esperanza.

  1. Naturaleza

La naturaleza antártica es omnipresente, es agresiva y es pacífica. El comportamiento de sus variables interpela a la humanidad. Nuestro protagonista atesora en su memoria momentos de bruscos cambios que no pudo retratar, por la inmediatez con que se producían. Como no contaba con una filmadora realizó  secuencias de fotos que registraron los cambios en el territorio. No deja de olvidar el contacto visual que sostuvo con un pingüino Adelia (imagen 20), que lejos de asustarse le permitió el acercamiento para ser retratado.

El invierno en el continente blanco se subsume en una noche casi eterna, el verano trae días casi infinitos la diferencia entre anochecer y amanecer está separado por algo más dos horas (imagen 21 y 23). Así se hizo retratar Luis (imagen 22), mirando una aurora que ha perpetuado en su memoria y que recuerda con un sentimiento indescriptible.

Imagen 20. Pingüino Adelia.

Imagen 21. Medianoche en verano

Imagen 22. Amanecer en Base Esperanza.

Imagen 23. Amanecer en Base Marambio.

Conclusión

                          “Merodeaba por las calles todo el día, tenso y preparado para brincar, resuelto a ‘atrapar’ la vida, a preservar la vida en el acto de vivir”

Henri Cartier-Bresson[40]

La imagen retratada, la foto es una fuente invaluable para el historiador sobre los tiempos y los sucesos contemporáneos. Más allá de las consideraciones de sí la autoría es de un fotógrafo profesional o aficionado,  si ámbito es público o privado, si la circunstancia es social o institucional, si se da de manera espontánea o premeditada lo cierto es que esos retratos icónicos o masivos exponen los comportamientos de nuestras sociedades desde fines del siglo XIX hasta la actualidad.

Contar con la descripción que hace el autor de sus propia fotos es una situación inmejorable, en esa écfrasis referencial y relacional lo verbal, lo emocional enriquecen y potencian el significado del retrato. Nuestro protagonista es un fotógrafo aficionado que tuvo la necesidad de resguardar esos momentos vitales en imágenes, “yo quería documentar todo”.

Las imágenes fueron tomadas entre 1973 y 1975, en un espacio excepcional como es el sector antártico argentino. El continente antártico tiene una trayectoria histórica riquísima, pero particular, en donde las variables de nuestra disciplina no son aplicables. En 1959 se firma el Tratado Antártico Internacional que convierte a este territorio en un ámbito de cooperación científica. Sin embargo,  debe remarcarse que Argentina es el primer país que tiene presencia continua desde 1903 y reclama para sí el sector por proyección continental.

Luis Rodríguez, un joven chaqueño de 23 años, suboficial de la Fuerza Aérea, con funciones de apoyo logístico para la ciencia. Integró la 5ta Dotación destinada a la Base Marambio, pero además recorrió otras bases argentinas como Esperanza, Almirante Brown y Petrel y también la chilena O´Higgins y la norteamericana Palmer Station. Rodríguez se enamoró de ese lugar que lo atrajo desde un principio sin saber porque, sus emociones siguen intactas como el día que tomó contacto visual desde el barco que lo transportó. Se impregnó como un sello indeleble de su biografía.

Nuestro fotógrafo aficionado construyó a lo largo de su estadía una colección autoral de 930 fotos, de las cuales él seleccionó 40 y de éstas las autoras tomaron 20 para el presente trabajo. Luis pudo ‘atrapar’ su vida en la Antártida.

Fuente de imágenes:

RODRIGUEZ, Luis (1973-1975) Campaña antártica, fotografías. Colección personal.

Videos:

APORTES DE LA HISTORIA, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo) Entrevista a Luis Rodríguez. [Video]YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=LZPdu0QbtxY

VAN HAUVART, Carlos, La fotografía en el aula (guión de pre–producción audiovisual, 14 de febrero de 2024). Todos los derechos reservados para Aportes de la Historia.  www.aportesdelahistoria.com.ar

VAN HAUVART DUART, Maximiliano, Aportes de la Historia (7 de noviembre de 2015), Historia de la fotografía 1.4: Agencia Magnum. Hoja de contacto, el video.  https://www.youtube.com/watch?v=Zj7xI4PcrZg

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VAIRO, C., MAY G.; MOLINA PICO (2007) Antártida. Asentamientos balleneros históricos Ushuaia, Zagier & Urruty.

[1] Freund, G. (2014) La fotografía como documento social. Barcelona: Editorial Gustavo Gili S.A., p.187.

[2] En el campo profesional de la fotografía pueden distinguirse, entre algunos: fotógrafo artístico,   reportero gráfico,  fotoperiodismo, reportero de guerra, fotógrafo documentalista, fotógrafo cinematográfico. Citemos algunos nombres célebres como Henri Cartier-Bresson, Robert Cappa, James Nachtwey, Dorothea Lange, Vivian Maier, Sebastiao Salgado. En el caso de los dos primeros fueron fundadores de la reconocida Agencia Magnunm y el tercero fue miembro de la misma durante más de una década. Cartier-Bresson es considerado el padre del fotorreportaje; Cappa cubrió la Guerra Civil Española, registró en sus icónicas fotos el Desembarco de Normandía; Nachtwey captó los conflictos de Irlanda de Norte y la guerra en Somalía; Dorothea Lange plasmó las consecuencias sociales de la Gran Depresión en los Estados Unidos; Vivian Maier retrató la vida cotidiana y el arte callejero en Nueva York y Chicago; Sebastiao Salgado se enfocó en la problemática socioambiental, en especial en la deforestación del Amazonas.

[3]  Van Hauvart, C., La fotografía en el aula (guión de pre – producción audiovisual, 14 de febrero de 2024). Todos los derechos reservados para Aportes de la Historia. URL: www.aportesdelahistoria.com.ar

[4] Van Hauvart, C., La fotografía en…op.Cit., “¿Qué es la hoja de contacto y cuál es la importancia de este registro durante el siglo XX? Es la instancia en que el fotoperiodista le entrega el material  al editor gráfico organizado en la hoja de contacto. Kristen Lubben en su obra Magnun hojas de contacto la definió de la siguiente manera: La hoja de contacto, es una impresión directa de un rollo o secuencia de negativos, es la primera visión que tenía el fotógrafo de lo que había captado en la película y proporciona únicamente una primera vislumbre intima sobre su proceso de trabajo”. Véase: Van Hauvart Duart, M., Aportes de la Historia (7 de noviembre de 2015), Historia de la fotografía 1.4: Agencia Magnum. Hoja de contacto.

Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=Zj7xI4PcrZg

[5] En 1936 fue creada la revista Life,  se convirtió en la publicación de fotoperiodismo más leída del mundo. Su lema era To see Life; to see the World (Ver Life; ver el Mundo). Su época más importante transcurrió entre las décadas de 1940 y 1960. Sus tapas recuerdan fotos icónicas vinculadas al mundo de la política, la guerra, la cultura y la sociedad. Baste recordar que Robert Cappa era su reportero de guerra, en sus páginas se publicó la obra El viejo y el mar de Ernest Hemingway. Lo que la hizo revolucionaria a la revista fue su énfasis en la fotografía. Las revistas ilustradas anteriores utilizaban ilustraciones de artistas. Si utilizaban fotografías, estaban subordinadas a la palabra escrita. Life puso las fotografías en primer plano. La revista tiene disponible en línea su impresionante archivo fotográfico: www.life.com

[6] Morris, John G. (2013) ¡Consigue la foto! Una historia personal de fotoperiodismo. Madrid, La Fábrica, p.56.

[7] El traspaso de las fotografías privadas al ámbito público ha tenido un derrotero y una transformación interesante. Pensemos en  las fotos que retrataban momentos familiares, viajes, celebraciones sociales, por citar algunos casos. Esos registros eran guardados en cajas o álbumes y compartidos ocasionalmente con el entorno familiar o social. Los archivos y los museos han realizado y realizan grandes esfuerzos para contar con grandes acervos fotográficos provenientes de la esfera privada. Pero un cambio se ha gestionado a partir del surgimiento de las redes sociales, en donde el binomio público-privado parece haber desdibujado su frontera.

[8] Écfrasis: Comúnmente se la entiende como la representación verbal de una representación visual, ya sea una pintura, una fotografía o una escultura. En la actualidad, su uso se ha extendido también al cine y la música. También debe hacerse una distinción, podemos hablar de écfrasis referencial, cuando el objeto plástico tiene una existencia material autónoma, o de écfrasis nocional cuando el objeto ‘repre-sentado’ solamente existe en y por el lenguaje. Véase: Ponce Cárdenas, J. (2014) Écfrasis: visión y escritura. Madrid: Editorial Fragua. Es interesante notar que las […] definiciones insisten en el carácter relacional del texto verbal con respecto al objeto plástico, lo cual permite extender el texto a una relación intersemiótica, y, puesto que el texto verbal asume la representación del objeto plástico, al que lee como si fuera un texto, la relación también se plantea como intertextual. Véase: Pimentel, Luz Aurora (2003). “Ecfrasis y lecturas iconotextuales” en Poligrafías. Revista de Literatura Comparada IV. Ciudad Universitaria, México: División de Estudios de Posgrado, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. Clüver, Claus (2017). “A new look at an old topic: ekphrasis revisited”, en: Todas as letras. Revista de língua e literatura. V. 19,n.1. São Paulo: versión digital, http://dx.doi.org/10.5935/1980-6914/letras.v19n1p30-44

[9] Para profundizar el recorrido histórico de la cartografía austral ver Vairo; Urruty & Freire (2011) Terra Australis. Historia de la Cartografía de Tierra del Fuego, Patagonia & Antártida y Pedersen, J. & Curtis, P. (2012)  The mapping of Antarctica.

[10]  Es frecuente, en lo que podemos denominar como historiografía antártica clásica, la referencia a la preexistencia de la nación argentina, incluso se suelen enlazar los antecedentes históricos hispanos con los argentinos.

[11] Ver  Senatore, M. X. (2011) “Reflexiones sobre arqueología, historia y patrimonio en Antártida” Anales de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires XLV; Vairo, C., May G.; Molina Pico (2007) Antártida. Asentamientos balleneros históricos Ushuaia, Zagier& Urruty.

[12] Ver Boothe, J.N. (2011) The storied ice, Berkeley, Regent Press; Kirwan, L.P.(2001) Historia de las exploraciones polares Barcelona, Ed. Caralt.

[13] Para Argentina resulta significativa ya que como miembro de la misma participó el Dr. José María Sobral, por entonces alférez de la Armada Argentina, convirtiéndose en el primer argentino en invernar en Antártida. Ver Sobral, J.M (1904) Dos Años entre los hielos (1901-1904, Buenos Aires, Ed. Tragany y Cía. disponible en https://bit.ly/4asCoff

[14] Culleton, T. (2015) “Argentina y el rescate a la expedición antártica de Otto Nordenskjöld, 1901-1903. Una mirada desde la prensa de la época” Revista de Estudios Hemisféricos y Polares VOL. 6 Núm. 4, Octubre–Diciembre, pp.1-15.

[15]  La historiografía antártica argentina, pese a ser marginal en la historiografía nacional, es sumamente prolífica. Existe un gran porcentaje de producciones realizadas por un núcleo de historiadores navales centrados en el relato de los principales hechos y héroes. Sin embargo, en los últimos años se realizaron algunos giros en las aproximaciones que, lejos de presentar ese territorio como un espacio exclusivo de ciencia y paz, lo abordan desde una perspectiva del conflicto, un trabajo que ha marcado un quiebre es el trabajo del historiador Pablo Fontana. Esta posibilidad de pensar la Antártida como un espacio en tensión o, como lo definió Alberto Casellas (1981), un continente sujeto a un constante “malabarismo político” permite abordajes complejos sobre el rol del Atlántico Sur como desafío geoestratégico en el marco de vestigios colonialistas que aún perviven en la zona.

[16] Ver Destéfani, L. (1979) El alférez Sobral y la soberanía argentina en la Antártida Buenos Aires,  EUDEBA.

[17] Hart, I.(2001) PESCA The History of Compañía Argentina de Pesca Sociedad Anónima of Buenos Aires: an Account of the Pioneer Modern Whaling and Sealing Company in the Antarctic. Devon, Aidan Ellis.

[18] Pierrou, E. (1981) La Armada Argentina en la Antártida 1939-1959. Sus campañas en buques y bases. Buenos Aires. Instituto de Publicaciones Navales.

[19] Fontana, P. (2018)  La Pugna Antártica. Conflicto por el sexto continente 1939-1959 Buenos Aires, Guazuvirá Ediciones

[20] Howkins, A.(2008) Frozen Empires. A History of the Antarctic Sovereignty Dispute Between Britain, Argentina, and Chile, 1939-1959 University of Texas at Austin

[21] Genest, E. (2001) Antártida Sudamericana Aportes para su comprensión. Buenos Aires, Publicación Nº 28, Dirección Nacional del Antártico-Instituto Antártico Argentino.

[22] Estados Unidos, con el apoyo del Reino Unido, el 28 de agosto de 1948 propuso a los países reclamantes del sector antártico alguna forma de internacionalizar el continente. Chile respondió presentando un plan de suspender por un plazo de cinco a diez años toda reclamación antártica, mientras se negociaba una solución definitiva, aunque este proyecto no prosperó. En 1949 Argentina, Chile y el Reino Unido firmaron una Declaración Naval Tripartita, en la que se comprometían a no enviar buques de guerra al sur del Paralelo 60° Sur. En 1950, la Unión Soviética comunicó a los países reclamantes que no aceptaría ningún acuerdo antártico en el que no estuviera representada. El temor a la reacción soviética a través de una reclamación territorial, lo implicaría un traslado de la Guerra Fría a la Antártida, motivó a los Estados Unidos a no realizar ninguna contrapropuesta.

[23] Cicalese, G. y Pereyra, S. (2018). La invención cultural de un territorio nacional imaginado, 1938-1961. Exploradores, útiles escolares, mapas, estampillas, noticiosos y taxidermia para la creación de la Argentártida. Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata. Disponible en http://nulan.mdp.edu.ar/3054/

[24] Hartlich, A. (2019) La comunidad imaginada por la comunidad organizada. La representación cartográfica del primer peronismo 1943-1955. Buenos Aires, Ed. Biblos.

[25] Genest,  E. (1998) Pujato y la Antártida Argentina en la década del cincuenta Buenos Aires, Secretaría Parlamentaria.

[26] En el sector de la Península Antártica existe una superposición en la delimitación de reclamos de soberanía, Reino Unido reclama el sector comprendido entre los meridianos 20° y 80° O, Chile el de los meridianos 53° y 90° O y Argentina el de los meridianos 25° y 74° O.

[27] Ver Diálogos Antárticos, Cap. 2 Omar Aimaretti https://bit.ly/43vumj7

[28] Ver: Powne, Howard. Petri color 35 – A very clever little camera (2022, 19/06). [Video] YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=RxwklzbKqQc

[29] Rodríguez observó la ventaja de portar una cámara pequeña, poco voluminosa a diferencia de sus otros compañeros de dotación que tenían cámaras grandes que se vieron imposibilitados de resguardarlas entre sus ropas de las temperaturas extremas y por ende de poder utilizarlas. Ver: Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo) Entrevista a Luis Rodríguez.[Video] YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=LZPdu0QbtxY

[30] Como señala nuestro “fotógrafo” los rollos fotográficos eran caros, pero a pesar de ello había dejado encargado en Buenos Aires a una persona para que comprara los rollos blanco-negro y se los enviara a cuando se habilitaba el correo con Antártida. Pero en su estadía antártica tuvieron que hacer una evacuación sanitaria de urgencia en colaboración con la base norteamericana Palmer y en esa acción solidaria recibe como regalo ocho rollos de treinta y seis exposiciones a color. Ese obsequio lo atesora como un recuerdo entrañable que le permitió continuar con sus registros. Ver: Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo), op.cit.

[31] Instituto Nacional de Antropología e Historia, XXIV Encuentro Nacional de Fototecas (2023, 25/08) Oscar Colorado . [Video] YouTube. https://www.youtube.com/watch?v=o3oeiOfOgTw

[32] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo), op.cit.

[33] Si se nos permite la licencia explicativa, las descripciones que nos brindaba me recordaba a los relatos pormenorizados que los exploradores del siglo XVI y XVII realizaban en sus textos (écfrasis nocional) a los efectos de comunicarles y explicarles a las autoridades lo que ellos veían y vivían en tierras desconocidas.

[34] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1(2022, 30 de marzo),op.cit.

[35] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo),op.cit.

[36] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo), op.cit.

[37] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo), op.cit.

[38] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo), op.cit.

[39] Aportes de la Historia, Diálogos Antárticos, Capítulo 1 (2022, 30 de marzo), op.cit.

[40] La cita de Cartier-Bresson hace referencia a su estadía en Marsella con motivo de empezar a utilizar su cámara Leica. Esta reflexión es rescatada por Susan Sontag en su libro Sobre la fotografía. Buenos Aires: Debolsillo (2016), p.180.

 

Edición: Max Van Hauvart Duart y Carlos Van Hauvart.

Portada: Florencia Benitez.

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